La Policía custodia el asfaltado de un tramo del Pagasarri por la amenaza de un vecino de «pegar un tiro» a los obreros
Agentes municipales con cascos y escudos vigilaron los trabajos de asfaltado mientras el residente alegaba que el camino es de su propiedad y no público
Agentes de la Policía Municipal de Bilbao custodiaron la mañana de este martes unas obras de asfaltado en la campa de San Justo, en las ... faldas del monte Pagasarri, debido a las amenazas de un vecino. Los obreros habían intentado completar los trabajos de revestimiento desde 2016, pero este residente lo impedía mediante intimidación. La última intentona se había producido hacía aproximadamente un mes, cuando los trabajadores tuvieron que marcharse sin haber asfaltado ese tramo. El vecino sostiene que el paso es de su propiedad y ha llegado a amenazar a los operarios «con pegarles un tiro si seguían».
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El Ayuntamiento confirma que «se había intentado asfaltar en otras ocasiones pero un vecino ponía pegas y no se llegaba a completar».
Se da la circunstancia de a que este individuo le persigue una leyenda negra, que mantiene atemorizados a sus convecinos. Hace unos años fue juzgado como presunto autor del crimen del Pagasarri. Un joven de 24 años llamado Néstor Gándara, fue asesinado a golpes con un objeto contundente y su cuerpo con signos de violencia se encontró al fondo de un barranco, en la campa de San Justo, cerca de la compraventa de coches donde el chico había adquirido un todoterreno. Dos de sus ex compañeras sentimentales le denunciaron ante la Policía y afirmaron que a ambas les había confesado el asesinato, pero callaron por miedo a represalias.
En busca y captura
Fue detenido 15 años después del homicidio y terminó sentado en el banquillo de los acusados en diciembre de 2013. Llegó a ser declarado en busca y captura porque no presentarse a la lectura del veredicto. El jurado le absolvió por una «duda razonable» al entender que el testimonio de las mujeres no ofrecía la suficiente credibilidad. El Tribunal Superior de Justicia del País Vasco ordenó que se repitiera el juicio, pero el Supremo le reprochó que se sobrepasara en sus funciones y confirmó la absolución. La orden de alejamiento sobre las mujeres se levantó.
La reclamación de los vecinos de la Campa de Justo, donde se ubican una decena de caseríos, data de hace 17 años, aunque en los últimos cuatro las quejas ante el Ayuntamiento han aumentado. Piden que se asfalte un tramo de la cuesta que atraviesa esta zona habitada, precisamente que limita con la propiedad de este vecino, para que puedan pasar ambulancias y Bomberos, además de vehículos particulares. Hasta ahora si quieren llegar hasta allí en coche deben dar un gran rodeo.
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Residentes en el entorno explican que este hombre, que vive con su madre anciana en el baserri, había colocado piedras en medio de la calzada marcando lo que él sostiene que es su propiedad. «Con el tiempo ha ido moviendo las piedras hasta que ya los coches no podían dar el giro», exponen. Una ambulancia llegó a quedarse inmovilizada.
En el barrio se había extendido la idea de que pesaba sobre el terreno un litigio judicial y esperaban a que se pronunciase la Justicia, aunque este proceso no se ha iniciado. Existe, por contra, un informe del área de Patrimonio que concluye de forma tajante que se trata de un camino de titularidad municipal.
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Las quejas vecinales han llegado hasta los consejos de distrito y de ahí a la concejala de Seguridad Ciudadana, Amaia Arregi, que ha decidido tomar cartas en el asunto. Para poder desarrollar los trabajos con seguridad, la Policía Municipal de Bilbao estableció un dispositivo contundente. Movilizaron a la Inspección de Refuerzo Táctico, más conocida como Unidad Canina, que suele trabajar en turnos de tarde y noche. A primera hora de la mañana, se desplegaron en la zona una decena de agentes con cascos y escudos, además de varias patrullas que custodiaban las entradas y salidas. Los policías tenían como objetivo proteger a los operarios, que trabajan con palas y mascarillas y bajo una enorme presión. Uno de los jefes de obra ha llegado a recibir amenazas directas e incluso ha sido perseguido con el coche, según la información que maneja la Policía.
A partir de las nueve de la mañana de ayer, una hormigonera accedió hasta ese punto para extender el hormigón y una máquina apisonadora fue alisando el pavimento. El vecino y su madre siguieron los trabajos desde un balcón de su casa. Los policías, bien pertrechados, se encontraban en la calle, frente a la vivienda. Según testigos, tanto la mujer como el hijo proferían gritos. Un individuo, que se presentó como su abogado, acudió al lugar con idea de paralizar la obra, aunque la Policía, que había establecido un cordón, le impidió el paso.
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Vecinos de las casas colindantes no ocultan su miedo y prefieren no realizar declaraciones. El asfaltado se desarrolló a lo largo de toda la mañana sin mayores incidentes, confirman fuentes municipales. Los trabajadores acabaron su labor pasada la una y media del mediodía.
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