Otxarkoaga, 60 años de sueños y de derribar estigmas
En la brecha ·
Vapuleado por la droga en los 80 y ahora por el paro, conserva el afán de lucha de sus primeros habitantes, que han dedicado su vida a mejorar un barrio hecho con prisassolange vázquez
Domingo, 5 de junio 2022, 01:17
Otxarkoaga está estos días de fiestas. Bajo el sol del mediodía, los jubilados de 'la plaza de la parada' -el corazón del barrio- siguen atentos ... el montaje de escenarios, txosnas, tiovivos... Lo hacen desde los bancos, evaluando esa infraestructura provisional con ojo crítico y hasta haciendo esquemas en el aire con las cachavas, como si fuesen punteros láser. ¿Serán los típicos 'ingenieros' que disfrutan criticando por criticar? No del todo. En Otxarkoaga, gran parte de los mayores saben mucho de montar y desmontar estructuras y construcciones: poseen la sabiduría y la maña de quienes tuvieron que levantarse una vivienda en unas horas para no dormir al raso.
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Porque ese es el prólogo de la historia de Otxarkoaga: sus primeros vecinos, hoy ya ancianos, llegaron a Bilbao hace más de seis décadas procedentes de distintos rincones del país -zonas rurales y pobres de Extremadura, Galicia, Andalucía o León- y, una vez en esta tierra prometida, se toparon con que les era imposible acceder a una vivienda 'normal'. Así que, en las laderas del botxo, fabricaron con sus propias manos las 'casitas', como ellos las llamaban revistiéndolas de dignidad. De este modo iniciaban su odisea bilbaína.
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Otxarkoaga, según sus vecinos
Así fue hasta que se construyó Otxarkoaga y todos dejaron atrás aquellos poblados de infravivienda -chabolas para el resto de los bilbaínos, nunca para ellos- y estrenaron un barrio totalmente nuevo, o más bien inacabado, que ellos tuvieron que 'terminar' a base de trabajo y reivindicaciones. Ahora celebran 60 años de aquel nuevo comienzo -en 2021, la fecha exacta, no se pudo por la pandemia- y, como en todo cumpleaños, hay algo de nostalgia y mucho de balance. De pararse a pensar quiénes somos, de dónde venimos y adónde vamos. Y este es un breve resumen: el barrio, donde viven actualmente algo más de 10.000 personas, ahora sí está terminado, al menos urbanísticamente, y tiene una vida efervescente que se nota en las conversaciones de acera a acera, en las terrazas, en el bullicio del mercado de abastos y en el abigarrado tejido de asociaciones que se ha ido creando.
En cifras
10.047personas viven en Otxarkoaga, de los que 1.299 son de procedencia extranjera.
338edificios y 50 comercios tiene el barrio. También 378 empresas (327 con 1 o 2 empleados).
10%es el porcentaje de receptores de RGI. La renta media familiar es de 24.406 euros.
Aquella maqueta de bloques de viviendas hecha con prisas (sin escuela, con las calles sin asfaltar) tiene desde hace años hasta estación de metro. ¿Todo bien entonces? No. Arrastra -y lo dicen los números- graves problemas como el paro, que pesa como una losa: la tasa de desempleo suele estar unos 10 puntos por encima de la media de la ciudad, según los datos de Lanbide anteriores a la pandemia. La renta familiar es de unos 24.400 euros, una de las más bajas de Bilbao, cuando la media de la capital vizcaína es de 45.800 y la de Abando, de 82.600, euro arriba, euro abajo. Así que, bueno, sí quedan cosas por hacer.
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El mantra «hay de todo»
Al menos, afortunadamente, empieza a sacudirse una de las peores lacras que ha arrastrado: una mala fama labrada durante los años duros de la heroína -que golpeó con dureza al barrio y se llevó a muchos hijos de aquellos emigrantes cargados de ilusiones- y que asentó la idea de que era un lugar peligroso, lleno de delincuencia, el 'territorio comanche' de la villa. Algo que, cada vez que ocurre un suceso trágico -como el asesinato de un matrimonio de ancianos en su casa hace cuatro años, a manos de dos menores- vuelve a asomar y a despertar viejos fantasmas.
«El secreto mejor guardado de 'Otxar 'es que lo que pensaban de nosotros nos llevó a demostrar lo contrario»
mikel toral
¿Cómo han llevado los hijos del barrio esa mala fama que, como las manchas difíciles, no se acaba de ir del todo? «El secreto mejor guardado de 'Otxar' es que la imagen que tenían de nosotros nos empujó a demostrar lo contrario, nos hizo más fuertes y conseguimos más de lo que la historia nos tenía reservado», explica Mikel Toral, activista cultural y uno de los primeros hijos de Otxarkoaga que llegaron a la universidad, ese sueño de todas las familias humildes. Para él es de justicia, casi una deuda, dar a conocer que los esfuerzos de los primeros moradores del barrio por dar a sus descendientes una vida mejor han tenido ya muchos éxitos. Por eso editó en 2009 el libro 'Otxarkoaga. Retratos', para demostrar que en el barrio «hay de todo», un mantra que repiten los vecinos desde hace 60 años.
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En él aparecen personajes con ocupaciones normales pero imprescindibles, y otros con profesiones más llamativas: la primera mujer del Parque de Bomberos de Bilbao, fotógrafos, criadores de caballos árabes, boxeadores, directores de cine, roqueros, futbolistas del Athletic (sí, Tabuenka era de Otxarkoaga)... O políticas como Begoña Gil, vicepresidenta de las Juntas Generales de Bizkaia y esposa del exlehendakari Patxi López. «¡Llevo muy a gala ser de Otxarkoaga! De hecho, nací allí mismo, en casa», relata Gil, que vino al mundo en el bloque 100 allá por 1967. «Mis amigos bromean y me dicen que, cuando conozco a alguien, a los cinco minutos ya he dicho que soy de 'Otxar'», proclama.
«En el instituto de Txurdinaga me surgió la conciencia de clase. ¡Había gente que hasta veraneaba en Benidorm!»
begoña gil
Ella cuenta que, tras una infancia felizmente callejera, sacó la cabeza del barrio y fue a estudiar al instituto de Txurdinaga, a tiro de piedra de casa pero a un mundo de distancia de lo que conocía. «Allí me surgió la conciencia de clase. Me sorprendí de que algunos alumnos tuviesen padres que trabajaban tras una ventanilla, porque en Otxarkoaga éramos todos hijos de obreros. ¡Y había gente que hasta veraneaba en Benidorm, no en el pueblo!», recuerda. Ella, lejos de amilanarse, en su juventud decía a veces que era de Otxarkoaga «solo para provocar».
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- ¿Cuántas veces le han dicho ese cumplido envenenado de 'pues no pareces de Otxarkoaga'?
- ¡Muchísimas! Pero esa estigmatización nos ha dado una fortaleza impresionante.
«Es que el abandono institucional al que hemos estado sometidos nos ha unido. Compartir problemas une y forja carácter», coincide en afirmar Txutxi Paredes, historiador, profesor y vecino del Otxarkoaga. Por eso, cuando las gentes del barrio se encuentran por el mundo, fuera de los límites de esta esquinita de Bilbao, y dicen «yo también soy de 'Otxar'», eso no es una simple afirmación, sino una contraseña que da a entender muchas cosas: que conocen el lenguaje 'ventana a ventana' y que, posiblemente, alguien de su familia sepa construir casas en plan clandestino en una sola noche.
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