Encapuchados revientan el batzoki de Zamudio para robar las cajas registradoras
La Ertzaintza sospecha que se trata de los mismos autores del asalto a un restaurante en Asua la semana pasada
Tres individuos, dos de ellos encapuchados, han reventado el acceso al batzoki de Zamudio para apoderarse de las cajas registradoras. El robo se perpetró en ... la madrugada de este martes en la calle Arbolantza, en el barrio Arteaga-San Martín, según ha confirmado un portavoz del Departamento de Seguridad.
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Según se aprecia en un vídeo grabado por vecinos, los ladrones detuvieron el vehículo en mitad de la carretera, sobre un paso de cebra, unos minutos antes de las dos de la madrugada. Dos de los asaltantes, que cubrían sus rostros con capuchas, forzaron la puerta de entrada y accedieron al interior del local mientras el tercero esperaba al volante del coche. Al irrumpir en el batzoki, saltó la alarma y los delincuentes apenas tardaron unos minutos en sacar las cajas tras arrancarlas de cuajo. Las metieron en el coche y huyeron a gran velocidad.
La Ertzaintza sospecha que detrás de este asalto podrían estar los mismos autores que robaron en el restaurante Katea de Erandio la semana pasada, ya que el 'modus operandi' es calcado en ambos casos. En aquel negocio también se apoderaron de dos cajas registradoras. El turismo con el que perpetraron el golpe era robado. Según los primeros indicios, los delincuentes utilizaron una barra de uña para fracturar el cristal. Una vez que se habían apoderado del botín, abandonaron la herramienta en el restaurante.
De negro y con guantes
Los dos encapuchados, que vestían de negro y llevaban guantes para no dejar huellas, introdujeron las cajas, macizas y con unos 500 euros en billetes y monedas en el vehículo. Las habían arrancado con la ayuda de la barra de uña. Se trata de cajas especiales automáticas.
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Dani, el gerente, ha decidido blindar las cajas para evitar que los ladrones vuelvan a aparecer. Lleva 40 años en la hostelería, durante los que ha sufrido «decenas de robos», por lo que se confiesa «harto». «Han llegado a entrar con la cara descubierta y no les pillaron», denuncia.
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