SERGIO GARCÍA
El Bilbao de Luis Gómez

CaixaBank y Zara hacen de Bilbao una ciudad única

La capital vizcaína es la primera donde dos líderes de las finanzas y la moda comparten espacio físico

Viernes, 18 de diciembre 2020, 00:34

Lo que pasa en Bilbao no sucede en ningún otro lugar. El número 23 de la Gran Vía bilbaína ha vuelto a recuperar parte de ... su esencia con un proyecto arquitectónico pionero a nivel mundial. CaixaBank, el gigante bancario español, ha tomado el testigo de la antigua BBK al compartir espacio con uno de los monstruos textiles de Amancio Ortega –Zara– en uno de los edificios más emblemáticos de la capital vizcaína. Mientras la flagship store de moda ocupa la planta baja, a ras de calle, y los dos primeros pisos, en el tercero y cuarto se ha instalado CaixaBank. La entidad financiera ha trasladado a 60 empleados a sus nuevas dependencias. Se trata de una espectacular operación por la magnitud de sus protagonistas y ser la primera vez que el mundo del diseño y el bancario estrechan vínculos patrimoniales. Aunque por distintas puertas, los empleados de una y otra firma acceden a diario a sus respectivos puestos de trabajo casi por el mismo sitio.

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La materialización de este proyecto es fruto de la casualidad. Debió ser Mango y no Zara la que se asentara en uno de los emplazamientos más codiciados del mejor eje comercial de Euskadi. La compañía de Isak Andic pagó lo suyo para levantar su mayor tienda europea: más de 40 millones de euros. Sin embargo, un viraje inesperado y un proyecto finalmente frustrado colocaron de inquilinos a dos invitados inesperados, líderes ambos, pero cuya actividad empresarial nada tiene que ver. El destino les ha unido y ahora tienen al mismo casero.

CaixaBank llegó al País Vasco hace 38 años y recaló en el número 38 de la Gran Vía bilbaína. «Ahí hemos ido creciendo y viviendo. Ahora nos desplazamos a un edificio que nos hace ilusión, porque allí estuvo antes la antigua Caja de Ahorros y donde queríamos centralizar los servicios territoriales, que teníamos un poco dispersos por Bilbao», explica Kepa Badiola, director territorial norte de CaixaBank y máximo responsable de la entidad financiera en Asturias y Cantabria, además de en Euskadi.

A diferencia de Inditex, cuyo diseño quedó algo por debajo de las expectativas de parte de su clientela, las nuevas dependencias bancarias destacan por su luminosidad. Y los tonos ocres y maderas muy claras, que han desplazado a los grises históricos y marrones oscuros. No se advierten cables por ningún lado. El recorrido por las dos plantas se asemeja a una visita museística, pero de las de altura.

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Como un museo

De sus paredes cuelgan obras de artistas como José Zumeta, Diego Vasallo, Alfonso Gortázar, Eduardo Chillida… Todas forman parte de la colección Testimonio de la Fundación La Caixa. Hay cuadros por todos los lados, a cual más espectacular. Como el arte es cuestión de gustos, este periodista no le quita el ojo a uno de Luis Krauel, pintado en 2003. Y se imagina en el salón de su casa el '18.000 cm2', de Prudencio Irazabal, que ha acompañado la trayectoria profesional de Badiola. Semejante joya está en su despacho.

Sorprende la enorme cantidad de sofás que uno encuentra en cada paso que da. No son para sestear en ellos, obviamente, sino para facilitar la «integración» de los empleados. Los 'chester' están concebidos para que los empleados atiendan incluso en ellos a los clientes e «interrelacionen» con otros compañeros. Los nuevos tiempos están marcados por salas abiertas revestidas de mamparas y paneles absorbentes que minimizan el impacto del sonido y favorecen la versatilidad. El espacio no es de nadie en concreto y es, a la vez, de todos. Esa es la filosofía imperante.

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Sin despachos

Con 1.150 metros cuadrados en cada planta, hay una cosa que llama la atención por encima de todo: la ausencia de despachos. En realidad, solo hay dos: uno para el director y otro, «por razones de privacidad», para el responsable de recursos humanos. «Desde el punto de vista arquitectónico, la transversalidad es el alma máter. Venimos de una estructura piramidal, espacialmente hablando, donde todo el mundo, más o menos, tenía despachos. Ahora los equipos están más abiertos. Todas las salas de reuniones que hay aquí no son de ningún empleado en particular, son de todos y todas son de los clientes. En las estructuras antiguas –explica el arquitecto Juan Carlos de la Fuente– la gente tenía su mesa y su sala de reuniones incorporada al despacho».

Eso ya es historia. «Partimos de la base de que todos los empleados trabajan con un Smart PC y pueden hacerlo desde cualquier sitio. Es la movilidad total», remarca. Badiola insiste en que la pirámide se ha aplanado mucho. «Antes cada uno estaba encerrado en su despacho. Ahora todo es mucho más colaborativo. Todo el mundo sabe cuál es el papel que juega dentro de la organización. Cada uno tiene su rol, pero cada vez es menos piramidal». Para potenciar la a veces necesaria privacidad, se han dispuesto pequeños locutorios individuales. Es como una vuelta al pasado. «Si en un momento concreto alguien tiene que hacer una llamada más privada, puede trabajar dentro de ellos y despachar cómodamente», detalla De la Fuente.

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Un ultimo vistazo a las modernas y estudiadas instalaciones de CaixaBank descubre la inexistencia de armarios. Por el contrario, destacan unas taquillas, «no para dejar el bocadillo», sino para guardar el teclado. «Son políticas concebidas para que todo el mundo recoja la mesa todos los días. Humildemente, no hemos desarrollado una labor arquitectónica y a partir de ahí hemos creado un sistema de trabajo, sino que a una estructura laboral concreta hemos intentado dar respuesta con la arquitectura», detalla De la Fuente. Con arquitectura y tecnología de vanguardia, porque el edificio inteligente, por supuesto, se controla desde Barcelona.

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