La inventiva se cotiza bajo
España encadena ocho años seguidos de caídas en las solicitudes de patentes nacionales y en las europeas solo supone el 1% pese a ser la cuarta economía del euro
José Antonio Bravo
Viernes, 3 de marzo 2017, 10:20
Tradicionalmente el consejo que se daba a los jóvenes emprendedores se asemejaba mucho a aquello del «inventa, que algo queda». Pero cuando estamos hablando de un país como España, cuarta potencia económica de la Eurozona y donde, como en todas las economías desarrolladas (OCDE), el éxito o el fracaso también se mide en números, el hecho de que encadena ya ocho años seguidos de caídas en las solicitudes de patentes a nivel nacional es un dato malo realmente malo.
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Y los primeros que así lo dicen son los propios actores del sector, que tenían la presunción de que en 2016 el país «por fin lograra encontrar su suelo» en lo que se refiera en el descenso continuado de patentes que comenzó justo con la crisis (el último con incrementos en ese tipo de registros fue 2008). El descenso contabilizado el ejercicio pasado fue realmente mínimo, de solo el 1,14% -de hecho, en el primer semestre había logrado incluso una leve mejora del 0,21%-, pero suficiente para retrasar la ansiada recuperación un año más. Sin embargo, 2017 no ha empezado precisamente bien y en enero se produjo un descenso del 10%.
Durante 2016 se registraron un total de 2.849 patentes en España y, curiosamente, cuatro de cada 10 (el 39%) se realizaron de forma presencial (en papel) y no por vía electrónica o telemática pese a estar hablando de uno de los ámbitos donde el desarrollo tecnológico debería estar más presente. Y es que, como reza el conocido refrán, «en casa de herrero, cuchillo de palo». Y ese «herrero» aquí, según la estadística oficial de la Oficina Española de Patentes y Marcas (OEPM), se muestra más activa en Andalucía, Madrid y Cataluña, donde se inscriben una de cada dos patentes.
Desde el bufete Pons, especializado en asuntos de propiedad industrial e intelectual a nivel internacional, apuntan al respecto la necesidad de «una mayor involucración y audacia de las Administraciones Públicas en el incentivo a la innovación». Y ponen como ejemplos positivos de lo que debería ser ese respaldo el llamado cheque innovación de la Comunidad de Madrid o las ayudas de Castilla y León para fomentar proyectos empresariales de pymes basados en la innovación, entre otras iniciativas. «Hay que salir del atolladero en que nos encontramos», señala Nuria Marcos, su directora general.
Y es que el problema del reducido número de patentes españolas también se nota en Europa, aunque según los expertos menos. Allí, por ejemplo, las solicitudes españolas sí han vuelto a registrar aumentos anuales, un 3.8% en 2015 -aunque el año pasado, del que aún no se conocen los datos finales, como mucho habrá igualado resultados o incluso puede haber sufrido un pequeño descenso-. Es algo que se explica porque bastantes compañías, sobre todo las de mayor tamaño, aspiran a competir en el exterior y una patente solo nacional «les sabe a poco según el tipo de invento que se quiera registrar». El problema es que su cifra continúa siendo claramente baja en comparación al resto de socios europeos, hasta el punto de que solo representan el 1% del total registradas en la UE.
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Los datos proceden de la Oficina Europea de Patentes (EPO) y también de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (WIPO), que sitúan en una media anual de 1.500 las demandas de patentes internacionales que proceden de España. Asimismo, ni una sola empresa española aparece entre las 100 europeas que más inventos registran y, si tomamos el dato promedio por habitantes, nuestro país ocuparía el puesto 24 en una Unión Europea de 28 Estados miembros, superada por ejemplo por Eslovenia, un país que se incorporó a la Eurozona ocho años después que España y cuyo Producto Interior Bruto (PIB) resulta 27 veces inferior.
El parón político se acusó
Aquellos que prefieren ver un atisbo de luz en el túnel aducen que parte del mal comportamiento de la inventiva española en 2016 se debe a los políticos, y esta vez por motivos directos y sobradamente conocidos. «El parón institucional del año pasado, con 10 meses de un gobierno provisional, afectó de lleno a muchas cosas y una de ellas fueron las subvenciones, de las que se nutren universidades y entes públicos para promocional luego la actividad innovadora», apuntan aducen desde Pons y otros despachos especializados en la materia.
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La prueba de que sí existe actividad emprendedora pero no cuenta con el respaldo necesario, y eso se deja notar en que los niveles de innovación no son satisfactorios, es que las peticiones de nuevas marcas ante la OEPM sí están ya en números positivos; en concreto, con dos años seguidos de aumentos tras cerrar 2016 con una mejora del 2,7% (52.103 registradas en total). Los expertos lo achacan a la propia mejora de la actividad empresarial y económica en general del país, pues ese tipo de solicitudes «son un termómetro fiable de la apertura de nuevos negocios o de la salida al mercado de líneas de comercialización distintas de las ya existentes».
España, en cualquier caso, sigue siendo deficitaria en inversiones en investigación y desarrollo (I+D) en relación a su riqueza. Lo dice la denominada Fundación para la Innovación, Cotec, y se basa en datos oficiales de Eurostat, la agencia estadística europea. En nuestro país solo se destina el 1,22% del PIB a I+D, su nivel más bajo desde principios de la última crisis (1,23% en 2007). En términos absolutos fueron 13.674 millones de euros en 2015 (las últimas cifras del INE), un 5,5% más que el ejercicio anterior, pero en cifras relativas son ocho décimas menos que la media europea (2,03%), y hasta 1,6 puntos por debajo de la 'locomotora' europea, Alemania (2,87%), un punto menos que Francia (2,23%) y, eso sí, solo dos décimas por debajo de Italia (1,33%), los tres países de la Eurozona con mayor actividad económica que España.
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