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La demolición del parking del Ensanche inicia el trasiego de camiones por Abando
Una vez tumbada la estructura, la próxima semana se empezará a sacar el escombro y a finales de enero se iniciará la excavación de dos plantas más
La obra de ampliación del parking del Ensanche es sencillísima y compleja a la vez. Lo fácil es hacer un agujero para meter coches dentro, ... infraestructura sin mayores complicaciones técnicas. Lo difícil es compatibilizar los trabajos con el discurrir de la rutina diaria en un entorno tan céntrico, con tanta gente y con tanto comercio. Pues los trabajos, por el momento, discurren con toda la placidez que se podría desear. Vecinos y gestores de obra dicen que las cosas van bien. Aunque ahora va a empezar el trasiego de camiones.
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Es porque ya se ha concluido la demolición de la estructura. Es decir, donde antes había una plaza y tres plantas de aparcamiento subterráneo ahora ya hay un hueco. Ese trabajo, la demolición, arrancó en octubre y se prolongó durante casi dos meses. En un principio el ánimo era ir evacuando escombro a medida que se fuese produciendo el destrozo, pero finalmente, según explican fuentes oficiales, esos restos se han quedado en el fondo del agujero que ahora es visible. Así que llega el momento de evacuarlos.
«La semana que viene empezaremos a sacar camiones», explican los mismos medios. Hasta 40 diarios circularán por el barrio de Abando. En concreto, saldrán por Henao, por la rampa que en el futuro dará acceso al estacionamiento subterráneo, una pendiente que ahora se está hormigonando. Y luego, la previsión es que a finales de enero se comience a excavar para ganar «nueve metros de profundidad» con el fin de acoger dos plantas nuevas, que se sumarán a las tres que había hasta ahora.
Uno de los temores que generaba esta obra era que, estando tan cerca de las viviendas, y siendo estas viviendas bastante antiguas, pudiese generar grietas en los edificios. Pero, según aseguran los gestores de este tajo –controlado por el Área de Movilidad y Sostenibilidad–, no ha habido problemas. Antes de arrancar se llevó a cabo un estudio de las patologías que pudiesen tener los inmuebles cercanos y se vio que únicamente «uno tenía fisuras previas» y que, dicen, no han empeorado.
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Los vecinos también hacen un balance positivo. Los residentes más próximos a la obra se han juntado en esa especie de asociación oficiosa que es un grupo de wasap, y Fernando Cayuela oficia de portavoz. «Todo va razonablemente bien», valora. Su balcón se asoma justo al agujero y, «salvo los ruidos inevitables en un trabajo de este tipo», no hay más que comentar. Ni polvo («utilizan mangueras con agua para evitar que se propague») ni vibraciones conocidas que hayan causado daños.
La ampliación del parking del Ensanche es una de las obras más ambiciosas que está llevando a cabo el Ayuntamiento de Bilbao. La vieja instalación se cerró el pasado mes de abril y se empezó con los trabajos previos; lo primero fue dejar expedita la superficie en la calle, desde mover el kiosco de prensa hasta picar aceras. También se hicieron modestas demoliciones preparatorias en el interior de la instalación que consistieron en echar abajo la tabiquería y los elementos más livianos. Y como desempeño más complejo estuvo reforzar los muros perimetrales, es decir, preparar la estructura para que soportase la demolición.
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El objetivo final de la obra es pasar de las tres plantas que había antes a cinco. Eso supondrá que la capacidad suba de 351 plazas a 549. Uno de los pisos, el más bajo, será para residentes, que hasta ahora no tenían espacios reservados. Aquí hay una polémica porque la asociación vecinal Uribitarte Anaitasuna pide que se reserven más huecos para vecinos. En su opinión, tiene poco sentido que se haya implantado una zona de bajas emisiones para reducir el tráfico en el centro y, al mismo tiempo, se está construyendo una infraestructura con más capacidad para acoger a los vehículos que llegan de fuera. Han pedido al Ayuntamiento los estudios en los que ha basado su decisión para dejarles una sola planta, dicen no haberlos recibido, y han logrado que la Comisión Vasca de Acceso a la Información Pública, el organismo de Transparencia del Gobierno autonómico, les dé la razón y requiera al Consistorio diligencia.
Una concesión flexible
Mientras esto se dirime, la obra seguirá avanzando. La excavación durará más o menos un año, y luego vendrá la construcción de la cimentación y los nuevos forjados que conformarán las distintas plantas. Y por último se abordará la urbanización de la plaza que coronará el parking. Todo se estrenará, si no hay problemas, en otoño de 2026.
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Quien está llevando a cabo la obra es una UTE liderada por Viuda de Sainz, la firma que ya explotaba la instalación antes de su cierre. El tajo costará 18 millones de euros. Aunque la propiedad será pública, la firma constructora podrá rentabilizar la inversión explotando durante tres décadas cuatro de las cinco plantas de aparcamiento (la última, como ya se ha dicho, será para residentes). Además, abonará al Ayuntamiento un canon anual total de 680.000 euros.
Como en el transcurso de treinta años pueden pasar muchas cosas en términos de movilidad, y quizás se requiera más espacio para habilitar aparcamientos de residentes, el Consistorio podrá rescatar para este fin plantas inicialmente reservadas para rotación. El precio por planta oscila entre los 4,35 y los 5 millones de euros, cantidades que menguan a medida que pasa el tiempo.
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