«El registro de acceso va a restar clientes a los salones de juego»
Negocios y usuarios reconocen que el nuevo sistema, que exige un reconocimiento facial para entrar a estos locales, «es un engorro» pero que garantizará el veto a la entrada de «ludópatas y menores»
La entrada en funcionamiento este miércoles del nuevo sistema de registro y control de acceso a los salones vascos ha alterado notablemente su actividad desde ... primera hora de la mañana. En torno a las doce del mediodía había al menos media docena de clientes, pero las dos camareras estaban muy ajetreadas porque el trabajo estaba siendo un poco «lioso», aunque la mayoría de los clientes se estuviesen mostrando comprensivos. «Tenemos que pedir a todos que se registren por primera vez, y luego esperamos que podamos volver a funcionar con normalidad», subrayaba una de ellas mientras completaba la operación con un cliente al que el sistema no le reconocía el escaneado del DNI y tenía que proceder a introducir sus datos en una tablet, sacarle una foto con una minicámara y pedirle que firme «con el dedo» en la pantalla. A partir de ahora, le aseguraban, el sistema de reconocimiento facial bastará para reconocerle y dejarle entrar «sin más esperas».
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«vaya rollo, si es que se te quitan las ganas de entrar», subrayaba este cliente que confesaba haber aceptado a realizar este trámite, «porque me gusta venir aquí a tomar el café y de vez en cuando a cenar, que si no.... ¡A ver si se van a pensar que soy un ludópata!», bromeaba, mientras las trabajadoras le informaban que no. «Es justo lo contrario, ahora tendremos la garantía de que no entran adictos al juego», subrayaban.
Jon Ander Pérez también los consideraba así. «Está muy bien que se controle». El es un joven trabajador en una empresa de la zona, «y no me va a cambiar mi rutina esta exigencia porque me gusta venir aquí a desayunar a diario, estoy a gusto».
Desde hoy, ningún cliente podrá entrar a un salón de juego en Euskadi sin pasar antes por un control de acceso como éste. Tampoco a la zona de bar con la que cuentan muchos de estos establecimientos. La medida se pone en marcha menos de nueve meses después de la entrada en vigor de la nueva Ley vasca del Juego, entre cuyas medidas destaca la obligación de controlar la admisión mediante sistemas informáticos para evitar la entrada de menores y personas incluidas en el Registro de Interdicciones de Acceso al Juego, es decir, ciudadanos con problemas de adición o con sus facultades limitadas. Al cierre de 2021 eran 1.333 en todo el País Vasco. En Bizkaia hay 135 salones de juego, en Gipuzkoa 81 y en Álava 40.
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En otro establecimiento santurtziarra reconocían que la mañana estaba siendo más tranquila de lo habitual. No se habían registrado problemas, pero al menos dos personas habían renunciado ya a dar sus datos y se habían marchado. «Esta medida al final nos va a restar clientes», lamentaba uno de los empleados. En el interior Arantza García, sin embargo, desayunaba con absoluta tranquilidad. «Yo no juego nunca pero suelo venir a tomar un café y no tengo problema en dar mi nombre», remarcaba sentada a una mesa junto a su compañero y su perro, que descansaba tumbado en el suelo.
«A algunos les parece ridículo»
En este caso la entrada es parecida a un acceso del metro, con una canceladora donde tienes que poner el DNI y, si estás registrado, se abren las dos puertas de cristal. Según explicaron los trabajadores, en su caso los problemas que se les están presentando son menores, «porque empezamos a utilizar el sistema de registro hace ya dos días y muchos de los clientes habituales que les gusta venir a tomar el pote o el café ya están registrados».
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Según explican, la aceptación ha sido buena, «aunque a algunos les parece ridículo». Los más reacios, han asegurado, se quejan de que «no saben realmente qué se va a hacer con sus datos, por mucho que les insistimos que solo se quedan bien protegidos en nuestro sistema de control de acceso».
Una empleada se quejaba, sin embargo, de que estas puertas que limitan el acceso se tengan que poner a la entrada del establecimiento, «y no solo limitando la zona donde se ubican las máquinas de juego, como me han dicho que se ha hecho en otras comunidades que así permiten que la gente que no juega pueda venir hasta la barra a tomar algo». En cualquier caso, dan por buena la medida «para limpiar la imagen de los salones de juego, porque nos tenían bastante demonizados». Se muestran de acuerdo con que no puedan entrar aquellos ludópatas que lo tienen prohibido para intentar curarles de su adición y también los menores. «En realidad, nos han quitado un peso de encima, porque hasta ahora estábamos todos los días pendientes y pidiendo los DNIs a los que nos parecían que no tenían 18 años», han remarcado.
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En el Salón de Estraunza el reconocimiento facial funcionaba «a la perfección». «Utiliza datos biométricos para garantizar la identidad», aseguraba uno de sus camareros. De hecho, en cuanto una persona no registrada se acercaba, empezaba a pitar. Aunque en este caso, no había puertas automáticas que le impidiesen el acceso. «Las vamos a colocar en estos días», puntualizaban.
En el Salón de Juego Jai-Alai de Santutxu sí tienen todo el sistema completamente operativo, y los clientes aseguraban que las molestias eran «mínimas». «Tardas apenas unos minutos en registrarte, y luego las puertas se abren en cuanto de acercas», subrayaban. Y los propios trabajadores insistían en que la Ley de protección de datos garantizar la seguridad de los clientes. «El sistema es único y exclusivo de este local, solo guarda el nombre, los apellidos, el DNI y la fecha de nacimiento, pero no el domicilio», explicaban. Además, en cuanto alguna persona tiene prohibido acceder a locales de juego, «salta la alarma y no puede entrar».
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En la céntrica calle María Díaz de Haro, Julio César salía de un Salón de Juego Kingball sin apenas clientes a primera hora de la tarde. A su juicio, estos locales pueden pagar esta medida con una menor asistencia. «A ver qué consecuencias tienen, pero yo creo que mucha gente dejará de venir, sobre todo los de primera hora, que apuraban aquí el café antes de irse a trabajar».
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