El sol inunda la estancia entrando por los ventanales del último piso del edificio que levantó la Naviera Aznar. Cuando Gonzalo Olabarria entra en el ... despacho apunta hacia el ayuntamiento. «Todos los días la veo», añade el responsable de Cultura como prefacio a la charla. Llevaba tiempo buscando información sobre la bandera de nuestra villa y quiso el destino que nos encontráramos en la exposición de Tomás Ondarra en Zubiarte ante la lámina dedicada a ella. Así supe que formó parte de quienes pelearon, hasta hace poco, por su oficialidad.
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Casi todas las banderas nacieron en la mar. Y de ondear sobre las aguas pasó a señalizar territorios. Siendo nosotros de alma marinera no era raro que optáramos por esta vía. Resulta imposible saber cuándo y cuál se usó por vez primera. Así que recurriremos a los papeles. En 1845 se aprueba la contraseña de la Provincia Marítima de Bilbao. Era la del diseño actual. Medio siglo después, en 1895, su uso es habitual. Pero existe otra. Blanca y con aspas similares a las de la Cruz de San Andrés. No era un gran debate ya que solo en contadas ocasiones, como en fiestas patronales, se izaba. Así que decidieron su uso, pero no su oficialidad.
Ya en el siglo XX, arrancando los 60, surge de nuevo la polémica. Unos la del cuadrado, otros la de las aspas. Ante la duda se consulta al archivero municipal, señor Basas. Deja claro que la de las aspas representa al Consulado y no a la villa. El error venía de 1919. El 25 de julio de ese año el Ayuntamiento decidió izarla. A saber la razón, porque no existen documentos al respecto. Pero Basas insistía, años después, en que la bandera matrícula era la que era. Blanca con cuadrado rojo junto a la vaina. Y se aceptó. Pero seguíamos sin ponerle sello oficial.
No deja de ser curioso que en una tierra donde la guerra de banderas estaba casi hasta en el programa de Aste Nagusia hubiera tan escaso interés por la enseña de la capital. Pero alguien se da cuenta y se abre el expediente X de las banderas sin oficialidad. El proceso se inicia el 14 de abril de 2008. Hay una consulta donde se pregunta a entidades y a expertos. No fue fácil. Patrimonio Histórico indaga sobre formas y colores. Y aparece también la del Consulado. La de aspas rojas sobre fondo blanco. Así mismo encuentran la de la Provincia Marítima de Bilbao. Y parece claro que la primigenia era la segunda.
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Un año después, en 2009, se pide un informe a la Sociedad Española de Vexilología. Su respuesta ayuda poco. No se decantan por ninguno de los dos modelos. Siguen las pesquisas y se pregunta a Eusko Ikaskuntza. Es 10 de noviembre de 2015. Les dicen que su uso fraudulento no implica oficialidad y añaden que no es propiedad del Ayuntamiento sino de la Capitanía Marítima, así que deberán preguntarles al respecto. Lo hacen y el Ministerio de Fomento responde que no es cosa suya. Era un laberinto sin aparente final. Pero había que seguir.
El vexilólogo confirma, por fin, que «en forma, es correcto de diseño». Era una señora bandera. Otra cosa era su propiedad. No habiendo acuerdo plenario, teniendo en cuenta que se usaba de manera oficiosa y que los organismos no confirmaban ni desmentían se remite a Juntas. Y es aprobada. Koldo Mediavilla, secretario general, lo certifica en documento el 30 de mayo de 2018. El 17 de junio aparece en el Boletín de Bizkaia. Por fin es oficial. Y de paso, hacen lo mismo con nuestro escudo. Dio menos problemas, pero otro día hablaremos de él.
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Hoy nos quedamos con una dama definida así: «Rectangular. De proporción 2:3, blanca, con dado rojo superior junto a la vaina. Este dado ha de ser cuadrado y de lado la mitad de la vaina». Así de simple. Así de amplia. Al fin y al cabo su enigma podría haber inspirado relatos de Salgari, Stevenson o Julio Verne. Al fin y al cabo, no es un trapo cualquiera. Sino la mismísima bandera de la capital del mundo mundial.
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