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Vista Alegre multiusos

Antonio Fernández Casado

Miércoles, 13 de enero 2016, 02:40

Unos años después de la desaparición del coso donostiarra de Atotxa y posterior inauguración de El Txofre, el 7 de junio de 1908, se inauguró ... en San Sebastián una plaza de toros multiusos en el barrio de Martutene. El recinto estaba equipado con una cubierta acristalada, la cual se adelantó casi un siglo a la filosofía que inspiró el actual escenario de Illumbe. Para acreditar la multifuncionalidad del nuevo circo, se estrenó, el 13 de mayo del mismo año, con un concierto de la Orquesta Sinfónica de Berlín, dirigida por Richard Strauss. Por desgracia, el escenario era un proyecto arquitectónico excesivamente avanzado para la época, ya que la cubierta diáfana se sustentaba sobre un número de columnas excesivo, las cuales obligaban a reducir el diámetro del redondel e impedían verificar corridas de primera categoría. Además, la acústica tampoco resultaba la más adecuada para acoger eventos musicales. Pese a la buena voluntad de sus promotores se demolió en 1923. No obstante, en la misma capital, contaron con el coso de San Martín, anterior al de Martutene, que además de acoger corridas se podía reconvertir en frontón.

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Esos mismos días, Bilbao no se quedó atrás en innovación taurina, gracias al marqués de Villagodio, quien construyó su propia plaza de toros en Indautxu. Y además contrató a Leonardo Rucabado para que llevase a cabo un proyecto parecido al de Martutene, el cual se inauguró el 15 de agosto de 1909. El diseño original, que pretendía cubrir el techo del recinto en su totalidad, hubo de ser desestimado debido al alto costo de la vidriera cenital.

En 1957, el entonces presidente de la junta de administrativa de Vista Alegre, Federico de Ugalde, propuso la construcción de una nueva plaza de toros en Olabeaga, cubierta y de uso polivalente, capaz de reconvertirse en palacio de deportes los días que no se celebrasen festejos taurinos. Justo en el emplazamiento que con anterioridad habían ocupado dos caseríos -Morgan y Matxintxu-, en el que se disponía de 660.000 pies cuadrados. El presupuesto económico era de treinta millones de pesetas. Tres prestigiosos arquitectos bilbaínos -Ignacio Smith, Hurtado de Saracho y el propio Federico Ugalde- fueron los encargados del proyecto original, que nunca llegó a convertirse en realidad. En San Sebastián, en 1988 se levantó el actual circo multiusos de Illumbe, veintiocho años después de que el Ayuntamiento de la época autorizase el derribo del Txofre para permitir una vergonzosa operación urbanística.

Estos días, los aficionados bilbaínos a los toros leemos en la prensa el plan del Ayuntamiento para que el actual coso de Vista Alegre tenga un uso polivalente a lo largo de todo el año. Incluso los distintos portavoces municipales -pros, antis, y equidistantes- se han manifestado acerca de esta posibilidad exponiendo sus distintos criterios. Nada que objetar a la idea sino todo lo contrario. En cualquier caso, hay que recordar a estos señores y señoras las numerosas oportunidades que han tenido, desde que llegó la democracia a este país, de convertir al actual plaza de Vista Alegre en un escenario multiusos.

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Los últimos casi cuarenta años se han construido en Bilbao docenas de nuevos edificios públicos y de uso lúdico para acoger ferias de muestras, polideportivos, frontones, teatros, auditorios y otros tipos de equipamientos, sin buscar una utilidad alternativa al recinto de Vista Alegre. Lo que nos lleva a recordar a los munícipes bilbaínos que la plaza de toros fue una iniciativa popular promovida a finales del siglo XIX por aficionados que posteriormente laregalaron a la Casa de Misericordia y al Hospital Civil -de donde heredó el cincuenta por ciento de su propiedad el Ayuntamiento-; instituciones que durante más de cien años, en parte, se han financiado gracias a los beneficios que generaban las funciones taurinas que se ha acogido el recinto bilbaíno.

De igual manera, a los aficionados bilbaínos a los toros nos parece bien que no se financien las entrada de las Corridas Generales, pero nos gustaría que se valorase, se capitalice, o se nos devuelva de alguna manera, el dinero que ha generado la actividad taurina a lo largo de 135 años de existencia de la plaza (reconstruida en 1962). En caso contrario que devuelvan la plaza a los mismos aficionados que en su día la regalaron a las dos citadas instituciones de beneficencia. No nos sirve leer que las últimas temporadas casi se pierde dinero. ¿Dónde están los beneficios que se ha generado todos los años anteriores?

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Al mismo tiempo, me gustaría informar a los concejales y concejalas -pros, antis y equidistantes-, que tomen nota de algunas de las cientos de actividades de carácter social que se han promovido en la plaza de toros de Bilbao durante más de un siglo: a beneficio de los obreros en paro -en varias ocasiones-; de las familias de marineros, básicamente bermeanos, afectados por distintas galernas; de los afectados por terremotos en Andalucía e inundaciones en Consuegra; para conseguir fondos para levantar un velódromo en Bilbao; a beneficio del Colegio de Ciegos y Sordomudos de Deusto; a favor de las familias de los fallecidos en la construcción del nuevo Teatro Arriaga; a favor de los familias de los soldados de Garellano que participaban en la guerras de Melilla y el Rif Sin olvidar varios cientos de iniciativas de carácter gremial, en favor de barberos, dependientes de ultramarinos, dependientes de comercio, modistas, ferroviarios, automovilistas, matarifes, oficinistas estudiantes, pelotaris, periodistas

Fue un regalo de los aficionados a Bilbao. Si ya no lo quieren, que nos lo devuelvan.

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