El RETAbet grita que quiere vivir

Todavía hay vida. El RETAbet lo gritó ayer con fuerza, roto por el esfuerzo y la entrega, tembloroso y sacrificado, abonado al sufrimiento extremo para superar a un pegajoso Fuenlabrada. Un triple providencial de Jenkins y dos tiros libres convertidos por Brown fueron la guinda de una tarta hecha de trabajo y sudor. Así se construyen los milagros, con fe ciega en lo imposible y sin miedo a los peligros que acechan por el camino.

Era el partido de la temporada. La hoja de ruta estaba clara y en ella no había sitio para la especulación ni cálculos, solo la palabra victoria subrayada en rojo y una flecha que apuntaba hacia arriba señalando el mundo de los vivos. Hace tiempo que el Fuenlabrada figuraba en un lugar destacado del calendario de los hombres de negro, conscientes de que no había más alternativas que ganar. Seguir con pulso en la ACB pasaba por derribar a los madrileños y conservar la esperanza en un futuro mejor. El equipo salió con todo y hasta Ondrej Balvin, con un solo entrenamiento tras su confinamiento por coronavirus, se apuntó a la batalla, con físico mermado y ganas de ayudar.

Quien mejor interpretó las señales de alarma fue Arnoldas Kulboka. El lituano abrió el partido con un festival de canastas, todas sin fallo. Cada lanzamiento dejaba olor a pólvora y el sonido celestial que hace la red al tragar la bola. 12 puntos en un abrir y cerrar de ojos para el francotirador báltico, quien hace nada salió del confinamiento para apuntarse a la batalla final.

Ambos rivales peleaban cuerpo a cuerpo. La entrada de Álex Reyes dio aire a un equipo justo físicamente. El alero cuajó buenos minutos, con cinco puntos y una gran defensa que conllevó la conquista de más de un balón. Se le echaba de menos intenso, decidido y con las ideas claras.

No había ninguna duda de que tocaba remar hasta romperse los brazos. El paso por los vestuarios sentó un poco mejor al Fuenlabrada, que encontró en Alexander su arma principal. El ala-pívot acabó con 22 puntos y 36 de valoración, bien escoltado por Cheatham, letal desde la línea mágica. Brown ponía velocidad y bravura, Balvin, al que le faltaba aire, cogía rebotes y aportaba algún que otro punto, con un rival cada vez más intenso. Los visitantes tomaron el control del marcador (55-59), pero dos triples de Jenkins devolvieron el color a las mejillas de los hombres de negro.

Un parcial de 9-0 puso cuatro arriba a los hombres de negro (70-66), pero el Fuenlabrada devolvió el golpe con un 0-5. Los errores se sucedían en ambos bandos, pérdidas y pases fallados, nervios disparados. Brown asumió el protagonismo junto con Jenkins, dos pistoleros cargados de dinamita.

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