Una representación de la 'modernez' –discúlpeme la expresión– es que parece que todo ha de ser aquí y ahora. El ayer parece que no existe ... y el futuro, ¿qué futuro, para qué hablar de ello?. Sólo cuenta lo que está sucediendo en este mismo momento como haciendo entender que lo que me rodea ya tiene lo suyo. Para verlo en positivo, es poner el foco de atención en esto precisamente que está haciendo ahora mismo: leer. No piense en nada más. Luego ya veremos.
Publicidad
A Zeljko Obradovic no lo tenemos precisamente, como un estandarte de la 'modernez' mal entendida, sino más bien como un entrenador que sabe bien lo que hace desde bastantes años atrás. Es tal su impacto en los equipos que está en sus plantillas, que ha ganado el respeto de todos los entornos del basket no por sus resultados sino sobre todo por su capacidad profesional y personal de trabajar con jugadores. Los hace mejores tras pasar por sus manos en la mayoría de los casos. Obradovic sabe, y así lo transmite, que hay que vivir cada posesión al máximo, pero al máximo de verdad, y así como comprende los fallos que se puedan cometer, no cede ni un ápice a los errores cometidos. Esos, lo sabe bien, se lo llevan los demonios.
La temporada pasada revolucionó al Partizan con prácticamente una plantilla nueva. De la anterior no quedó nada y comenzó un nuevo ciclo con otra serie de jugadores, más adaptables y entrenables a su manera de entender el baloncesto, con otro aire diferente para construir un equipo con la solidez y personalidad que el Partizan exige. De hecho, estuvo a punto de participar en el play in de la Euroliga, en una amalgama de físico, capacidad atlética y calidad en especial individual.
Para el Partizan de esta temporada decidió, junto a la dirección deportiva, que el equipo tenía que tener más talento en sus interiores, que no lo son tanto, con Osetkowski y Jabari Parker, y sumar más fuego en los pequeños con la llegada de Milton. Estas incorporaciones están provocando que el juego del equipo pueda tener una de esas características que sí tiene el nuevo basket continental: la versatilidad.
Publicidad
En Serbia, donde los exteriores son santo y seña, el técnico cede el mando a una batería de americanos
Es ésta una cualidad que hace que la complementariedad se dé en la cancha sin importar tanto la convención tradicional de los puestos, el 1, 2, 3, 4 y 5. Si el partido dispone de poner más pequeños en cancha, hágase; si requiere de interiores más abiertos y de cara al aro, también; si hay que ser más estrictos defensivamente, todo el mundo a defender sea cual sea su oponente. De esta manera Obradovic consigue precisamente esto del aquí y ahora: haced lo que se debe hacer, ni más ni menos; si no, saldrá otro a pista.
En un país como Serbia, donde los exteriores han sido santo y seña como él cuando fue jugador, Obradovic cede el mando a una batería de americanos: Jones, Milton, Washington y Brown, que imprimen una marcha más de velocidad, su físico hace de freno frente a los bases rivales pero además tienen la capacidad de generarse su propio tiro en un 1x1 potente, además de asistir a sus compañeros.
Publicidad
Esta primera línea es la base de una parte del éxito del Partizan; a partir de ahí, de esos 1x1 o de sus 2x2 con los interiores móviles y rápidos, y con capacidad de tiro, salvo Tyrique Jones, el equipo de Belgrado construye cada ataque como si fuera la última posesión del partido. La misma filosofía se aplica en defensa, no permite despiste alguno a sus jugadores, exige intensidad, desplazamiento y esfuerzo, y después tomar la posesión lo antes posible. Sabe que el compromiso está en cada momento y estás con él o no estás, así de sencillo. Lo difícil es hacerlo fácil, que dirían algunos. Y Obradovic lo hace.
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión