«Salí bastante reforzado de mi etapa en Vitoria»

Aspirante a chico de la eterna sonrisa, Jayson Granger (Montevideo, 1989) vuelve a disfrutar del baloncesto. En Berlín, «pasando el mismo frío», atiende a la llamada de EL CORREO entusiasmado por volver a ver esta noche a los que considera «grandes amigos». Con ellos, lloró por sus continuas penalidades físicas y celebró la cuarta liga ACB en la historia del Baskonia.

– ¿Cómo está viviendo una temporada sin lesiones rodeado de tantas adversidades?

– Me tocó pasar el covid, así que no he podido librarme del todo (ríe). Por suerte, solo estuve un día fastidiado, aunque me costó volver porque fue salir de la cuarentena y a competir. Las desgracias siempre vienen todas juntas y yo espero haber cubierto el cupo ya.

– Viene de hacer un doble-doble. ¿Cómo se siente físicamente?

– Reencontrándome poco a poco. Me queda tiempo para volver a tener el nivel de juego que tenía años atrás pero creo que va a llegar con el esfuerzo que estoy haciendo. Estoy cogiendo mucha confianza.

– ¿Qué se le remueve cuando le recuerdan sus dolencias?

– Son gajes del oficio. No tuve ninguna suerte pero creo que salí bastante reforzado de mi etapa en Vitoria. Pero tampoco se lo deseo a nadie. Lo pasado, pasado está y, gracias a Dios, ahora me encuentro sano.

– ¿Le siguen volviendo a la cabeza los malos momentos?

– Desde luego que no. He conseguido olvidarlo. Estoy disfrutando como cuando tenía 15 años. Siempre estamos expuestos a que nos pase algo malo. Hay que ser conscientes de ello, y más ahora, pero sin dejar de disfrutar por ello.

– Cuéntenos esa sensación de recuperar su día a día y disfrutar de la rutina.

– El no sentir dolor, ni físico ni mental, es algo que no puedo ni describir. Fueron casi tres años de despertarme por la mañana y no saber cómo apoyar el pie. Y ahora soy capaz de levantarme todos los días con una ilusión que antes había perdido. Es indescriptible.

– ¿Qué le llevó a estar tanto tiempo aguantando ese dolor en el tobillo?

– Yo quería operarme lo antes posible, pero el equipo médico me aconsejó otros tratamientos que podrían haber funcionado. Me pasó factura todo el procedimiento pero agradezco haberlo intentado. Luego recurrí a una psicóloga. Pocos se imaginan lo que pasa por la cabeza de un deportista profesional. Igual que entrenamos nuestro cuerpo debemos entrenar nuestra mente para rendir al máximo nivel. Al final, lo que no te mata te hace más fuerte y fueron obstáculos para una persona que no se rinde fácilmente. Todo el esfuerzo fue recompensado con volver a jugar y ganar una liga maravillosa.

– En Valencia vivió su mejor día como baskonista. ¿El peor?

– Puedo escribir un libro entero con los peores (ríe). La más dura fue la lesión del tendón de Aquiles. Había trabajado mucho, la pretemporada fue muy buena y duré poco más de un minuto. No fue una noche fácil.

– Reconoció que su objetivo antes de fichar por el Baskonia era jugar en la NBA. ¿Con qué aspiraciones llegó a Vitoria?

– La NBA nunca fue algo que me llamara mucho la atención. Yo quería seguir compitiendo al máximo nivel y el proyecto de Prigioni me llamó la atención. Con la estabilidad del contrato de tres años y con la intención de mejorar como jugador, firmar por el Baskonia no fue una decisión difícil.

– ¿Cómo vivió desde dentro esa etapa con Prigioni?

– Vino con una idea 'muy NBA'. No se acopló mucho al tipo de jugadores que teníamos pero creo que el equipo supo salir adelante y llegar a la final de la ACB. Nos quedó el remordimiento de poder haberlo hecho mejor porque Prigioni es una leyenda y un hombre de la casa y merecía otro final.

– ¿Puede ser algo parecido a lo que le esté ocurriendo a Kokoskov en el Fenerbahce?

– Creo que es diferente. Kokoskov tiene más experiencia, lleva mucho años en Estados Unidos y entrenó a selecciones nacionales. Prigioni pecó un poco de inexperiencia y el tema del entrenador del Fenerbahce puede ser que no haya sabido acoplar bien las piezas desde el inicio.

– La pregunta del millón. ¿Qué hubiera sido Jayson Granger sin lesiones en el Baskonia?

– No sabría decir. Me ficharon como un referente y no pude serlo en la pista. Hice pleno en las lesiones. Pero no me arrepiento de nada de lo que he vivido en Vitoria. Fue una enseñanza.

– ¿En qué ha cambiado como jugador?

– Me siento más veterano pero poco más (ríe). Conozco un poco más el juego y sigo aprendiendo diariamente con Aíto. Ya no tengo tanta explosividad, pero soy bastante más paciente.

– ¿Que vuelva esa explosividad es cuestión de tiempo o es irreversible?

– Han sido lesiones muy largas, pero me han dicho que con trabajo y paciencia volverá.

– ¿Rondó por su cabeza que ningún equipo se interesara por usted?

– Es normal que la gente dudara por mi estado físico. Por eso le estaré eternamente agradecido al Alba. Fue de los pocos equipos que apostó por mí para seguir compitiendo al máximo nivel.

– Fichó por un año. ¿Le está dando vueltas a su futuro?

– No me lo he planteado aún. Estoy muy a gusto en Berlín y lo único que pienso para el futuro es en el nacimiento de mi próximo hijo.

– ¿Qué aspiraciones tienes de cara los próximos años?

– Me motivan muchas cosas. Seguir jugando, recuperar los años perdidos y ayudar a mi equipo a ganar.

– En pocos días le tocará regresar a Vitoria con el Alba. ¿Tiene pensado comprar algo o llevarse algún detalle?

– Pues no lo sé todavía. Le tengo que preguntar a mi mujer, que es la que se encarga de los pedidos (ríe). Pero seguramente nos traeremos algo. Guardamos grandísimos recuerdos de la ciudad.

– Una para mojarse. ¿Va a llegar el Baskonia al play off?

– Yo creo que sí. Por plantilla, entrenador y cualidades, puede hacerlo. Pero es verdad que va a estar muy caro. Está siendo una Euroliga muy competitiva.

– ¿Cómo ve al equipo? ¿Cree que puede terminar acusando la falta de frescura?

– El calendario es el que es y a muchos equipos les está pasando factura. No es fácil para ningún equipo, pero que nadie dude que Dusko les va a tener bien físicamente como acostumbra.

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