Las dificultades del Baskonia ante los pívots de talla XXL

Y, en efecto, no resultó una tarea sencilla. El conjunto alavés debía de vencer para discutir al culé el liderato de la fase regular, con la ventaja de amarrar el 'factor cancha' que supone, y lo hizo enmendando una deficiente puesta en escena bajo el techo del Palau Olímpic.

La lectura más agradable o convincente del segundo triunfo de este ejercicio ante la Penya –el primero se resolvió a favor mediante la agonía de un mísero punto– se centra en la capacidad de reacción intrínseca del bloque que adiestra Joan Peñarroya. Y los recursos baskonistas para sobreponerse al 23-11 del minuto 7 en pleno absolutismo interior verdinegro a base de fe, talento y fortaleza mental. El grupo vitoriano anda bien de autoestima y entiende que cuarenta minutos frente a él resultan suficientemente largos como para acabar imponiendo sus dones. Bastaron, que no es poco, el somier permanente de Giedraitis, la irrupción anotadora de Howard y el imprescindible endurecimiento defensivo que marcó Costello desde el interior de la zona.

En baloncesto no todo se resume en el tamaño –y ahí aparece el 'evangelista' Markus para confirmarlo–, pero sí que importa. Y a este Baskonia de nota superior al notable hasta la fecha como generador de un baloncesto bonito y bueno le falta intimidación donde la pista cambia de color en las proximidades de los aros. Cierto que Kotsar se empeña de forma más que correcta en las contenciones de sus pares, pero sólo el 'cuatro y medio' de pasaporte costamarfileño solventa vías de agua con sus tapones.

Hasta su entrada en la pista penaba el cuadro alavés la jerarquía interior verdinegra, encarnada sobre todo por Tomic, uno de esos pívots de puro talento que piden las declaración de especie protegida. De hecho, la tercera obra destacable del croata ante el Baskonia esta campaña evocó las dificultades azulgranas ante los postes de talla XXL.

La calidad de Tomic, sí, pero también ha sufrido el bloque del técnico egarense la inteligencia de Shermadini para rematar el bloqueo y continuación junto a su socio Huertas en los dos compromisos resueltos con éxitos tinerfeños. O el devastador poder disuasorio del madridista Tavares, que asusta allá donde va por envergadura, concentración defensiva y una agilidad impropia de sus 2,21 metros. El 'cinco' que condiciona tiros, encuentros y estados de ánimo. Enorme mérito azulgrana el balance de 4-0 contra el Real Madrid este curso pese a la presencia del caboverdiano.

Por no hablar, que viene al caso hacerlo, de la compaña continental baskonista. De buen tono, desde luego, pese al desalentador desenlace de quedar al margen del baile justo la última jornada. En el recuerdo quedan, por ejemplo, el exagerado nivel físico de la plantilla monegasca –de pívots y exteriores también– o la labor concreta del gigante Fall en las filas del Olympiacos, un poste de técnica limitada que nubla las vistas oponentes en las cercanías de los tableros. Ejemplos humanos que, junto a Tavares y el Barça, completan el cartel de la 'Final Four'.

Que el grupo vitoriano carece de ese ogro capaz de hacer recapitar a los adversarios más de la cuenta es un hecho detectable. Entendiendo, desde luego, que Tavares sólo hay uno y juega para la Casa Blanca. Y que tipos más o menos de su especie resultan muy caros según la economía azulgrana. Aquel experimento de Youssapha Fall (2,21 metros) como antídoto quedó en mera carcasa hueca.