El recreo tiene sus propias normas donde todas y todos saben lo que ocurre, a lo que se juega, donde afloran las personalidades que a ... veces se ocultan entre las cuatro paredes de las clases, donde surge el talento en el juego, donde el ánimo individual se une al colectivo o lo separa del todo. El recreo es un universo que sorprende para bien y para mal, es un mundo especial que por lo general es difícil de reproducir en otro espacio y momento.
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El Anadolu Efes es un equipo del 'recreo'. Verles jugar te produce esa dulce sensación de a quienes ves participar en un juego intuitivo, que surge de cada jugador en complicidad con otros, bajo la estela de quien se sabe dominante en la mayor parte de las ocasiones. Es un equipo que representa eso del «jueguen, jueguen», donde muchas veces la única decisión que se ha de tomar es precisamente la de «no tocar lo que funciona», dejar que los jugadores sean cómplices entre sí para hacer lo que mejor saben hacer: jugar. Un juego donde las jerarquías están dirigidas por quien mejor resuelve las situaciones.
La realidad es que su juego, en lo que va de temporada, está siendo aprisionado por la competitividad. Juego y competitividad no están reñidos; si caminan de la mano, son prácticamente imbatibles e inabordables, pero cuando no confluyen, cuando no están alineados, hacen que el colectivo y en consecuencia el resultado no sea el esperado.
Algo de esto le pasa al Efes, un equipo que ha marcado una manera de entender y expresar el baloncesto de élite europeo en los últimos años, con una serie de jugadores idóneos para hacerlo, que es una virtud. Pero cualquiera no encaja en este estilo tan 'de patio' y este hecho, en lo que llevamos de Euroliga, evidencia que el mayor riesgo de un equipo con la trayectoria como la que ha marcado el Anadolu Efes necesita de algo más que talento a raudales, de exquisitez individual y de precisión en las tomas de decisiones unas décimas de segundo antes que el rival. Para competir necesita ese «hambre competitiva» que ha perdido conforme pasa la edad de sus jugadores.
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El entrenador Ergin Ataman no está cómodo. Quiere demostrar que su liderazgo del estilo «Laissez faire» - «Dejar hacer»- tiene mucho de su impronta personal, pero no acaba de convencer a sus jugadores. Cuando más interviene en el juego, menos Efes es. Micic necesitaba a su alrededor nuevos escuderos que le liberasen de esa responsabilidad que une su calidad individual con la brillantez del equipo, pero Clyburn está siendo más irregular de lo que parecía, Larkin acaba de incorporarse al equipo y Beaubois y Bryant tienen demasiado papel tan secundario que hasta ellos mismos se sorprenden de ello. El equipo era consciente de que continuando la gran mayoría de hace unos años, requería aire fresco para competir en una Euroliga cada vez de más músculo.
Zizic no llega al listón que el Efes exige, M'Baye rinde pero se queda en testimonios puntuales y han tenido que recuperar a un Singleton rechazado anteriormente por esta transformación hacia lo más novel y físico. Cuando se han querido cambiar esas reglas del 'recreo del Efes' es cuando más irregular se ha mostrado y aun así, cuando les da por ser los reyes del patio, es difícil igualarles.
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