Se ha hablado mucho estos días de propuestas sociales, culturales y económicas. De política. De Cataluña y lo poco que se parece su política gubernamental ... con la de Euskadi. Algunos se han cruzado vídeos más torpes que originales. Y se ha producido el inevitable desembarco de los líderes de los partidos nacionales que han sido vistos con el prejuicio local de las formaciones nacionalistas que tienen a gala decir que son más útiles porque defienden los intereses «de aquí». Pero , exceptuando algún capítulo que pasará a integrar el anecdotario de la historia, da la impresión , por los mensajes electorales, de que la lacra del terrorismo jamás haya existido.
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Al exfuncionario de prisiones Ortega Lara, cuyo secuestro de 532 días conmocionó al país, le intentaron reventar su acto electoral unos simpatizantes de la izquierda abertzale. Horas después Otegi se encontraba en su atril durante un desayuno informativo la grabación de los insultos que habían proferido aquellos boicoteadores. Esos cinco segundos de silencio en televisión que mantuvieron Alfonso Alonso y Pili Zabala mientras sostenían la mirada. Han sido retazos de una campaña en la que la tónica general se ha limitado a constatar que hemos pasado ya una legislatura sin ETA.
Quizás por eso los representantes de dos asociaciones de víctimas recibidas por Urkullu dos días antes de que finalice la campaña, quisieron leer su cartilla. No sólo al candidato del PNV del que reconocieron que había dado pasos «importantes», sino a la sociedad en general, tan conformista con el presente y adormecida con un pasado del que reclaman un relato que rechace la teoría del conflicto y la existencia de dos bandos.
A quien menos ha interesado hablar de ETA ha sido EH Bildu. Su candidata Larrion reconoce que hubo «momentos de dolor» en los que ellos, la izquierda abertzale, no fueron sensibles. Una insensibilidad que les llevó a ser cómplices y a justificar atentados y secuestros. Y que ahora les impide responder con un sí o un no a la pregunta concreta de si ETA fue una banda terrorista.
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Queda mucho por hacer. Estas víctimas reconocían los pasos del lehendakari a pesar de que en Lekeitio el alcalde, que es del PNV, había cedido su sillón a un ex preso de ETA homenajeado como un héroe. Para escándalo de Covite y parsimonia del resto del planeta. Si para unos ha sido «espectacular» la rapidez en la reconciliación y para otros «no hemos avanzado nada» en estos años, el próximo Gobierno vasco tendrá que ser capaz de compensar este desajuste.
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