La primera victoria europea del Athletic llegó por la vía de la constancia. A falta de otras virtudes, los leones perseveraron durante los noventa minutos, ... empleándose con un tesón que acabó dándoles un premio tan merecido como trabajado. Dos chispazos de un Nico Williams que no estaba teniendo precisamente la mejor noche de su vida descerrajaron un partido que se fue complicando más por la ansiedad propia que por los méritos de un AZ que respondió más o menos a lo que se esperaba: fue un equipo bien ordenado, con buenos fundamentos, como corresponde a su procedencia, pero que se ahogó ante la intensidad del Athletic. Sin duda, los de Alkmaar no se encontrarán en la Eredivise con muchos rivales que les hagan trabajar y correr tanto como lo tuvieron que hacer anoche en San Mamés.
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Fue un partido un tanto difícil de explicar. Más complicado en su desarrollo de lo que apuntó en un arranque eléctrico con dos zapatazos de Yuri que los más optimistas tradujeron como el anuncio de una noche de paseo, pero no tan igualado como señalaba el empate bien avanzada la segunda parte. Al final los dos goles de ventaja terminaron haciendo justicia a un Athletic que jugó a ráfagas, demasiado intermitente y con demasiada ansiedad, como agobiado por la responsabilidad en la rentrée europea.
No estaban los Williams demasiado inspirados en las bandas; muy voluntariosos y trabajadores, sí, pero escasos de inspiración como para hacer daño a la defensa del AZ, que tampoco parecía una muralla insalvable. Pero con las bandas cerradas, las dificultades siempre crecen y el Athletic se veía incapaz de solventarlas por dentro, donde el tráfico suele ser siempre más denso. Sancet empezó bullidor y omnipresente pero se fue apagando y solo apareció de manera intermitente.
Por mucho que haya cambiado el fútbol, hay cosas que permanecen inmutables. El aficionado sabía que Valverde presentaba lo que antes de que llegaran las segundas unidades y los equipos B se llamaba el equipo de gala, o sea, esos once futbolistas que el seguidor identifica inmediatamente como titulares.
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Iba con todo el Athletic, y por eso resultaba más preocupante que los minutos corrieran cada vez más deprisa y no consiguiera hincarle el diente a un rival que tampoco parecía nada del otro mundo. Torres mucho más altas que este AZ han caído con estrépito en San Mamés, pero anoche parecía que a los rojiblancos les pesaba demasiado su primer partido europeo ante la parroquia. Igual es cosa de consultar con un psicólogo, pero de la misma forma que los famosos cuarenta años de sequía hicieron mella en el ánimo de los leones en la última final, los seis años de ausencia en la competición internacional, tan comentados, recordados y magnificados, parecieron estar pasando factura en su sistema nervioso. Las prisas nunca son buenas consejeras, y tratar de hacer la segunda jugada antes de acabar la primera no suele ser precisamente el mejor método para hacerse con un partido.
Ya está dicho que los Williams no estaban teniendo la mejor noche de sus vidas, pero cuando se tiene calidad siempre cabe esperar que salga a relucir en el momento menos pensado. Dos genialidades de Nico acabaron por fin con la resistencia de los neerlandeses. Dos jugadas de extremo nato, apurando por la banda hasta la línea de fondo para centrar.
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El que encarriló el partido fue el gol que aunque San Mamés haya visto centenares de veces siempre celebra como si fuera el primero. Carrera por la banda, centro y remate, bien sea de cabeza o con el pie. En la historia del Athletic podemos encontrar decenas de parejas extremo-ariete repitiendo la jugada. Anoche fueron los hermanos Williams, Nico centrando e Iñaki fusilando anticipándose a su marcador.
Abierto el camino, todo fue más fácil. Nico repitió suerte, quiso adornarse con el gol, que el portero le negó, pero el balón cayó a las botas de un Sancet que no perdonó. Asunto arreglado y tres puntos en el casillero rojiblanco que requirieron un gran ejercicio de constancia y fe. La fiesta que vivió la grada toda la noche se celebró por fin también en el césped, que era de lo que se trataba.
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