¿Por qué el Athletic entra en pánico cuando se queda con 10?
El Athletic entra en pánico cada vez que se queda en inferioridad; fue ver la tarjeta roja Agirrezabala y hacerse de noche en San Mamés
La forma en la que pierde los papeles este equipo cuando se queda en inferioridad no tiene parangón. No es la primera vez que le ... ocurre y, si nadie lo remedia, le volverá a suceder. Fue ver la roja Julen Agirrezabala y hacerse de noche en San Mamés, como si en lugar de afrontar la tarea de aguantar diez minutos con uno menos, el Athletic tuviera que encarar las siete plagas de Egipto una detrás de otra.
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Jugar con diez no es ninguna bicoca, por mucho que el mítico Helenio Herrera dijera lo contrario en su día, pero tampoco puede ni debe ser tan traumático como para que los que se quedan en el campo pierdan el oremus de esa manera. Seguro que gente como Bordalás o Caparrós podrían dar un cursillo acelerado de todo lo que se puede hacer para minimizar daños cuando te quedas con uno menos.
El Athletic se quedó con diez y ya no volvió a salir de su área hasta que, para más desgracia, se hizo un autogol en el tiempo añadido. Luego sí, con el empate a cuestas, los de Valverde consiguieron llegar con cierto peligro a la portería contraria, y Guruzeta obligó incluso a Nyland a una buena intervención. Son las cosas de este equipo. En esos diez minutos posteriores a la expulsión se concentró toda la adrenalina de una tarde que transcurrió tediosa y con muy poquito fútbol. Sería por el calor o por la hora, pero lo cierto es que el Athletic compareció apagado, falto de la tensión imprescindible que necesita su fútbol. A estas alturas la rotación ya no es noticia, así que cuesta achacar el problema al cansancio acumulado. Había ocho caras nuevas respecto a los que empezaron el partido en Roma, así que por ahí no pueden ir los tiros.
Valverde insistió en una apuesta que parece fallida de antemano. El tesón del míster en hacer de Iñaki Williams un 'nueve' homologable es similar al empeño que ponen a veces sus jugadores en pegarse tiros en el pie. Las pocas cosas interesantes que aportó el mayor de los Williams ocurrieron cuando partió de la banda derecha. Por ejemplo, una remontada por la línea de fondo que acabó, lamentablemente, en un pase de la muerte al amigo invisible. En el eje del ataque no llegó a un centro de su hermano que era medio gol, y disparó al muñeco después de recuperar un balón y quedarse solo ante el portero. Por cierto, fueron dos acciones que protagonizó en las escasas ocasiones en las que no estuvo en fuera de juego, impidiendo a sus compañeros cualquier posibilidad de pase.
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Tampoco cabe responsabilizar al mayor de los Williams del flojo partido de todo el equipo. Fue uno más en la espesura de una tarde que empezó con flojera y acabó en desastre con dos puntos tirados a la basura en el último instante cuando, a pesar de todos los pesares, el Athletic muy bien hubiera podido anotarse su cuarta victoria consecutiva en la Liga.
Por no funcionar, esta vez no funcionaron ni los cambios. En los últimos tiempos nos habíamos acostumbrado a que las correcciones llegaran desde el banquillo, pero hay tardes en las que uno no está para nada y la de ayer era una de ellas. El equipo siguió igual de plano tras las modificaciones que conllevaron algunos cambios de posición.
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Lo que pudo ser un día precioso acabó en disgusto. Antes del partido hubo reconocimiento a los campeones y campeonas del Athletic en diversas selecciones y homenaje a Dani el día en el que se cumplía medio siglo de su debut. Luego llegó el primer gol de Jauregizar, celebrado por todo lo alto por el chaval, y el estreno con el primer equipo de Canales, un centrocampista prometedor que se incorpora a la rueda de Valverde.
Hubiera sido una tarde para enmarcar, incluso a pesar del poco fútbol que se vio, pero un balón en globo impulsado desde el centro del campo por Canales cayó tan lentamente al borde del área que a Julen le dio tiempo a repasar mentalmente todo el reglamento, incluidos los cambios de criterio de los árbitros y hasta las intervenciones del VAR. Dudó, no se atrevió a hacer lo que parecía fácil, recoger el balón con las manos, temiendo que le señalaran cesión, porque de los árbitros cabe esperar eso y más, y acabó en la caseta antes de tiempo. Sus compañeros entraron en pánico y tiraron a la basura dos puntos que ya tenían prácticamente en el bolsillo. Está claro que urge un cursillo de cómo jugar en inferioridad.
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