La Lotería Nacional de hoy sábado: comprobar resultados del 6 de diciembre
Williams falla una ocasión ante Oblak en el Metropolitano.

La hora de la verdad para el Athletic

Pese a la derrota, el equipo demostró en el Metropolitano un nivel competitivo que debe mantener en la fase decisiva del curso

Lunes, 3 de marzo 2025, 00:57

Partidos como el del sábado en el Metropolitano sólo dejan una alternativa: la del borrón y cuenta nueva. El Athletic sabe perfectamente por qué perdió, ... entre otras razones porque sus derrotas, salvo excepciones extrañas de siniestro total como fue la del Besiktas, suelen llegar casi siempre de la misma manera, es decir, por culpa de un bajón de efectividad de cara a gol. Pensemos en las dos últimas que han sufrido los rojiblancos en la Liga, la de Girona el pasado 6 de octubre y la de anteayer ante el Atlético de Madrid, 16 jornadas después. En la primera los de Valverde remataron sólo cuatro veces entre los palos de catorce intentos y fallaron tres penaltis. En la segunda, tan reciente y sangrante, remataron tres veces a portería sobre un total de quince y pegaron en tres ocasiones a la madera.

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Como lo de la efectividad no tiene solución y el Athletic continuará teniendo días mejores y peores de cara a puerta hasta acabar la Liga en el entorno de los sesenta goles, igual que la pasada temporada, lo que queda es mirar hacia delante y perseverar en las cosas buenas que se vieron en el Metropolitano. Especialmente, en una fundamental: el nivel competitivo que mostró el equipo. Que el árbol de la derrota, por dura, desagradable y perjudicial que fuese, no nos impida ver el bosque de lo que supone plantarse en uno de los campos más complicados de Europa y jugarle de poder a poder, hasta superarle en méritos, a un equipazo que lucha por los tres títulos.

De eso se trata, sencillamente, de mantener este nivel que hace del Athletic un equipo con la piel durísima. Esta será la clave en estas dos próximas semanas en las que el calendario, tras un febrero relajado, va a apretar como una soga al cuello. En diez días, entre el 6 y el 16, la tropa de Valverde jugará dos partidos de Europa League ante la Roma en la eliminatoria de octavos y dos de Liga ante el Mallorca en San Mamés y el Sevilla en el Sánchez Pizjuán. Luego llegaría el descanso por el parón de selecciones, que debería servir para coger aire de cara a un nuevo sprint de vértigo: Osasuna en casa y visita clave al Villarreal antes de volver a enganchar cuatro partidos en diez días si el equipo se ha clasificado para los cuartos.

Repasado este escenario, la sensación de la familia rojiblanca es coincidente: ha llegado la hora de la verdad. Esto no significa, faltaría más, que los seis meses que se llevan de competición hayan sido un simple preámbulo inevitable. Todo lo contrario. Han sido la causa fundamental de que el Athletic se encuentre en este momento tan ilusionante tanto en la Liga como en la Europa League. Haciendo una analogía puramente futbolística digamos que los rojiblancos han llegado en buenas condiciones a las cercanías del área rival y ahora les toca lo más complicado, rematar la faena.

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Rivales duros

Los próximos rivales van a ser todo un examen para la tropa de Valverde. La Roma es un buen equipo. Al Athletic, de hecho, le costó lo suyo empatar allí en la liguilla. No consiguió hacerlo hasta el minuto 85 con un gol de Paredes. Desde la llegada del abuelo Ranieri, además, los 'giallorossi' se han transformado en un grupo entusiasta y convencido, hasta el punto que no saben lo que es perder en competición doméstica en lo que va de 2025. El Mallorca de Arrasate, por su parte, es un hueso duro de roer con el foco puesto en entrar en Europa, y el Sevilla, por mucho que todavía no sepa si es toro o torero, sigue siendo el Sevilla en el Sánchez Pizjuán.

Si los rojiblancos salen airosos de estos compromisos su autoestima volará muy alto. ¿Lo conseguirán? Hay que confiar en que sí. El equipo de Valverde se ha ganado un crédito muy alto. El propio sábado, pese a la derrota, demostró que está en condiciones de competir por algo grande. Como colectivo, en fin, no genera ninguna duda. Hay pocos equipos tan equilibrados y con una personalidad tan acusada. Lo cierto es que hace mucho tiempo que no se ve a los leones pisando tan fuerte en todos los partidos.

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Ahora bien, como todos, el Athletic depende de sus individualidades, de los futbolistas llamados a marcar la diferencia. En esta cuestión decisiva, las sensaciones de los aficionados de cara a estos tres próximos meses también son unánimes: va a ser determinante el rendimiento de Sancet, los hermanos Williams y Berenguer. Por supuesto, esto no significa restar importancia a otros futbolistas. ¿Cómo no va a ser importante el papel de los porteros, que De Marcos y Berchiche continúen a este gran nivel, que Vivián siga siendo un mariscal, que Jauregizar, Galarreta y Prados se combinen de la mejor manera posible en la sala de máquinas o que Guruzeta y Maroan mejoren y se repartan minutos de calidad?

En realidad, todos son imprescindibles, pero el foco de la responsabilidad no puede alumbrar a todos de la misma manera, como ocurre con el foco de los contratos. Cómo negar que un buen Berenguer siempre es un arma potente, o que poder volver a contar con Sancet en buenas condiciones, sin una nueva lesión que ya sería la sexta, tendría un valor enorme. O cómo negar el valor incalculable que tendría que Nico Williams de un golpe en la mesa -todavía no lo ha dado esta temporada-, y que su hermano Iñaki afine su puntería para sacar más rendimiento a sus llegadas y, en general, a su trabajo extenuante. Se suele decir muchas veces en el fútbol que, en partidos muy ajustados, un equipo gana por detalles. Pues bien, ocurre lo mismo con los objetivos de un equipo. El detalle de que aparezcan las estrellas en el momento justo suele ser decisivo.

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