Fiel a su historia, el Athletic vuelve a disputar una final. Final y Athletic fueron, durante décadas y para muchas generaciones de aficionados al fútbol, ... casi sinónimos. El Athletic, nuestro Athletic, el viejo e indomable Athletic, nuestro querido y venerable club, fundado hace más de cien años en un café que hacía esquina entre las bilbainísimas calles de Berastegui y Gran Vía. Fiel a su idiosincrasia y como ese hijo malote que compensa sus travesuras y los disgustos que proporciona a los que le quieren con innatos actos de grandeza que enorgullecen a esos mismos que poco antes lo denostaban, vuelve a demostrarnos a todos que como empeño colectivo que es -y por encima de coyunturas y excepciones- merece la pena confiar siempre en quienes en cada momento encarnan y representan a nuestro club.
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El club de quienes nos precedieron y el de quienes nos sucederán en nuestro sentimiento de pertenencia y de fidelidad hacia su esencia y sus valores. Abierto, transversal, de todos, integrador. Fiel a nuestra forma de entender la vida y sus retos, enraizado en su tierra y sus gentes, tributario de sus tradiciones, pero ambicioso, inconformista y abierto al mundo global, sin miedo a competir con cualquier rival, entendiendo su filosofía no como una tara limitadora y justificativa de fracasos o errores, sino como una verdadera ventaja competitiva en el mundo actual.
«El Athletic ha hecho valer su orgullo y gen competitivo, y se presenta en la final como un rival respetado y temible»
'Think global, act local', es paradigma de modernidad en nuestra época, cuando el Athletic lleva practicándolo más de ciento veinte años. Y así, como en tantas veces a lo largo de su historia, el Athletic, compareciente en este atractivo formato de Supercopa casi como convidado de piedra -no hay más que ver cómo se articuló el 'sorteo' de las semifinales- , ha hecho valer su orgullo, su personalidad y su gen competitivo, y se presenta a disputar una final como rival respetado y temible.
El Athletic de esta temporada, una vez más, fiel a su historia, nos demuestra que nunca debemos desconfiar de los nuestros, y que de él podemos siempre esperar lo mejor, después de habernos proporcionado disgustos sin tasa: nos arrolla en casa un recién ascendido, pero eliminamos al Real Madrid con la solidez y hechuras de un equipo puntero y solvente, dominando cada faceta del juego con una sobriedad y eficacia que hacen ver como accesible cualquier logro. También, fiel a su historia, el de ganar al Barcelona en la final de hoy. Estoy seguro de que así va a ser. Aupa Athletic.
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