Descenso en Lezama

El Bilbao Athletic ha descendido. ¿Y ahora qué?

El Bilbao Athletic ha certificado este domingo la pérdida de categoría al caer 0-2 frente al Castellón en Lezama. Después de una desastrosa temporada, con dos entrenadores, Bingen Arostegi y Álex Pallarés, el filial rojiblanco ha consumado su caída a Segunda Federación, la cuarta categoría del fútbol español. El descenso ya es una realidad. Pues bien, ¿y ahora qué? ¿Cómo puede afectar a sus jugadores, a los vasos comunicantes con el primer equipo, al proyecto deportivo del club? Son las principales preguntas que se hacen los aficionados.

Se abre un periodo de incertidumbre en el que se deben tomar una serie de decisiones de calado. Por un lado, qué hacer con los futbolistas. No parece razonable meter a todos en el mismo saco. Habrá que marcar bien el camino de quienes han demostrado este curso, y sobre todo el pasado, que tienen calidad y potencial para dar el salto a la élite pero que este año han estado apagados por un modelo de fútbol que no se amoldaba a sus condiciones. Es el caso de Adu Ares, que ya ha debutado a las órdenes de Ernesto Valverde, Luis Bilbao, Hugo Rincón, Unai Gómez, convocado para los partidos contra el Sevilla y el Mallorca, y Junior Bita, entre otros integrantes de la plantilla.

¿Cuál puede ser su destino? Surge un abanico de opciones que pasan casi todas por cesiones en equipos de mayor categoría para no frenar su progresión. Como el Mirandés, de Segunda, en el que esta campaña están Nico Serrano y Beñat Prados. También están el Eibar –Peru Nolaskoian e Imanol García de Albéniz–, el Burgos –Juan Artola– y el Alavés de Asier Villalibre. Otra alternativa es el Amorebieta, sobre todo si lograra el ascenso a la división de plata. Y otra posibilidad es el Sestao River, un conjunto que ha ascendido a Primera Federación.

En un plano más general y con la vista puesta en el desarrollo deportivo a medio y largo plazo es necesario volver a acompasar y coordinar el modelo de juego del Bilbao Athletic con el de su hermano mayor. La escuadra de Valverde destaca por su despliegue físico sobre el césped, su capacidad para presionar y su facilidad para plantarse en el área rival casi sin transiciones. En el filial, el sistema empleado este curso ha sido diferente al del primer equipo. La apuesta de Pallarés ha pasado por tener más la pelota, amasar la posesión. A priori no debería ser un problema, pero los resultados hablan por sí solos: a falta de cuatro jornadas para terminar la campaña, el único objetivo que les queda a los cachorros es huir del puesto de colista, una meta que también se presenta complicada.

Hay que mirar, del mismo modo, al futuro inquilino del banquillo. Es seguro que Álex Pallarés, amigo personal de Sergio Navarro, el 'jefe' de Lezama, no seguirá al frente del filial, después de lograr trece puntos en 21 partidos, con solo dos triunfos. Existe además la necesidad de perfilar un proyecto y unas líneas de actuación comunes que sirvan para acompañar a los futbolistas en su crecimiento y en su evolución. Un programa nítido con unas bases sólidas que vertebren todos los equipos de las categorías inferiores, no solo el Bilbao Athletic, y con profesionales enfocados en la formación, la premisa esencial de Lezama. Pero en este punto no hay que olvidar que siempre resulta más atractivo para el futbolista y su evolución competir en divisiones exigentes, ya sea Primera RFEF o en Segunda, como sucedió en la campaña 2015-16.

De aquel equipo ahora están en la élite Mikel Vesga y Yeray Álvarez (Athletic), Asier Villalibre (cedido en el Alavés), Unai López (Rayo), Alex Remiro (Real), Enric Saborit (Maccabi Tel Aviv), Iker Undabarrena (Leganés), Ager Aketxe (Eibar), Iñigo Córdoba ( Fortuna Sittard), Ramalho (Málaga), Óscar Gil, que estuvo en el Racing y el Amorebieta en Segunda... Es una demostración de que, aunque aquel descensó dolió, hubo un grupo de futbolistas que se curtió, que aprendió. No es lo mismo, sin embargo, caer de la tercera categoría a la cuarta, que es donde penará la próxima campaña el Bilbao Athletic.

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