Athletic 0-1 Getafe
Un Athletic penoso cae con justicia ante el GetafeLa crisis de juego de los rojiblancos se antoja cada vez más alarmante y el equipo de Bordalás, superior desde el principio, se aprovechó de ello haciendo un partido muy serio
Jon Agiriano
Sábado, 25 de octubre 2025
La afición de San Mamés ha acabado bufando y pitando contra Isidro Díaz de Mera, que efectivamente es un árbitro nocivo, pero en realidad lo ... que estaba haciendo era descargar las toneladas de frustración que le había provocado su equipo. El partido que perpetró el Athletic fue tan inexplicable como la ley de la ventaja que decidió no conceder el trencilla manchego en el descuento para desesperación del público local. Si no fue la peor versión de esta tercera época de Valverde, por ahí le andará. La mezcla de errores, falta de ideas, decisiones absurdas, pérdidas y falta de intensidad en los quites –el Getafe dio una lección en este sentido– resultó desesperante en amplias fases del choque. Y el hecho de venir de jugar el miércoles en Champions no puede servir de excusa. No al menos de la manera tan abrupta en la que lo expresó Valverde en la sala de prensa. Porque si lo fuera, es decir, si los rojiblancos estuvieran condenados a este juego por disputar la Champions, habría que bajar la persiana de los objetivos.
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Athletic
Unai Simón, Lekue (Areso, m.30), Vivián, Laporte, Yuri, Ruiz de Galarreta (Vesga, m.59), Jauregizar, Berenguer (Robert Navarro, m.59), Sancet (Izeta, m.76), Nico Williams y Guruzeta (Maroan, m.59).
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Getafe
David Soria, Kiko Femenía (Javi Muñoz, m.85), Iglesias, Domingos Duarte, Djene, Rico, Milla, Arambarri, Liso, Coba (Mario, m.67) y Mayoral.
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Goles: 0-1, m.75: Mayoral.
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Árbitro:I sidro Díaz de Mera. Amonestó al rojiblanco Guruzeta (m.32), y a los azules Domingos Duarte (m.88), Diego Rico (m.94) y Mario (m.95).
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Incidencias: 47.749 espectadores en San Mamés. Antes del partido se homenajeó a Argoitia, una de las leyendas del Athletic que falleció el viernes.
Se sabía que el Athletic se iba a encontrar con un rival que era la antítesis del Qarabag. El Getafe y los azeríes se parecen lo mismo que una txalaparta y un acordeón. La tropa de Bordalás, cuyo mérito a la hora de levantar y hacer competir a los azulones con la plantilla más corta de la Liga es digno de elogio, lleva años siendo una piedra en el zapato cada vez que juega en San Mamés. Es como si le motivara el escenario. En los últimos cuatro años había empatado y este sábado se llevó una victoria más que justa. Dicho de un modo resumido: lo hizo todo mejor que su rival, un Athletic desenchufado e inane cuyo fútbol dio pena. Y esto, producto de muchos factores, entre ellos la baja forma lacerante de sus estrellas –lo de Nico Williams y Sancet volvió a ser lamentable– es algo que se está repitiendo con demasiada frecuencia.
Desde el principio, el partido comenzó a tener un desagradable efecto narcótico para la hinchada bilbaína. A los cinco minutos, algunos ya empezaron a bostezar en las gradas. Para los diez, otros pensaron en echar una cabezadita. Al cuarto de hora, sin embargo, se despertaron con cara de asombro. El Getafe tenía un porcentaje de posesión del 80% y el equipo de Valverde no se había acercado a la portería de David Soria ni a saludar. A los veinte minutos empezaron a verse miradas perdidas y hasta ojos en blanco. Luego llegarían los mosqueos. Aquello, sencillamente, era un horror. El juego era tan pobre que tenía algo de irreal, como si no pudiera ser cierto que nada funcionase. O lo hiciera tan mal.
Dominio rival
Y tristemente lo era. A base de orden y de una presión feroz, el Getafe controló toda la primera parte con absoluta autoridad. Es cierto que no creó ni una ocasión clara porque le falta pólvora arriba, pero su dominio fue indiscutible ante un Athletic en el que, con excepción de sus defensas, que al menos mantenían el tipo, el resto era un drama: unos se veían superados, como les sucedía a Jauregizar y Galarreta, o no daban pie con bola, como Nico Williams o Sancet, o estaban desaparecidos, caso de Guruzeta o Berenguer, que en banda derecha parece estar en el exilio, como si para él la vida sólo fuera bella jugando en la izquierda a pierna cambiada. El caso es que lo mejor que lo pudo pasar al Athletic, por mucho que en el minuto 47 tuviera su primera y única buena oportunidad en un remate de Sancet que desbarató Soria, fue llegar empatado al descanso.
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El pasado 23 de septiembre, ante el Girona, muy descontento por la actuación de su equipo, Valverde hizo cuatro cambios al descanso. Luego diría que buscaba un electroshock. Este sábado fue inevitable recordar eso y hacer cábalas sobre lo que haría el técnico rojiblanco para que su tropa se levantara en la segunda parte del estado de postración y ruina en el que se encontraba. Repetir lo de los cuatro cambios se podía descartar, ya que Lekue se había lesionado a la media hora –Areso salió en su lugar–, y tampoco era cuestión de quedarse sin cambios para toda la segunda parte.
Tres parecía un cifra más razonable y dos, como que se le quedaba corta. Ahora bien, tampoco podía descartarse otra alternativa más sibilina: que Txingurri buscara el electroshock o la inyección de adrenalina en el corazón manteniendo sobre el césped a los mismos jugadores para ver si era la vergüenza que podían sentir por la imagen tan lamentable que habían mostrado lo que les hacía reaccionar. Al fin y al cabo, ante el Girona los condenados fueron los meritorios (Adama, Gorosabel Vesga y Nico Serrano) que había sacado en el once, no las estrellas. Vamos, que la cosa era diferente. Pues bien, Valverde optó por que siguieran los mismos futbolistas, pero antes de la hora de juego tuvo que rectificar. Vesga, Maroan y Robert Navarro salieron en lugar de Galarreta, Guruzeta y Berenguer.
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Pues bien, dio igual. Al Athletic no le funcionaba nada. Era un grupo sin fe, sin energía, que parecía moverse sobre arenas movedizas, destilando desconfianza a cada paso. No había manera de hilvanar una buena jugada y generar una ocasión decente. Toda la caligrafía era desastrosa. El Getafe, con sus limitaciones, era justo lo contrario. Siguió compitiendo con una convicción impresionante, buscando sus opciones arriba sobre todo a través de Liso, una guindilla, y el fútbol le premió con un gol de Mayoral en el minuto 75. El Athletic nunca estuvo cerca del empate y la afición, frustrada, la acabó tomando con Díaz de Mera, que estuvo mal y fue un desastre aplicando la ley de la ventaja, pero no tuvo ninguna culpa de la derrota de los rojiblancos. Ojalá el problema fueran los árbitros.
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