La necesidad de reparar errores

Errores «individuales» que poco tienen que ver con el sistema de juego –un despiste generalizado en un córner, la extrema lentitud de un central, un mal posicionamiento (ya con un 4-4-2)–, pero que minan la confianza colectiva, según reconoce el propio técnico soriano. «Hay que hacerles ver a los jugadores que estamos muy cerca», precisa Machín, que aspira «a tener un equipo al que no le metan goles como los que nos han metido hasta ahora». Debe empezar hoy, ante un compañero de viaje tan molesto como el Getafe de Bordalás (Mendizorroza, 13.00 horas), un equipo que «sabe aprovechar cualquier debilidad del rival».

Para tratar de pulir esos errores, Machín cambió su configuración táctica habitual en la segunda parte de Granada. «Para equilibrar el ataque de sus extremos con la línea de cuatro». Hoy amenazan Cucurella y las caídas a bandas de Cucho Hernández. La gran incógnita reside en el dibujo táctico que opondrá el técnico albiazul: su habitual 3-5-2 o la variante del 4-4-2. «Los sistemas son una ayuda que les das a los futbolistas, pero lo importante es la esencia, cómo quieres competir», reflexiona.

Por un lado, subraya la importancia de «seguir creyendo en lo que estamos haciendo»; por otro, «los entrenadores nos tenemos que adaptar a los futbolistas que tenemos y tener variantes para intentar mejorar el rendimiento de su equipo». Y se está viendo que a su esquema de cabecera le faltan carrileros. Y centrocampistas: la baja de Pina y la falta de ritmo de Manu García, aunque ya tiene el alta médica, invitan a pensar a un centro del campo con dos piezas, Pere Pons y Battaglia.

Sí estará disponible Lucas Pérez, ausente en Granada por una sobrecarga, aunque esas molestias previas le pueden sentar en el banquillo de inicio. Deyverson ya jugó un buen partido en Los Cármenes. Y se espera un partido áspero, el habitual contra el Getafe, con más fútbol directo que entretenimiento en el centro del campo. La clave estará en el «acierto en las áreas», en las dos. «Confío en que ya nos toca», concluye Machín.