Una derrota sin heridas
Un solvente Alavés cae ante el talento individual del Real Madrid en un partido que Pere Pons pudo cambiar un minuto antes del 1-0
Lo dice la historia. Sólo una vez se ha impuesto el Alavés en el Bernabéu (otra en Valdebebas) y la estadística no varió ayer pese ... a que el equipo albiazul cumplió con todo lo requerido para ello, salvo en la necesaria eficacia. Es conocido que las ventanas ofensivas sólo se abren en el campo madrileño para los modestos en determinados momentos y cuando llegaron las oportunidades, contadas pero muy claras, ni Jason ni sobre todo Pere Pons un minuto antes del 1-0 lograron lo complicado. Es decir, unir a la resistencia infinita ese filo que se hunde casi por sorpresa en la carne de un oponente que manda en el partido por pura inercia de presupuesto. Una derrota, aumentada al final por un 'penaltito' de esos que llegan en estadios grandes, que sin embargo no deja heridas, ni mucho menos.
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La inercia de la calidad
El fútbol es así. El 3-0 final no representa ni por asomo los problemas que la escuadra de Mendilibar generó a un oponente que, en instantes puntuales, con Asensio y en una notable jugada colectiva, acabó con la discusión. El cuadro alavesista ofreció una imagen más que digna que habla, siempre y cuando exista en adelante la regularidad que ha faltado en esta campaña, de un equipo que se solidifica cuando llega el tramo decisivo del campeonato. Ni mucho menos será sencillo salir de un pozo todavía profundo, pero solo encadenando partidos de esta intensidad y concentración resultará posible.
Un Alavés con el único y obligado cambio de Miazga por Laguardia cambió en el inicio su imagen de amable visitante y se plantó con solidez sobre el césped del Bernabéu. Ante un Real Madrid que sólo reservó a Kross tras el duelo europeo, el equipo albiazul se afanó en competir a base de kilómetros recorridos, solidaridad en las ayudas defensivas y también de reducir el campo con una zaga adelantada. Frente a un rival que apenas encontró espacios por dentro ante la tupida red vitoriana y buscó los balones largos y los cambios de orientación como recurso para desestabilizar el muro plantado por Mendilibar. Con alternativas también, como una presión por momentos adelantada de la que Duarte, en una recuperación, sacó la mejor oportunidad para un Jason que no acertó con ventaja en el área.
En definitiva, lo que se podía esperar de un conjunto que necesitaba pelear por cada balón y algo más ante un adversario de calidad superlativa. De esos que, como más tarde se sufrió, pueden decidir en una sola acción de calidad. Durante muchos minutos, la banda derecha y las llegadas desde atrás de Carvajal resultaron lo más inquietante de un Real Madrid al que le costaba aparecer con peligro en el área de Pacheco. Claro que todo cambió tras el descanso, con la reactivación de Modric y Vinicius. Al tiempo que la presión alavesista perdía oxígeno, el rival amenazaba ya con claridad. Ahí apareció el momento decisivo. Pere Pons no supo resolver tras robar una cesión y regatear a Courtois. Sesenta segundos después Asensio apareció con el mazo de su zurda.
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Quedan trece partidos por delante y, pese a la victoria del Elche del viernes, el sábado deparó mejores resultados ajenos para un Alavés que continuará a cuatro puntos de la salvación tras la visita al dentista que pronosticó Mendilibar. Entre dos realidades. La oscura, que explica la necesidad de sumar al menos cinco victorias cuando solo han llegado otras cinco en 25 duelos. La clara, que la escuadra albiazul parece añadir registros a su repertorio al tiempo que las incorporaciones invernales y el regreso de Loum le han convertido en un equipo bastante más fiable. La batalla continúa y, al menos, el equipo vitoriano asoma ya con otras armas.
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