Se rozó la proeza en el Bernabéu

Y por parte albiazul, una alineación que más que rotaciones me pareció como una oportunidad para más jugadores de reivindicarse. Sin renunciar a la defensa de cuatro hombres y dada la polivalencia posicional de la plantilla, se ganó en riqueza de alternativas para futuros duelos entre iguales. Aunque esa apuesta de no depender del contrario para ser tú mismo no dio para sumar algún punto, Luis García demostró una vez más que una batalla desigual no condiciona una guerra.

El caso es que tocó sufrir en defensa y tampoco se disfrutó en ataque de forma apoteósica. Y si no que se lo pregunten a los zagueros Mouriño y Diarra o a Luka Romero y Villalibre en la punta del ataque, respectivamente. Pero por lo menos, sumaron minutos para aumentar su ritmo competitivo individual, lo que supone un aliciente añadido que reforzará la competencia y el rendimiento colectivo. Es decir, me quedo con la respuesta de superación del grupo ante la adversidad y no perder la fe hasta el final. Fruto de lo cual, un secundario hasta ahora como Abde disparó al palo, avisando de los postreros goles de Benavídez Protesoni y Kike García para asustar hasta al más pintado. Es el mejor termómetro del alma y capacidad de este plantel que sobre el terreno de juego intentó ayer una proeza que incluso rozamos con el último tiro fuera de Guevara.

Así, el Madrid no perdonó desde el principio y el Alavés luchó hasta la extenuación con una derrota honrosa que bien pudo acabar con una igualada 'in extremis'. Porque aunque ya casi en el descuento, la parroquia merengue terminó pidiendo la hora a gritos, síntoma inequívoco de que algo se estaba haciendo bien, no sólo es flor de un día. Y lo que volvió a ponerse de manifiesto, y pese al rival, es que este Alavés tiene margen de mejora en defensa, sobre todo en cantidad de elementos para que nadie se duerma en los laureles, a diferencia de una zona de creación y remate que se ha mejorado de manera notable.

Para resumir y a fin de cuentas, nuevo paso de orgullo y crecimiento del Alavés, que deberá seguir refrendando ante contrarios de su mismo pelo, como la próxima salida consecutiva a Getafe el próximo sábado. Es un envite donde seguramente comprobaremos qué futbolistas gozan a día de hoy de la preferencia de su entrenador. Pero conociendo cómo se las gasta, tampoco me extrañaría que en el último partido liguero nada será como parece ni incluso en el ecuador de la temporada. Con esto quiero decir que lo más exigente para un jugador es que cada partido es un examen que no cesa de repetirse semana tras semana y que gestionar este tipo de situaciones no está al alcance de cualquiera. Me viene a la cabeza la salud mental de los futbolistas como cualquier otro deportista profesional y que antes se escondía, para certificar que no es oro todo lo que reluce y que los altibajos son el pan nuestro de cada día. Que nos lo pregunten por ejemplo como espectadores con el carrusel de emociones vivido ayer.