El alavesista Jonny Otto evita que su primer club se asfixie
El SR Casablanca vigués, donde empezó a jugar, resiste en parte gracias a las ayudas económicas del lateral albiazul para luchar contra la «precariedad»
Jonny Otto comenzó a dar sus primeras patadas al balón en el San Roque Casablanca. En este modesto equipo vigués, que está a las puertas ... de su centenario, juegan cada año 350 chavales. Una multitud en la que el nuevo lateral albiazul ha conseguido dejar una huella imborrable. «Claro que me acuerdo de él. ¿Cómo no lo voy a hacer? Todos le queremos muchísimo», remarca Juan Lago, presidente de la entidad desde 2004. También fue entrenador del «niño» entre los 6 y los 12 años.
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Con esa palabra se refiere todavía, de forma cariñosa, al futbolista del Alavés, pese a que ya tiene 31 años. Le cuidaban como a un hijo y para Jonny aquello no pasó desapercibido. Dos décadas después, su huella permanece mucho más allá de lo deportivo. «Era un fuera de serie, una joya que sabía que llegaría a la élite». Y llega a lo humano. Otto trata de cuidar las raíces desde las que brotó. «Nos ayuda económicamente sin que nadie se lo pida», desvela el dirigente.
El jugador es consciente del sacrificio que realiza casi a diario este club para alimentar el sueño de los niños que algún día sueñan con llegar a ser profesional como él. Un constante partido contra la realidad que Jonny vivió en primera persona. Los albicelestes disputan sus encuentros en el Samil, un estadio municipal incrustado entre la playa de Calzoa, el río Lagares y varias pistas de tenis. «Para poder hacer uso de las instalaciones tenemos que pagar un alquiler, también los derechos de los árbitros en cada partido, el material... Y todo sin cobrar entrada». Lo que explica la última decisión que se han visto obligados a adoptar. «Tuvimos que renunciar al ascenso del equipo femenino –tras dos promociones– porque se nos disparaba el gasto», admite.
No podían tensionar más una cuerda que se mantiene con los ingresos por las cuotas de los socios y las subvenciones. Y que por momentos ha conseguido holgarse gracias a las transferencias de Otto. «Sus aportaciones nos han salvado media temporada –el presupuesto anual del club ronda los 80.000 euros– en varias ocasiones. De no haberlo hecho, el club es cierto que seguiría adelante, pero trabajaríamos de manera precaria», confiesa el máximo dirigente de este histórico club de la popular barriada de Casablanca.
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El futbolista se afana en cuidar sus raíces. Como el jardinero que no pierde de vista sus plantas para evitar que se marchiten. «Siempre que puede se acerca a visitarnos y nos trae algunas camisetas, aunque ya le he dicho que del PAOK aún no nos ha regalado ninguna», bromea respecto a su anterior equipo. «La del Alavés espero que nos llegue pronto». También pone en marcha los campus de fútbol con los que trata de despertar la ilusión entre los vecinos más pequeños de Casablanca.
«Nos ha salvado media temporada varias veces», agradece el presidente del club, cuyo presupuesto ronda los 80.000 euros
Jonny sabe de sobra qué es luchar por salir adelante. «Proviene de una familia humilde. A veces había que ir a buscarle a casa para llevarle a los entrenamientos o los partidos». Por lo que no negociaba el esfuerzo en cada partido, entrenamiento, ejercicio... Rayaba la perfección en aquello que dependía de él. Todo por seguir mejorando y acercarse a su sueño. Unas destacadas actuaciones que pronto despertaron el interés del Celta. Remontó los casi cuatro kilómetros del río Lagares hasta Balaídos, donde debutó con 18 años. Pero su llegada al conjunto celeste dependía de una condición: «Que le pagasen un taxi o que le viniese un autobús a recoger».
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Los celestes accedieron y pronto vieron que habían acertado. Otto fue en su día el futbolista más joven en debutar con el equipo en Balaídos (18 años) y en alcanzar el centenar de encuentros en la élite. Llegó incluso a debutar con la selección española absoluta. Una proyección nada sorprendente a ojos de su primer entrenador. «Ya desde niño veíamos que tenía mucho talento y fuerza. ¿Has visto los gemelos que tiene? Pues de crío también tenía unas piernas más desarrolladas».
Carreras de atletismo
Unas cualidades que marcaron la diferencia desde bien pronto. «Le poníamos de mediapunta y se hinchaba a marcar goles». Y pese a que en la estructura del Celta se escoró a la banda y retrasó su posición al lateral, nunca perdió ese instinto ofensivo. «Su carácter le hace subir la banda. No tardaréis en descubrirlo», promete.
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Cuando lo hace, descubre el alma de atleta que guarda dentro. «Mira, te voy a contar una curiosidad que poca gente sabe... Jonny compitió en carreras de atletismo. Creo que por entonces tenía unos ocho años». Y cuando tuvo que escoger se inclinó hacia el balón. El tiempo le dio la razón. Su papel en Balaidos llamó la atención del Atlético de Madrid. «Fue el verano en el que ficharon a Morata del Chelsea, por lo que salió cedido al Wolverhampton, quien finalmente le adquirió en propiedad.
Tras su dilatada trayectoria en el fútbol inglés, dio el paso a la liga griega con el PAOK Una temporada y media que borraron su sonrisa. «Entré con mal pie. Al poco quería salir porque soy una persona muy familiar. Lo que he visto de aquí, en Vitoria, es que es una ciudad muy familiar», reconoció Otto. Ese sentimiento de pertenencia que tanto le representa.
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