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Ivan Tomic, Magno, Astudillo e Ibon Begoña felicitan a Iván Alonso, en el centro, tras su tanto ante el Gaziantepspor. Álex Larretxi

Cuando el Alavés silenció el infierno turco

Se cumple un cuarto de siglo del primer triunfo (3-4) albiazul en la UEFA ante el Gaziantepspor con el que arrancó su exitosa aventura europea

Lunes, 29 de septiembre 2025, 00:21

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Hace un cuarto de siglo que el Alavés estrenó su pasaporte europeo. Aquel equipo, liderado por José Manuel Esnal 'Mané', resurgió de las tinieblas para romper en la temporada 2000-01 las fronteras del fútbol continental. Se sentían invencibles. Y la UEFA pudo dar cuenta de ello. «No le teníamos miedo a nadie», recuerda a ELCORREOJavi Moreno, aún con ese hambre de gol en la voz. Ni siquiera al temido infierno turco. El Gaziantepspor fue aquel 28 de septiembre de 2000 la primera víctima (3-4) de un Glorioso que supo sobrevivir a un caldeado ambiente con 18.000 personas en las gradas y sobreponerse al guion de esta especie de telenovela turca que se empeñaba en 'filmar' su muerte. «Fue el comienzo de un año plagado de muchos recuerdos bonitos», resume Ivan Tomic. Ambos, delantero y medio, fueron los grandes protagonistas de una noche para la historia.

La hostil atmósfera que envolvía el estadio Kamil Ocak, «lleno desde dos horas antes de que empezase el partido», nada tenía que ver con la cortesía con la que fue recibida la tropa albiazul a su llegada a Gaziantep. «Cuando aterrizamos en el aeropuerto nos recibieron con collares de flores. Nos las pusieron y fueron muy amables con todos nosotros», evoca Moreno. Un gesto afable o quién sabe si el conjunto turco quiso empezar a jugar el partido desde el momento en que pusieron un pie en suelo firme. Porque la plantilla babazorra viajó de paisano, sin querer descubrir que eran los jugadores del Alavés. Y a las primeras de cambio se desveló su identidad.

Cada detalle contaba en una eliminatoria de altísimo voltaje. El empate a cero de la ida en Mendizorroza lo dejó todo abierto. El futuro, en 90 minutos. Un peligroso cara o cruz tras un primer asalto desafortunado. El debut en Europa pasó factura a la plantilla. Los nervios, la tensión, la responsabilidad... «No estábamos acostumbrados a jugar entre semana», explica el ariete. El Alavés se vio superado durante gran parte del choque. Martín Herrera, con dos brillantes intervenciones, mantuvo viva la eliminatoria. La tardía reacción albiazul, en los últimos diez minutos, se quedó escasa para ir con esa necesaria ventaja.

«Cuando aterrizamos en el aeropuerto nos colocaron collares de flores en el recibimiento»

Javi Moreno

«Tengo recuerdos muy bonitos de aquel partido. Esa falta que casi no entraba... Y entró»

Ivan Tomic

Porque los turcos habían mostrado ya su colmillo. Y en los primeros compases del choque decisivo hincaron primero el diente. Apenas se habían disputado 13 minutos cuando Hasan aprovechó un error de Karmona en la salida del balón para superar a Herrera. Envió la pelota a la mismísima escuadra para desatar el delirio en las gradas. Mal asunto. O más bien un acicate para despertar al equipo. A la media hora de juego, Iván Alonso devolvió la igualada al marcador de un testarazo tras un centro medido de Magno. El valor doble del gol fuera de casa daba ventaja al conjunto babazorro. Aunque lo ocurrido aquella noche fue un atracón de dianas.

Mané planteó un inusual 5-3-2 con debutantes como Eggen, Iván Alonso, Magno y Tomic. Una revolución exitosa –los 'ivanes' brillaron en su primera titularidad–, aunque no exenta de sufrimiento. El destino parecía escrito para que el Alavés hincase la rodilla aquella noche. A pocos segundos de llegar al descanso los turcos volvieron a adelantarse en el marcador. En ese momento, el club vitoriano estaba eliminado. «En el vestuario corregimos algunos aspectos, pero lo más importante es que confiábamos en nosotros mismos. El año anterior habíamos peleado todos los partidos y este duelo no iba a ser menos», comenta Javi Moreno. Se veían capacitados.

Reacción desde 25 metros

Y aquel paso por vestuarios lo cambió todo. Una reacción que encabezó Tomic con una lejana falta que, a priori, no entrañaba demasiado peligro. Estaba a unos 25 metros de la portería y el guardameta local, Catkic, levantó una muralla de seis hombres. Parecía impenetrable. Pero el serbio detectó una grieta. Era mínima, pero suficiente. Optó por un disparo fuerte al palo del portero, confiando en que éste se movería para tapar un chut por encima de la barrera. Su cohete logró minar la trinchera enemiga con la inestimable colaboración del meta. El balón se le coló por debajo del brazo. «Recuerdo muy bien la falta. Casi no entraba... Y entró», respira aliviado aún hoy, 25 años después de aquello. Porque el balón rebasó por milímetros la línea de cal. Una acción que en el fútbol actual requeriría del VAR para determinar si ha entrado o no.

El gol fue un chute de moral. En apenas 25 minutos los albiazules prácticamente sentenciaron la eliminatoria con dos tantos más (2-4). El siguiente llegó tras una brillante combinación que desarmó la telaraña defensiva turca. Ibon Begoña conectó con Tomic, que desde la frontal del área filtro con un brillante taconazo a Javi Moreno, que culminó esta obra de arte. «Nos entendíamos muy bien. Yo estaba de espaldas a la portería y con un defensa marcándome. Me giré rápido y generé el espacio suficiente para poder disparar. El portero la tocó, pero no consiguió desviarlo», describe un ariete que estaba enrachado desde el comienzo de la temporada. Muestra de ello, que aquel tanto era el primer balón que tocaba tras ingresar al campo apenas tres minutos antes.

Tomic, por partida doble,y Moreno sentenciaron el partido en apenas25 minutos

Golpe a la eliminatoria

La tranquilidad llegó casi al instante. Con la eliminatoria muy cuesta arriba por no decir prácticamente perdida el conjunto turco se volcó al ataque. Y en este escenario el Alavés se había mostrado especialmente letal. Un dato: en los tres partidos que había disputado hasta la fecha a domicilio había anotado nueve goles. Uno, cada media hora. Una capacidad ofensiva que exhibieron Moreno y Jordi en una triangulación eléctrica para dejar el tanto en badeja a Tomic. Sólo tuvo que empujarla.

Fue la rúbrica de una noche triunfal. De un Alavés vestido de Gloria. A pesar de que en el descuento el Gaziantepspor logró maquillar el resultado (3-4), los vitorianos gozaban de una renta más que suficiente. «Lo celebramos con mucha alegría. Todos juntos. Pero nada extraordinario», apunta Moreno. Sabían que esto acababa de empezar. Pero lo hizo con buen pie. « Supimos sacar carácter para remontar. Hemos sabido resolver la primera experiencia en Europa de forma satisfactoria», apuntó Mané en la rueda de prensa posterior al partido. Una comparecencia en la que el técnico albiazul ya tenía en su bolsillo el billete para la siguiente estación: el Lillestrom noruego. Por delante, un mes para seguir soñando.

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