Joven como ninguno y el más ancestral de todos
Los hermanos Martínez Pangua, bodegueros de Altún, ya tienen la añada de 2024 de su 'Albiker'. De uva entera, trae de vuelta la originaria maceración carbónica
De todos nosotros se adueñan rasgos que, inevitablemente, rubrican nuestra longevidad. Así que, cuando la cronología nos hace convertirnos en seres talludos, nos escudamos en esa manoseada frase –con la que también elogiamos al otro– que dice que como el buen vino sólo mejoramos con los años. Porque claro que nada tienen que ver esos exquisitos 'grand cru' con aquellos otros caldos de pueblo que abundan en nuestras tradicionales tabernas alavesas.
Pero, si están dispuestos a recibir un consejo: no desdeñen a los jóvenes, ya que su gusto quizás le sorprenda. La muestra puede ser ese 'Albiker' de los hermanos Iker y Alberto Martínez Pangua, los jóvenes bodegueros de Baños de Ebro a los que EL CORREO está siguiendo durante todo un año de trabajo, de sol a sol, en una serie que cuenta con el patrocinio de la Diputación de Álava.
Lo que distingue esta añada de tempranillo es su proceso de elaboración: unas 95.000 botellas logradas tras recuperar la vieja usanza que se aplicaba en los primeros vinos de la historia. Su esencia no es otra que la maceración carbónica, una técnica todavía presente en muchas bodegas de prestigio de Rioja Alavesa y la Rioja Alta. «Así es cómo empezaron los productos familiares, con un lagar debajo de casa», apunta Alberto. «Porque es la preparación en la que menos medios se necesitan», continúa Iker.
El almacén acoge estos días palés de variadas referencias que pararán en mesas de Albania, Japón o Estados Unidos
Este método ancestral –predominante en la comarca antes de que se propagaran los hábitos bordeleses– rehúye de la maquinaria pesada y de una segregación exhaustiva. Tras vendimiar en los terruños que se extienden a los pies de la Sierra de Cantabria, los racimos de uva se vierten enteros en una inmenso depósito. No se estrujan ni despalillan, se almacenan con el raspón visible, lo que provoca una «fermentación intracelular», estática y espontánea que acaba por romper el hollejo (la piel) y desencadena complejísimas fases químicas que acaban con el pisado más rudimentario y la uva removida a horquillo para extraer el vino.
Los bodegueros
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Iker y Alberto Martínez Pangua. Nietos e hijos de viticultores riojanoalaveses. Iker y Alberto, de 34 y 27 años, son de Baños de Ebro y representan a una nueva y excepcional generación de bodegueros. Cuentan con una sólida formación, también internacional, una visión y una pasión con la que aspiran a agitar el sector del vino desde el respeto al pasado de éxito que Rioja Alavesa ha logrado gracias a su esfuerzo común.
A 14 grados en la copa
Se trata de un juego de delicadeza que se traduce, en la cata final, en una «explosión de fruta». Es decir, que si ustedes tienen un paladar fino, además de bien entrenado, podrán apreciar aromas relacionados con la fresa, la frambuesa, el plátano... «Es como una golosina», atajan los viticultores. Su símil funciona, porque casi que este jugo se bebe –como ocurre con otros caldos jóvenes– con la misma facilidad que se comen esos otros manjares aún más rebosantes de azúcar que el tinto.
Lo cierto es que esa es su función. Este vino de año está preparado para un consumo relativamente rápido. Porque ese aspecto brillante, de intenso color rojo cereza en el corazón y tonos violáceos en su ribete, denotan hoy su juventud, pero son matices que se perderán con el tiempo. El calendario apremia, así que lo mecánico se ha adueñado ya del proceso.
2.000 frascos se embotellan a la hora en una máquina encargada también de colocar el corcho, encapsularlo, dejar impoluto el vidrio y etiquetar en la posición precisa todas esos litros que Alberto e Iker colocarán con sumo cuidado en cajas y empaquetarán en palés que saldrán desde Baños de Ebro a otros puntos del País Vasco, La Rioja o Castilla y León.
«Este tipo de vino es de un consumo muy local, el que más predomina aquí y el favorito de nuestros abuelos por su sabor agradable para el txikiteo», califican los productores, que recomiendan servirlo a una temperatura entre 12 y 14 grados.
Más información
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La Casa del Vino. Se encarga de analizar y certificar en su laboratorio los distintos vinos que están a punto de salir al mercado: web.araba.eus/es/viticultura/laboratorio-enologico
Esa alta aceptación se refleja en las cifras; sólo en una jornada despacharán más de 12.000 botellas que, en muchos casos, ya tienen asignado dueño. «En un par de días vendemos el 15% de nuestra producción anual», calcula Alberto, que sostiene que en esta época navideña las demandas llegan de «sopetón». Y es que, aunque ahora sea época de vino joven, en ese otro medio mundo al que exportan sus caldos –Dinamarca, Nueva Zelanda, Holanda, Bélgica, Albania, China, Estados Unidos, Japón, México, República Dominicana, Irlanda, Suiza...– también quieren brindar al año nuevo con otras variedades.
Estos países no buscan un 'Rioja' cualquiera sino que «valoran la identidad de cada viñedo», traslada Iker. En 50 hectáreas elaboran diez referencias distintas: de parcela ('premier cru' y 'grand cru') y de pueblo. De toda esa producción, que se traduce en 300.000 botellas anuales, exportan ya la mitad.
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