Borrar
Carol Nazatto / Artistique int. agency
Sobrevivir al turno de noche

Sobrevivir al turno de noche

Tres profesionales cuentan cómo lidian con el peor horario para la salud

rocío mendoza

Sábado, 11 de septiembre 2021

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Puede gustar más o menos. Hay quienes hasta le ven ventajas y llegan a adaptarse a las servidumbres lógicas que conlleva: dormir por las mañanas, quedar menos con los amigos, socializar poco (a veces nada) en el trabajo... Pero lo cierto es que la ciencia lo tiene catalogado como el peor turno de trabajo para la salud: el de noche. Pasadas las doce, y hasta las seis de la madrugada, nuestra biología está programada para dormir. Aunque a veces guste, no somos especies nocturnas, como los lobos o los ratones. Se puede ir contra natura de vez en cuando, claro está. Pero, ¿qué sucede cuando es el sistema, el guion laboral, el que exige que el cuerpo se mantenga en vela y activo a deshora? A muchos, solo de pensarlo se les cerrarían los ojos. Pero lo de menos es el cansancio atroz que, dadas las cuatro de la mañana, invade a quienes han experimentado estos horarios. Lo peor son las consecuencias para la salud a medio y largo plazo.

Algunas están ampliamente contrastadas por las investigaciones, como las alteraciones del sueño y el insomnio, que más allá de hacerte sentir somnoliento, malhumorado y torpe en el día a día, aumentan el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y metabólicas. Véanse los accidentes cerebrovasculares y coronarios, la diabetes, la obesidad, etc. ¿Por qué? En las hormonas podría estar la respuesta. Manolis Kogevinas, profesor y director científico del Severo Ochoa-ISGlobal, es experto en el campo científico que estudia las consecuencias de alterar los biorritmos. «Los picos de producción de hormonas se ven alterados en las personas que hacen turnos de noche. Lo natural es que se den a primera hora de la mañana; pero en ellas, sucede a mediodía. No sabemos cuál es la consecuencia exacta de esto, pero sí que influye en el metabolismo», explica el investigador, quien recuerda que el turno de noche como tal está catalogado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como «probable carcinógeno». Se relaciona, especialmente, con los tumores hormonodependientes, como el de mama, el de próstata y el de colon.

«Un 15% de la población europea trabaja en turnos de noche. Incluso sabemos que la gente lo prefiere al de tarde, porque con este se pierde la vida junto a familiares y amigos. Pero el sistema no parece que vaya a cambiar, así que hay que apostar por la prevención», cree Kogevinas.

Esta pasa, por ejemplo, por no alterar los horarios de las comidas (es decir, no darse un atracón al terminar de trabajar y antes de irse a dormir por la mañana), que el desempeño se haga a media luz y sin ruido si el tipo de profesión lo permite, usar gafas de sol cuando se acaba el turno para llegar a la cama con la melatonina lo menos alterada posible por la incidencia de la luz y, por último, realizar si se puede pequeñas siestas salpicadas durante la jornada para reactivarse y poder seguir adelante.

Ahora bien, sobre el terreno, no siempre se puede cumplir con todo. Tres profesionales cuentan cómo se trabaja contra natura.

Víctor Diz. Ingeniero

«Me preocupa la alteración del sueño, a largo plazo creo que no lo aguantaría»

«Aunque me va bien por ahora (llevo tres años en el puesto), es cierto que el factor del sueño me preocupó cuando me ofrecieron el trabajo. Si este se te trastorna luego es un problema y es más complicado desarrollar tu vida y tus funciones. Pero por ahora, trabajamos a turnos rotatorios de 8 horas para cubrir las 24 del día, los 365 del año. La empresa elabora unas tablas horarias estudiadas para que, precisamente, no te afecte al organismo el turno. En principio, si lo cumples no debe haber problemas». Esta es la visión un tanto despreocupada de Víctor, un joven de 27 años cuya misión en su empresa es controlar y hacer la programación de las centrales hidroeléctricas para abastecer la demanda energética de España, en función de lo que dicten los mercados. «Ellos no descansan nunca y son cambiantes, por eso hay que cubrir todas las horas del día», precisa. Es consciente de que su juventud aún le permite realizar este trabajo sin sentir que le haya hecho mella. «Duermo bien por las mañanas -se acuesta a las 7.30- y por norma logro acoplarme bien con los planes de los amigos, aunque es cierto que es más difícil». Pero en el largo plazo no se ve. «Con 50 años resultaría muy complicado», reconoce ahora que, después de tres años a turnos, empieza a notar que está más cansado, que necesita dormir más. Además de este detalle, el bajón de rendimiento, la confusión y el cansancio que experimenta una hora antes de acabar su jornada noctámbula es lo que más le llama la atención. «Si te encuentras a esa hora con un problema no vas a poder reaccionar igual», admite. En cuanto a su salud, lo que lleva peor es el orden de las comidas. «Hay compañeros que respetan el desayuno, almuerzo y cena independientemente de cuándo se acuesten o levanten. Yo hago una o dos comidas al día, que está fatal, y encima cuando salgo y llego a casa». Los compañeros que llevan más tiempo, dice, son más disciplinados.

Yael Coronas. Enfermera del Hospital Ramón y Cajal de Madrid

«En casa hemos pactado una tregua los días que estoy saliente de noches porque estoy más irritable»

Quien sabe que estas concesiones pasan factura es Yael Coronas, enfermera del Hospital Ramón y Cajal de Madrid. Después de 16 años formando parte del equipo, sabe que si no es muy ordenada con su descanso, después no cogerá el ritmo de trabajo con normalidad. «El turno de noche -hacemos uno a la semana, 4 o 5 al mes- te condiciona en realidad dos días porque el anterior también tienes que descansar más. No puedes hacer planes que supongan un ejercicio físico importante ni saltarte las horas de sueño. Yo cuando empecé lo hacía; ahora noto más el cansancio, especialmente el día después», explica esta profesional, que trabaja a turnos rotatorios con un nuevo sistema anti estrés implantado en el hospital, precisamente para amortiguar las consecuencias de las jornadas de madrugada. En su caso, y además del cansancio, los efectos físicos han tenido más que ver con su estado de ánimo y sus relaciones familiares. «Toleras peor cualquier pequeño incidente; estás más irritable. Mi marido y yo hemos pactado una tregua en los días salientes de noche para no tratar durante ellos ningún tema conflictivo», asume con humor. Tampoco puede participar del todo en la vida de sus amigos y familiares. «Se renuncian a excursiones, a quedadas...», reconoce. Es el precio del aislamiento social, que también afecta al estado de ánimo general, algo muy característico de estos trabajadores. Para ella, las cinco de la mañana es el punto de no retorno del sueño que tiene que obligarse a vencer. «Se hace muy pesado, cada profesional tiene su truco para superarlo. Yo repaso los cuidados que tengo que realizar antes de acabar, así como las incidencias que debo contar en el cambio de turno. Las horas de trabajo de noche son propicias también para hablar mas con los compañeros, se realizan menos actividades y permite conocernos más entre nosotros».

Jesús Soriano. Camarero (@soycamarero)

«Lo único bueno que tiene trabajar así es que no tienes que madrugar»

El investigador del ISGlobal avisa de que hay personas propensas a adaptarse mejor a la nocturnidad que otras. Y ese es el caso de Jesús Soriano, camarero, autor de la célebre cuenta humorística @soycamarero, en la que cuenta las vicisitudes de la profesión (historias que plasmó en un libro editado por Grijalbo hace unos años). No en vano destaca con risas que «lo único bueno de ese horario es no tener que madrugar». Al margen de las bromas, dice que «psicológicamente es agotador». Pero, no tanto ya el horario, sino el entorno en el que trabajan. Las condiciones de luz, de ruido, de ritmo van en contra de las recomendaciones generales para sobrellevar mejor estos turnos. Y lo de dormir pequeñas siestas, imposible. «Más bien es algún cliente quien se ha quedado dormido en el baño», recuerda. «Al final del turno estás deseando salir. Carga muchísimo mentalmente», dice. En su caso, la parte mental pesa más que la física. «Si logras descansar bien, el cuerpo se acostumbra», quita importancia. Lo que no soporta es lo difícil que es mantener la vida social. «Te limita».

Publicidad

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios