Juan de Avendaño, 'El Malo', ataca Bilbao
Este banderizo mantuvo un enfrentamiento con la villa en 1342 al que puso fin una tregua amparada por el Señor de Bizkaia, que acabaría matándolo
Julio Arrieta
Domingo, 10 de abril 2022, 23:36
La de las villas vascas en la Baja Edad Media no era una vida tranquila. Libres en teoría de las injerencias de los Parientes Mayores, estaban en realidad expuestas a sus violencias. Bilbao no se libró de este problema. En 1342 se convirtió en el objetivo de uno de los principales banderizos del Señorío, Juan de Avendaño, al «que llamaron el Malo porque era perverso», según escribió en sus 'Bienandanzas e fortunas' el también banderizo -y tampoco muy angelical- Lope García de Salazar (1399-1476).
En 1342 Juan de Avendaño, un hombre muy «vulliçioso e guerrero e para mucho, fazía guerra al conçejo de Vilvao» desde un castillo que tenía en un otero, «que llamavan Malpica». El ataque del belicoso noble fue repelido por los vecinos de Bilbao, que salieron «todos e pelearon con él açerca del castillo e fueron vençidos e corridos fasta la puente de la villa; e quedaron muchos muertos d'ellos e dexaron muchas armas».
Juan de Avendaño era hijo primogénito de Martín Ruiz de Avendaño, Señor de Urquizu en Arratia, y de Mencía de Guevara. El linaje era de origen alavés. Tras estar al borde de la desaparición en el siglo XII a causa de un enfrentamiento con los habitantes de Vitoria, prosperó en Bizkaia hasta situarse en su cúspide social a lo largo del siglo XIV gracias a los enlaces de parentesco y a las alianzas entre familias.
«Está claro que el linaje Avendaño estaba bien posicionado en el entorno de la ría de Bilbao a finales del reinado de Alfonso XI y con sus sucesores en el trono de Castilla, como lo demuestra la posesión en 1342 de la fortaleza de Malpica, ubicada en una atalaya, desde donde Juan de Avendaño organizaba y dirigía ataques a los vecinos de la villa», explica el historiador Ernesto García Fernández en su extenso artículo 'El linaje Avendaño: causas y consecuencias de su ascenso social en la Baja Edad Media' ('Anuario de estudios medievales', 2007).
«Del control de una casa torre, situada cerca de la margen izquierda de la ría y al otro lado de la villa de Bilbao, se derivan, al menos, dos consecuencias» apunta el medievalista, profesor catedrático de la UPV/EHU. Por un lado, «los dueños del solar de Urquizu no se despreocuparon de la nueva realidad económica, social y política, generada al son del reciente desarrollo urbano de Bilbao». Y por otro el linaje Avendaño «se había constituido para mediados del siglo XIV en una de las casas solariegas más poderosas del Bajo Nervión y del Señorío de Vizcaya».
«Para siempre jamás»
Fuera por maldad o, lo que es más probable, por intereses más concretos, hubo una «reiterada injerencia del linaje Avendaño en la villa de Bilbao». Se le puso fin con una tregua perpetua establecida en noviembre 1353 entre el concejo de Bilbao y los Avendaño -Juan y su hermano Juan de San Juan-, autorizada por el Señor consorte de Bizkaia, don Tello de Castilla -la Señora era su mujer, Juana de Lara-. Mediante esta tregua, establecida «fasta ciento é un años é del dicho tiempo en adelante para siempre jamás», se ponía fin a «muertes é quemas é fuerzas é robos é otros maleficios que han acaescido de la una parte contra la otra». Don Tello lo tuvo «por bien, veyendo que esto era mi servicio é gran pro de ellos e de la mi villa».
De malhechor feudal, Juan de Avendaño pasó a ser un hombre de confianza para don Tello. Este era uno de los muchos hijos bastardos de Alfonso XI de Castilla y, por tanto, hermanastro de Pedro I, el Cruel -o el Justiciero, escójase según el bando con el que se simpatice-. En la guerra que mantuvo este rey con su hermanastro, Enrique de Trastámara, Tello, hermano del segundo, mantuvo una posición variable. Cuando se vio en necesidad de negociar con Pedro tras enfrentarse a él, envió al de Avendaño como emisario. Y fue eficaz, porque obtuvo un acuerdo el 21 de junio de 1356.
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Pero a Juan de Avendaño no le saldrían a cuenta sus buenos servicios al Señor de Bizkaia. Así lo cuenta Lope García de Salazar: en 1356 «mató el conde don Tello, Señor de Vizcaya, a este Juan de Avendaño en la villa de Bilbao dentro de su palaçio e echólo de las ventanas a la plaça».
Tal y como narra el cronista banderizo, don Tello, «que era mucho montero», trajo «doce puercos monteses» para correrlos a caballo. No supo o pudo hacerlo, porque su montura se espantaba ante los jabalíes y no se metía entre ellos. Pero sí lo logró Juan de Avendaño a lomos del mismo animal, lo que resultó humillante para el Señor. Y más porque Juan gritó «¡Ruin malandante yo fuera para Señor de Vizcaya!».
Belicoso
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Según Lope García de Salazar, ni la propia familia de Juan de Avendaño estaba libre de su agresividad. En 1338 mató a su primo Pero Ortiz de Avendaño, señor de Aramayona, «dándole con las armas por detrás. La causa por que lo mató fue porque en Arratia nadie mandaba más que él.
Don Tello se retiró a comer y -siempre según Lope- su ofensa fue inflamada por varios de sus acompañantes, sobre todo por Pedro Ruiz de Lezama. Parece que Juan de Avendaño pretendía a su mujer, doña Elvira, «que era mucho fermosa e loçana sobejamente sobre todas las de su tienpo de Vizcaya», a la que su marido tenía encerrada «en la su torre de Leçama con criados suyos por este reçelo». Cuando Juan de Avendaño llegó a palacio -la torre de Zubialde, que estaba en la entrada de Artekale- «fue luego muerto a porradas e echado por las ventanas a la calle, como dicho es».