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Prueba de atletismo en San Mamés a comienzos del siglo XX. Al fondo, la Misericordia.
El gran Cross Country de 1919

El gran Cross Country de 1919

Tiempo de historias ·

Hace cien años, el atletismo vizcaíno pudo demostrar, a pesar de sus problemas económicos y de una carrera accidentada, que gozaba de buena salud y que estaba entre los mejores de España

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Domingo, 3 de marzo 2019, 01:21

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«La olimpiada de ayer constituyó un éxito, y no de los pequeños, para la Federación Atlética Vizcaína», señaló 'El Noticiero Bilbaíno' el 17 de febrero de 1919. Se felicitaba así el diario por la gran aceptación que el día anterior había tenido la reunión atlética organizada en San Mamés. Cierto que hubo fútbol, jugaron el Erandio contra el Fortuna, pero la gente que llenó el estadio aplaudió por igual a los futbolistas, a los corredores de fondo, a los relevistas, a los mediofondistas y a los saltadores de pértiga. No hubo distinciones. Pese a lo que meses antes se había afirmado, el deporte atlético también tenía sus seguidores en la villa.

Aquel mitin deportivo y las pruebas celebradas una semana antes habían sido las primeras manifestaciones importantes para el atletismo vizcaíno, cuya federación aún era joven. Había echado a andar en diciembre de 1917. Presidida por José María Mateos, cronista deportivo de 'La Gaceta del Norte', su corta trayectoria hasta ese mes de febrero de 1919, no había estado marcada precisamente por el éxito. De hecho, la junta directiva en pleno llegó a dimitir por falta de apoyo económico. No obstante, pese a los problemas, aquellos atletas vizcaínos –y más en concreto los corredores de fondo–, hicieron creer a los bilbaínos que hasta en ese deporte del correr, Bilbao podía llegar a ser una referencia nacional.

El 9 de febrero tuvo lugar por las calles de Bilbao un campeonato de cross. «Los alrededores de la Casa de baños municipales estuvieron, desde primera hora, animadísimos», celebraba 'La Gaceta del Norte'. No faltó gente en ningún punto del recorrido para dar su ánimo a los corredores. Nueve kilómetros en los que pudo comprobarse que había más deportes que el fútbol. Y eso que aquella carrera no era nada más que un aperitivo que junto a la cita de San Mamés del domingo siguiente habría de servir de preparación para la gran cita atlética del momento: el Cross Country de San Sebastián, IV Campeonato nacional de campo atraviesa.

De ambos eventos salió el equipo que habría de competir por el Gran Premio de Cooperación y por la Copa Foronda, encabezado por Juan Lequerica, Romualdo San Miguel y Quirino Montoya, todos ellos integrantes del Club Fortuna. Eran muy buenos y, a juzgar por los expertos cronistas deportivos del momento, bien podían hacerse con el campeonato. Además, este éxito de participación, tanto en las gradas como en las pruebas, garantizaba en cierto modo un apoyo económico importante. De hecho se abrió una cuestación pública para sufragar los gastos de desplazamiento de los corredores hasta San Sebastián. Y es que, al igual que ocurre hoy en día, hay deportes que se ven en la obligación de suplicar dinero y para ello no hay más remedio que presentar buenas credenciales. En 1919, los tres corredores que encabezaban el grupo vizcaíno sí eran una garantía.

El 23 de febrero San Sebastián se vistió de gala. «Para antes de las nueve ya se veían masas de gentes que marchaban a tomar posiciones en el recorrido», apuntó 'La Gaceta del Norte'. El servicio de seguridad, completísimo, corrió a cargo de la Guardia Civil, miqueletes y soldados de los diferentes regimientos de la ciudad. El campo de Atocha se llenó hasta los topes. Ni qué decir tiene que la afluencia de bilbaínos también fue muy grande. Con todo ello, el público expectante y los corredores concentrados, a las once de la mañana, el alcalde dio el pistoletazo de salida. En cabeza de carrera se situaron los corredores guipuzcoanos y los vizcaínos. La cosa prometía.

Sin embargo, al de muy poco, Lequerica cayó al suelo y se golpeó en la cabeza. A pesar del percance, el vizcaíno se levantó y se reincorporó a la carrera. Rápidamente apareció un tercero en discordia, el castellano Domínguez, que se situó en primera posición. ¿Sorpresa? No tanta, aunque en el guión parecía que todo iba a ventilarse entre guipuzcoanos y vizcaínos. Lequerica se situó en el tercer puesto y a punto estuvo de adelantar al representante de la parroquia guipuzcoana. Sin embargo, Dominguez iba como un tiro. Todo un rayo castellano que, finalmente, cruzó la línea de meta en primer lugar.

La «muy mala suerte» de Lequerica

«Llevarían unos tres cuartos de hora de carrera. Apareció un corredor vestido de blanco. Era Domínguez. Y como si no llevase doce kilómetros de carrera, cruzó rapidísimo Atocha, dio una vuelta y con no pocos aplausos llegó a la meta. Hizo el recorrido en 45 minutos 54 segundos». La segunda posición fue para Muguerza, y la tercera para Lequerica, de quien se dijo había tenido «muy mala suerte» y que, de no ser por la caída y algún que otro despiste, bien se podía haber hecho con la victoria. Por cierto, la tan deseada copa Foronda fue a parar a las vitrinas guipuzcoanas.

Tras la carrera, todo el mundo se preguntaba quién era ese tal Domínguez. Un desconocido hasta ese día, que tenía 19 años y que ante el nutrido público que se dio cita en San Sebastián se consagró como un gran corredor. Él se llevó el campeonato, el trofeo y la gloria. En cuanto a los vizcaínos, el esfuerzo. Consiguieron situar a dos corredores entre los cinco primeros. Lequerica fue el más destacado. Quedó tercero. No estuvo mal, aunque las expectativas eran mayores.

Aquellas citas deportivas de hace un siglo demostraron que el deporte, en toda su extensión, también era un síntoma de modernidad. El atletismo levantaba expectación aunque no tanta como el fútbol. Desgraciadamente, los dineros llegaban más fácilmente a la disciplina del balompié que a otras. Poco se ha cambiado cien años después.

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