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Tiempo de Historias

El afortunado marinero Juan de Arratia

El bilbaíno no solo completó con Elcano la primera vuelta al mundo en la nao Victoria, sino que además sobrevivió al viaje en el que murió el de Getaria

Julio Arrieta

Domingo, 19 de junio 2022, 00:57

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El primer bilbaíno que dio la vuelta al mundo tiene una calle dedicada en Sanlúcar de Barrameda pero no en su villa natal. Aquí, para compensar, lleva su nombre una de las salas del Itsasmuseum. Juan de Arratia fue uno de los 18 supervivientes de la expedición de Magallanes-Elcano que llegaron al puerto gaditano, con el marino de Getaria al mando, el 6 de septiembre de 1522, pronto hará 500 años, completando así la primera vuelta al mundo.

1525

  • San Lesmes En 'La carabela San Lesmes' Luis Gorrochategui defiende que este barco pudo alcanzar Nueva Zelanda. A partir de las investigaciones del australiano Robert Langdon, mantiene que algunos tripulantes se asentaron en varios puntos del Pacífico, dejando su rastro tanto genético como cultural.

Cuando embarcó en la nao Victoria, Juan de Arratia era un grumete de 15 años. Cuando regresó tenía 18. Pero su historia no acabó allí. Porque embarcaría de nuevo con Elcano, en la expedición comandada por García Jofré de Loaísa y que partió de La Coruña el 24 de julio de 1525, otra vez con las Molucas, las islas especieras, como destino. Elcano no sobrevivió a este viaje. Pero el bilbaíno sí.

No es mucho lo que se sabe de Juan de Arratia. Debió de enrolarse poco antes de que zarpara la expedición de Magallanes, el verano de 1519, «realizándose el contrato el 10 de agosto», el mismo día de la salida de Sevilla, según precisa el historiador Daniel Zulaika, autor de 'Elcano, los vascos y la primera vuelta al mundo'. Su nombre figura en el rol de la Victoria. En las cuentas de la expedición se dice que es Juan de Arratia, «natural de Bilbao, hijo de Juan de Arratia». No se menciona a su madre. Como apunta Zulaika, «en los listados de los embarcados, cuando se hacía referencia a los progenitores, lo habitual era poner el nombre del padre y de la madre», lo que en esta expedición ocurre en 140 casos. «Sin embargo, hay ocho en los que solo aparece el nombre del padre y en dos solo el de la madre». Ello indica que el bilbaíno Juan podría ser huérfano de madre.

Un dineral en clavo

Como era habitual, el grumete bilbaíno recibió por adelantado el sueldo de 4 meses: 3.200 maravedís. A su regreso cobró otros 29.000, a los que sumó los beneficios de la parte del cargamento que le correspondía, las quintaladas: 38.000 maravedís por un costal de 6 kilos de clavo. 64.000 en total. Un dineral.

El bilbaíno fue uno de los tres vizcaínos que volvieron con Elcano, «los tres juanes», Juan de Arratia, el baracaldés Juan de Zubileta y el bermeano Juan de Acurio, con la particularidad «de que los dos primeros comenzaron y concluyeron la circunnavegación en el mismo barco, la Victoria», como destaca el historiador y arqueólogo marino Xabier Armendariz.

Juan de Arratia reaparece en la documentación en 1524. En abril de ese año comenzaron en el puente de Caya, entre España y Portugal, las conversaciones para dirimir a quién correspondía la propiedad del archipiélago de la Especiería, si a la corona de Castilla o a la portuguesa. Para defender la postura de Castilla –ya en Badajoz, porque el puente era muy estrecho para acoger una junta de este calado–, declararon entre otros Elcano y varios de sus compañeros, Juan de Arratia entre ellos. El grumete dio testimonio el 24 de mayo respondiendo a 21 preguntas. Entre otras cosas «declaró haber conocido a Carlos I y a Fernando el Católico, pero no a Isabel». No firmó, no sabía escribir.

Pero su nombre no se perdió. Como ha documentado el investigador Tomás Mazón, reaparece en los prolegómenos de la expedición comandada por Loaísa con Elcano como segundo al mando y piloto mayor. Un documento demuestra que se consideró imprescindible su participación. El texto explica que se gastaron 3.060 maravedís en el cuidado de «Juan de Arratia que vino del Maluco, en dos meses que estuvo malo», con la intención de que «volviese en la armada». No es demasiado aventurado sugerir que Elcano lo quería a su lado por su experiencia.

La flota al mando de García Jofré de Loaísa estaba formada por siete naves y 450 tripulantes –Uno de ellos era Andrés de Urdaneta, que entonces solo contaba 17 años–. Zarpó el 24 de julio de 1525. ¿En qué barco iba Juan de Arratia, ya como marinero? Se ha dicho que en la San Lesmes, carabela desaparecida en el Pacífico y sobre cuyo misterioso destino se ha especulado mucho. Entre sus tripulantes figura un Juan de Arratia, de Bilbao, aunque en el mismo documento autores como Robert Langdon, Roger Hervé o –en un libro recién publicado–, Luis Gorrochategui, leen «Juan de Arratran». Mazón, por su parte, no cree que se trate de nuestro marinero.

«Juan de Arratia viajó a bordo de la nao San Gabriel, en la cual regresó a España tras la más que discutible decisión de su capitán, Rodrigo de Acuña, de regresar desde el estrecho de Magallanes. Gracias a ello se convirtió en el único de los que repitieron viaje al Maluco en esta expedición que consiguió sobrevivir», escribe Mazón en su exhaustivo libro 'Elcano: viaje a la historia'.

Es posible que el marinero bilbaíno comenzara la aventura en la San Lesmes y que, para su fortuna, fuera transferido a la San Gabriel. En todo caso, al de Bilbao «se le liquidó el sueldo debido el 23 de abril de 1528», según Mazón. Consta en el documento correspondiente que a «Juan de Arratia, marinero que vino en la dicha nao (San Gabriel)», se le dieron «cinco mil maravedís (...) en cuenta de su sueldo de tiempo que sirvió en la dicha armada».

Y con este pago desapareció este extraordinario marino de la historia. Hasta que alguien lo vuelva a encontrar en un nuevo documento, claro.

«Juan de Arratia viajó a bordo de la nao San Gabriel, en la cual regresó a España tras la más que discutible decisión de su capitán, Rodrigo de Acuña, de regresar desde el estrecho de Magallanes. Gracias a ello se convirtió en el único de los que repitieron viaje al Maluco en esta expedición que consiguió sobrevivir», escribe Mazón.

Es posible que el marinero bilbaíno comenzara la aventura en la San Lesmes y que, para su fortuna, fuera transferido a la San Gabriel. En todo caso, al de Bilbao «se le liquidó el sueldo debido el 23 de abril de 1528», según Mazón. Consta en el documento correspondiente que a «Juan de Arratia, marinero que vino en la dicha nao (San Gabriel)», se le dieron «cinco mil maravedís (...) en cuenta de su sueldo de tiempo que sirvió en la dicha armada».

Y con este pago desapareció este extraordinario marino de la historia. Hasta que alguien lo vuelva a encontrar en un nuevo documento, claro.

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