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La trinchera vasca contra la represión en Nicaragua

La plataforma 'Aupa Nicaragua' busca denunciar en Euskadi la situación política del país centroamericano y ayudar económicamente a los afectados

Gabriel Cuesta

Lunes, 16 de julio 2018, 00:42

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Salieron de Nicaragua, pero Nicaragua no ha salido de sus corazones. Estar en Euskadi, a casi 8.500 kilómetros de su país de origen, no les impide luchar por sus ideales y ayudar a sus seres queridos. Lo hacen bajo el lema 'Nicaragua, democracia, justicia y libertad'. Y con multitudinarias comidas tradicionales, bailes, manifiestos… La plataforma 'Aupa Nicaragua' denuncia la «represión» del presidente Daniel Ortega y colabora económicamente desde el País Vasco con los afectados en los últimos meses. Su pequeño granito de arena sale de lo recaudado en unas actividades coordinadas por una veintena de voluntarios que son parte de los 8.577 nicaragüenses integrados en el seno de la sociedad vasca, según cifras del Observatorio Vasco de Inmigración (Ikuspegi).

El pasado 18 de abril los manifestantes que protestaban en Managua en contra de los recortes en las pensiones fueron agredidos con pelotas de goma. Los incidentes provocaron más marchas al día siguiente para pedir la dimisión de Ortega y Rosario Murillo, esta última su esposa y también vicepresidenta. Esa vez las fuerzas de seguridad del Estado dispararon balas de plomo. Y el contador de víctimas empezó a sumar. Fue el comienzo de una ola de violencia en el país centroamericano que se mantiene a día de hoy y ya se ha cobrado más de 350 muertos y 150 desaparecidos.

  1. María Elena Sevilla | Mateare, 52 años

    «Me duele no haber podido velar a mi hijo»

María Elena vive desde hace dos años en Euskadi.
María Elena vive desde hace dos años en Euskadi. Sayuri Nishime

María Elena Sevilla pasea por las calles de Mondragón completamente vestida de negro. El color del duelo es su segunda piel desde el pasado 21 de abril. Aquel día su hijo Celso José Díaz perdió la vida con tan solo 18 años tras recibir un disparo en el pecho de un policía en su barrio de toda la vida: Mateare. Pero no está sola, 'Aupa Nicaragua' le hace sentirse arropada en Euskadi. «No había hecho nada y estaba todo tranquilo. Él se fue a comprar unas enchiladas y estaba jugando en la calle con sus amigos. Y entonces llegó la Policía... Su tía le había avisado que no fuera, pero nunca pensamos que le iban a matar. Hasta el agente comprobó que estaba muerto de una patada». «Estaba enamorado de ese barrio. Era muy popular. Los vecinos quieren ponerle su nombre a una calle pero no lo hacen por miedo», cuenta esta asistenta social que llegó hace dos años a Euskadi para buscar «ayudar económicamente a su familia desde España»

Para ella era 'Celsito', el más pequeño de sus cinco hijos, pero para los demás era 'Chechón'. «Era el más grandote aunque fuera el último en llegar», recuerda María Elena. Han pasado casi tres meses desde aquel día en el que recibió la noticia por teléfono. «Es muy duro. Miro la foto de mi hijo todos los días. Encontraron una imagen mía y de su padre debajo de su almohada después de haber fallecido», lamenta. Una penitencia que lleva por dentro porque lo que más le «duele» a esta madre es no haber podido «velar a su hijo». «No se enterró como debería haberse enterrado». El miedo por la represión hizo a los hermanos de Celso actuar precipitadamente y levantar el cadáver sin la llegada del forense. Al día siguiente ya estaba bajo tierra y María Elena no tuvo la oportunidad de decirle adiós. «Me ofrecieron pagarme el billete de avión varias personas, pero no daba tiempo».

Le queda el consuelo de un pequeño homenaje el Día de la Madre: una foto de su hijo con velas en Mondragón. La imagen de Celso también estuvo en la Marcha de las Flores el pasado 30 de junio en Managua. La plataforma le hace sentirse «apoyada» mientras recibe ayuda de una psicóloga. «Mis hijos me llaman todo el rato, pero no me hablan de la situación del país para que no reviva todo. Ojalá ese señor -en referencia a Ortega- salga del poder y pague por todo lo que ha hecho. Por todas las madres que hemos pasado por esto».

  1. Erika Mairena Canales | Masaya, 39 años

    «Es una carnicería contra el pueblo nicaragüense»

Erika, en plena faena entre fogones.
Erika, en plena faena entre fogones. Borja Agudo

Erika Mairena no daba abasto en su casa el pasado domingo. Un trajín de nicaragüenses entraban y salían constantemente para que su olfato les hiciera viajar a sus raíces y su estómago se reencontrase con los platos que les cocinaban sus madres y abuelas. Era toda una procesión ininterrumpida de nacatamales, bahos, chanchos con yuca, indioviejos y gallopintos. Y, cómo no, acompañados de un buen fresco de cacao. Erika estaba entre fogones, en plena faena para poder abastecer a todos los comensales. A falta de un lugar al aire libre, bueno es su hogar por una buena causa.

«Mi madre me enseñó todo. Tenía un buffet en Nicaragua y era una cocinera tremenda». Erika pone «de su bolsillo» para organizar estas comidas multitudinarias que buscan recaudar dinero para los colectivos más afectados en Nicaragua. Los localiza a través de las redes sociales. «Quiero apoyar a Masaya. Sobre todo a los niños. Son los más vulnerables», explica. «No puedo quedarme cruzada de brazos. Casi toda mi familia está aquí, pero no puedo con las injusticias». El principal ingrediente en la cocina nicaragüense es el maíz, pero a sus platos Erika le añade una pizca de esfuerzo. Es trabajadora social y apenas ha dormido cinco horas porque los sábados también trabaja. «Están haciendo una carnicería con el pueblo nicaragüense. Están matando el futuro. Hoy más que nunca creo en la juventud y que hay jóvenes capaces de gobernar Nicaragua. Este salió peor que Somoza», denuncia.

Erika viajó «en busca de un horizonte mejor» hace diez años a Bilbao, donde conoció a su actual pareja. «No volvería porque pienso en el futuro de mis tres hijas, pero eso no significa que no lleve a Nicaragua en el corazón», sostiene. «Quiero que tengan conciencia muchos nicaragüenses que están aquí y que también el País Vasco sepa qué está pasando en Nicaragua». De momento, ya ha participado en tres actividades. En la última consiguieron recaudar 600 euros, de los cuales 170 fueron a parar a su Masaya natal. «Me motiva ver las fotos de los jóvenes que pueden comer gracias a esto», confiesa con una sonrisa.

  1. Mariana Urcuyo | León, 41 años

    «Cada persona tiene su trinchera; ésta es la mía»

Mariana es la principal encargada de organizar las diferentes actividades.
Mariana es la principal encargada de organizar las diferentes actividades. Borja Agudo

Mariana Urcuyo es la que pone voz y cara a 'Aupa Nicaragua'. Aunque eso le suponga el riesgo de exponerse demasiado . «Creo que cada persona tiene su propia trinchera. Y esta es la mía. Si tengo que hablar, cantar o bailar para denunciar lo que pasa en Nicaragua, lo haré». El 19 de julio tenía un billete de avión para «disfrutar un mes de sus raíces», pero ha tenido que cancelarlo por la «represión» actual que existe en su país. «Me dijeron que no fuera. Que era ponerme en bandeja. No me importa exponerme porque no es nada comparado con lo que están pasando allí los nicaragüenses», señala.

Esta asistenta social licenciada en psicología llegó hace 4 años a Bilbao para buscar un trabajo digno y ahora hace malabares para poder incluir en su rutina la coordinación de la plataforma. «Te pasan vídeos e imágenes y duele poner nombre y apellido a los afectados. Piensas 'cómo le pueden hacer esto a fulanito' . Ahora la gente no puede ni salir de sus casas». Incluso la situación política le ha afectado en el ámbito familiar. «Lo político no solo revuelve la ciudad, también la dinámica familiar. Me ha tocado decirle a mi abuela: 'no, yo no creo eso'», reconoce. Aún así, lo tiene claro: «los esfuerzos valen la pena cuando las emociones unen a las personas».

La coordinadora de la plataforma asegura no ser «capaz de mirar a otro lado» a pesar de que su única hija y la mayoría de sus familiares viven en Euskadi. «Para muchos medios lo de Nicaragua son cifras y no el sentir. No se trata de cuántos muertos ha habido, sino de cuántas familias están pasándolo mal y lo pasarán peor cuando falte un hermano, una madre, un padre... Son pérdidas innecesarias producto de un capricho. De una enfermedad de poder. Esta pareja no ven que ya no les queremos. Ya no les necesitamos».

  1. Julio César Sánchez | Ocotal, 41 años

    «La guitarra suelta todo lo que llevo dentro»

Julio César posa con su inseparable guitarra.
Julio César posa con su inseparable guitarra. Bernardo Corral

Para Julio César Sánchez los lagos son los lunares de su querida Nicaragua. Y los árboles desperdigados a través de sus montañas son los rizos de su pelo. Su tierra natal es su 'Hermosa dama', título de la canción que él mismo ha compuesto. «Una mezcla colorida de su cultura», confiesa. Este cantautor es el que da ritmo con su guitarra a las iniciativas de 'Aupa Nicaragua'. Comunicar lo lleva en la sangre. En su país ejerció como periodista en Ocotal -Nueva Segovia- hasta llegar a Euskadi hace 9 años, donde ahora trabaja como limpiador en un restaurante de Bergara.

Renunció a su sueño profesional para venirse al País Vasco «sin trabajo» y «a la aventura» porque apreció «la descomposición» desde la llegada de Ortega al poder. «Me vi forzado a tomar la decisión. Cuando llegó Ortega se vio un cambio drástico, pero la parte agresiva llegó poco a poco». Incluso recibió «amenazas de muerte por divulgar informaciones». «Sabía que todo esto iba a pasar». Ahora está componiendo una canción contra el presidente que lo llevó a tener que salir de su querida tierra. «El 'desgobierno' está considerando la protesta como delito. Y es un derecho. Llegar a quemar niños... No puede ser», denuncia.

La plataforma le ha hecho retomar la música, algo que había aparcado «por la adaptación» a Euskadi. «De niño cantaba a cielo abierto y a todo pulmón. Me ha vuelto ese picorcito», reconoce. «Yo me atrinchero en la guitarra y la hago tronar. Suelto todo lo que llevo. Digo alto, adelante, le canto a la vida... Y también al canalla y la canalla. A los que hacen mal las cosas y castigan a nuestro pueblo», asegura. De sus cuerdas emanan las canciones de nicaragüenses como Carlos Mejia Godoy, 'Los de Palacagüina', el Dúo Guardabarranco, Pablo Milanés... «Toco canciones que vayan a la protesta, pero sin descuidar la alegría y la picardía nicaragüense», apunta. Es la «forma de colaborar» de Julio. «Es luchar. Echar una mano desde la lejanía. No hacerlo sería lo malo».

  1. Keyla Elizabeth López | Estelí, 31 años

    «Es duro estar todo el día pendiente del móvil esperando malas noticias»

Keyla zapatea en los eventos de 'Aupa Nicargua'.
Keyla zapatea en los eventos de 'Aupa Nicargua'. Borja Agudo

«La danza te llena de emociones. Sientes la canción que estás bailando. Cada palabra te dan ganas de seguir». El baile es una de las mayores tradiciones nicaragüenses. Y Keyla Elizabeth López zapatea en los eventos de 'Aupa Nicaragua' como forma de «mostrarle al mundo lo que pasa en Nicaragua». Aunque matiza: «Mi país no solo es una crisis política, también hay que mostrar lo bueno. Tiene mucha cultura y la gente es cálida». La distancia le separa de sus raíces, pero no le impide seguir bailando un Solar de Monimbó o un Palo de Mayo.

Keyla lleva ya cuatro años viviendo en Euskadi, donde llegó desde Estelí para buscar la «oportunidad de seguir estudiando». Comenzó el grado de Ingeniería en sistema en Nicaragua y ahora quiere convalidar asignaturas para poder terminar la carrera en el País Vasco. «Trabajaba en una empresa en la que tenía acciones el Gobierno y me pidieron un aval político para el Partido Sandinista. Me negué y fui poco a poco siendo relegada en la empresa. Nunca me había planteado irme, pero era una cuestión de supervivencia». De momento se gana la vida como cuidadora de ancianos, niñera y también haciendo algunas horas en una pastelería.

Cuando se enteró de lo sucedido el 18 de abril a Keyla le dieron ganas de «salir corriendo». «Pensé en coger el primer avión y apoyar las manifestaciones. Es duro estar todo el día pendiente del móvil esperando malas noticias». Aunque reconoce que desde Euskadi hay «oportunidades» para «ayudar a la sociedad nicaragüense». «A Nicaragua la llevaré toda la vida en el corazón».

  1. Xabier Garay | Bilbao, 48 años

    «Me han insultado por ir a las concentraciones en Euskadi»

Xabier Garay es un bilbaíno que apoya a la organización.
Xabier Garay es un bilbaíno que apoya a la organización. E. C.

Un trozo de Xabier Garay se quedó en Nicaragua. Este bilbaíno de 48 años vivió allí entre 2006 y 2013, un periodo en el que trabajó en diversos proyectos de Salud Pública. «Me enamoré y ya no me podía ir». También tuvo un intenso romance con los ideales del Frente Sandinista de Liberación Nacional.. «Yo provengo de la izquierda y su proyecto me pareció ilusionante. Tenía hasta la bandera del FSLN». A Xabier, como a otros vascos en los 80, le creaba «simpatía» un «proceso revolucionario propio. «Había similitudes con Euskadi. Habían sido años duros».

En 2006 llegaría el desamor. «Cuando volvió a ganar el Frente lo recibí con alegría». Aunque pronto se llevaría «el primer golpe en la cara». Nombramientos por intereses del partido, el miedo a discutir de política abiertamente o las amenazas del poder son los motivos por los que Xabier vio cómo el Frente se convirtió en «una bola de nieve que se lleva todo a su paso». Aunque no todo el mundo ha entendido su cambio de parecer y su apoyo a 'Aupa Nicaragua': «Me han insultado por mostrar mi compromiso con el país y por ir a las concentraciones aquí en Euskadi».

Xabier confiesa que le ha «encantado conocer a los 'nicas' de Euskadi». «Se me parte el corazón. Cuando llegó el 18 de abril y vi que había muertos al día siguiente pensé: 'esto es el fin de Daniel'. El primer asesinato piensas que se les pudo ir la mano, pero luego recuerdas que a Ortega le sale natural mandar a matar». Aunque el bilbaíno es optimista con el futuro de su querida segunda casa: «Los 'nicas' son capaces de aguantar todo. Van a ser capaces de volver a la paz. Espero que haya justicia».

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