Sanitarios organizan una jornada de trabajo en el hospital Txagorritxu de Vitoria. Rafa Gutiérrez

Euskadi vuelve al punto de partida tras malograr en un mes los avances conseguidos

La comunidad echa por tierra en un mes gran parte de lo logrado y afronta dos semanas clave para frenar el virus antes de la vuelta a las aulas

Domingo, 16 de agosto 2020, 00:45

En poco más de un mes Euskadi ha visto impotente como se le escapaban entre los dedos sus buenos datos epidémicos. Ninguna de las últimas ... medidas aplicadas hasta la fecha ha logrado frenar una vía de agua que se hace más y más grande cada semana que pasa. Ni el uso obligatorio de mascarillas, ni las restricciones al ocio nocturno han logrado el efecto esperado. Tampoco las constantes llamadas a la responsabilidad ciudadana, La situación se agrava. Tanto, que el Gobierno vasco se ha visto obligado a decretar una emergencia sanitaria que arrancará mañana por tiempo indefinido. ¿Qué ha pasado?

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Si al comienzo de la pandemia Álava era el territorio que más preocupaba, ahora lo es Bizkaia. Barakaldo, Getxo, Sestao o Portugalete no paran de sumar casos. Algunos días por decenas. Pero el gran problema está en Bilbao, la ciudad más poblada de Euskadi. En dos semanas el virus se ha extendido tanto entre sus residentes que la tasa de incidencia en los últimos siete días lleva varias jornadas por encima de 260 casos por cada 100.000 habitantes. Duplica la del resto de la comunidad, e incluso ha superado la de Aragón, según los datos que aporta el Ministerio de Sanidad.

A la aparición de focos en dos discotecas le han sucedido otros dos brotes en residencias de la ciudad. La capital vizcaína ronda los 900 casos en la última semana y no todos los contagios se han producido en la villa. Muchos de los positivos, según detalló la consejera de Salud, Nekane Murga, son de bilbaínos que se han infectado en su segunda residencia o en una escapada de verano. La ciudad es el epicentro de un problema que afecta a toda la provincia y que, con la movilidad de su población, se extiende a sus áreas de influencia.

La situación actual no invita al optimismo. Euskadi está en cifras epidémicas propias del confinamiento, con varias jornadas con más de 500 casos diarios y una tendencia que solo se vio en marzo. Prácticamente cada semana los datos suben un nuevo peldaño, cada uno con su pico. La tónica se repite desde principios de julio.

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Pero también hay diferencias importantes respecto a meses atrás. La situación de los hospitales dista aún mucho de la que se vivió en los momentos más críticos de la pandemia. Es otro de los parámetros clave para medir la gravedad del momento. Un ejemplo. Ahora, con las mismas cifras de contagios que en marzo, hay menos ingresos. En parte porque se hacen casi cuatro veces más PCR -1.600 frente a 6.000 diarias-, pero también porque hay más casos entre jóvenes, menos vulnerables al virus.

Cierto es que cada vez hay más positivos en gente más mayor. Y esto dispara los casos graves. Esta semana ha habido días con cerca de 40 ingresos por coronavirus. Las hospitalizaciones seguirán creciendo mientras no se frene el aumento de casos. También lo harán las muertes. «A más contagios, más ingresos, más pacientes en UCI y más fallecidos. Es una regla de tres», apunta Cosme Naveda, presidente del Colegio de Médicos de Bizkaia.

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La situación actual es consecuencia de las decisiones que se tomaron o no dos meses atrás. Entonces la situación invitaba al optimismo. Los brotes se controlaban con cierta celeridad. Incluso el del hospital de Basurto que retrasó unos días la apertura de la 'muga' con Cantabria. Las autoridades enviaban mensajes de 'nueva normalidad', de aprender a 'convivir con el virus'.

Ya no teníamos muertos por coronavirus sino «con» coronavirus. Estudios científicos apuntaban a que con la subida de las temperaturas el patógeno perdería fuerza. Y nos confiamos. Todos. Ciudadanos y gobiernos. Recuperamos con ansia la vida que habíamos dejado aparcada durante el confinamiento. Abrimos las puertas de par en par al virus y aceptó la invitación. «La realidad nos ha demostrado que el riesgo era mayor del que percibíamos», confesaba días atrás la consejera.

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«A más contagios, más ingresos, más pacientes en UCI y más fallecidos. Es una regla de tres»

colegio de médicos

Transmisión en los jóvenes

A principios de julio ya se habían identificado las principales nuevas vías de contagio. Las reuniones, junto a la movilidad de la población, potenciaban la circulación del patógeno. Murga reconocía que «preocupaban mucho» las quedadas de jóvenes para celebrar fiestas o botellones por la falta de distancia social y el «riesgo» que entrañaban unos encuentros que, en aquel momento, calificó de «puntuales» y «rechazados» por la mayoría de la sociedad. No se hizo nada para frenarlos. Los datos eran tan buenos que nos cegaron. La realidad era otra.

A los botellones se le sumaron las fiestas de Selectividad, los casos importados de otros países y zonas de España, las escapadas en grupos a casas rurales, las comidas familiares, las barbacoas, las reuniones de amigos en calles, parques, terrazas, las copas, las discotecas... Situaciones en las que se relajaban las medidas de prevención y se daban las condiciones propicias para que el SARS-Cov-2 se propague. Y vaya si lo ha hecho.

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La consejera reconoce que entre los jóvenes la propagación del virus se ha descontrolado. Ellos contagian a sus padres, a sus abuelos y a otras personas con las que hacen vida social. Hasta el punto de que cada día aparecen nuevos focos en Euskadi, la mayoría en Bizkaia, y muchos ligados al ocio. Se suceden los cribados entre clientes de locales en los que varios camareros han resultado infectados, uno de los últimos el bar Bikain de Algorta.

«Si tenemos tantos focos es porque la transmisión comunitaria es importante», valoraba esta semana Ignacio Garitano, coordinador del Plan de Vigilancia y Control de la Pandemia de Covid-19 en Euskadi.

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«Este virus refleja las debilidades del sistema y nos saca los colores con residencias y temporeros»

microbiología UPV

La debilidad del sistema

Y al final era cuestión de tiempo que el virus volviese a colarse en los geriátricos, algo que ha logrado esta semana provocando cinco focos en otros tantos equipamientos. Guillermo Quindós, catedrático de Microbiología de la UPV-EHU, lo tiene claro: «Este virus refleja las debilidades del sistema y nos saca los colores con las residencias o con las condiciones laborales de los temporeros», advierte.

Queda ahora confiar en que el último paquete de restricciones anunciado el viernes por Sanidad y la aplicación efectiva de la emergencia sanitaria en Euskadi logren lo que no han conseguido las medidas impulsadas hasta ahora ni desde Vitoria ni desde Madrid. ¿Llegan tarde? Sólo el tiempo lo dirá. El momento es clave ya que a la vuelta de la esquina está de septiembre y con él, el regreso a las aulas. Quedan poco más de dos semanas que van a ser claves para el futuro próximo de Euskadi. En ese momento no quedará otra que tomar decisiones de peso.

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Los datos

  • 900 contagios ha sumado la capital vizcaína en la última semana, no todos ocurridos en la villa.

  • 260 casos por cada 100.000 habitantes es la tasa de incidencia registrada en varias jornadas.

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