La chispa de las pancartas feministas
Las feministas no están todo el día quejándose, sino que tienen mucho sentido del humor. Lo demuestran en los mensajes de la cartelería política que difunden. Son divertidos, reivindicativos, pedagógicos, emocionantes, sintéticos y contundentes. Veamos 32 ejemplos encontrados en Twitter, en Instagram y a pie de calle
En los carteles de las manifestaciones, en las paredes, en los posts de las redes sociales... encontramos ingeniosas frases, consignas, ¡gritos!, para reivindicar el feminismo y la igualdad real entre hombres y mujeres. Muchos se basan en la idea de que ellas siguen realizando la mayor parte del trabajo no remunerado y sufriendo precariedad laboral. Otros hablan de las barreras invisibles de género, como la brecha salarial y el techo de cristal, y están también los que de forma sintética piden más medios para erradicar la violencia machista, luchar contra el acoso y dejar de utilizar el cuerpo de la mujer como reclamo para el consumo. También hay lemas que animan a denunciar a los agresores, que dan fortaleza para luchar o que invitan a tender una mano a las víctimas. Que rechazan las etiquetas y los estereotipos y que desechan la condescendencia y el falso debate entre machismo y feminismo que algunos propugnan. Que recuerdan que al hombre siempre se le otorga más protagonismo y visibilidad por lo que hace.
Pero quién las diga, desde cuándo y en qué lugar del mundo se crearon es lo de menos. Lo importante es su contenido y la fuerza con que se usen. De lo que no cabe duda es de que el feminismo ha resucitado en los últimos tiempos una tradición política olvidada: la cartelería. Sí, el género vive un boom gracias al talento de muchas jóvenes y a la divulgación online de la causa. Entre otras cosas, esto demuestra que las feministas no están todo el día quejándose y que tienen mucho sentido del humor, del que se valen para crear las pancartas con las que reivindican sus derechos. Por lo general, los mensajes que rotulan son breves, de no más de siete u ocho palabras, y concisos. Los juegos de palabras y las rimas suelen funcionar para posibilitar la viralidad del mensaje.
Se trata de llamar la atención de la gente («Manolo, te haces la cena solo», «somos más fuertes que un Nokia 3310») para que calen y sean replicados y, de paso, lograr el compromiso. Con algunos es fácil empatizar, porque son bastante personales. Frescos y fáciles de memorizar («no soy Siri, búscate la vida», «no es culpa de mis tetas si no me respetas»), espontáneos («no queremos ser princesas, queremos ser alcaldesas»), así es fácil sentirse identificada, ahí reside la magia de la cartelería. Tiran de ironía en su mayoría («no somos histéricas, somos históricas»), pero procuran ser acordes con el tono del mensaje («no es no, si quieres más flexibilidad apúntate a yoga»). Fuera queda cualquier alusión racista, xenófoba, homófoba o transfóbica («si tocan a una nos tocan a todas», «si volvemos a la Edad Media yo estoy del lado de las brujas»). Y sin ofender a ninguna compañera, porque se trata de pensar en un objetivo común y no es plan de hacer alusiones a diferencias ideológicas sobre temas que dividen las opiniones dentro del feminismo.
Hemos hecho una recopilación de las más creativas, a la par que pedagógicas, emocionantes y contundentes, que circulan por Twitter, por Instagram y a pie de calle. Imaginación unida a denuncia por un sociedad más justa, fruto de la cultura popular y de una autoría colectiva y disuelta donde entran en colisión la alta y baja cultura como parte de un bucle que refuerza la desbordante potencia colectiva y creativa del movimiento feminista.
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