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Alerta en Europa por los ataques de oso. ¿Y en España?

Nuestro país no ha registrado nunca embestidas mortales, pero sí nueve heridos en los últimos 25 años, dos vascos entre ellos

Domingo, 18 de mayo 2025, 00:05

En el año 739, el rey Favila, hijo y sucesor del mítico Don Pelayo, el vencedor de las huestes musulmanas en la batalla de Covadonga, ... decidió salir de caza. Su objetivo, uno de los osos que habitaban entonces y ahora la Cordillera Cantábrica.

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Sí que ha habido heridos: nueve en los últimos 25 años, dos de ellos bilbaínos. El último incidente data del 30 de mayo de 2021. Una mujer de 75 años paseaba por la noche por una carretera de las inmediaciones del pueblo asturiano de Sonande, en la zona de Cangas del Narcea, cuando un oso pardo le dio un zarpazo en la cara y la tiró al suelo, provocándole la rotura de la cadera. Pasó diez días en el hospital.

La situación es muy diferente en otros puntos de Europa, especialmente en Rumanía y Eslovaquia, que reúnen en torno a los Cárpatos a la mayor población de osos pardos de Europa si se excluye a Rusia.

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Aunque probablemente la cifra esté inflada, se calcula que solo en Rumanía viven unos 10.000 ejemplares, lo que ha provocado que en las dos últimas décadas el número de ataques se haya disparado, provocando 28 muertos y 300 heridos. El más reciente, este pasado verano, cuando uno de estos animales acabó con la vida de un senderista. Como contramedida, abatieron el año pasado más de 400 ejemplares. En Eslovaquia, con un millar de ejemplares, el Gobierno de Robert Fico declaró en abril estado de emergencia en la región de Banská Bystrica. «La intensidad de los ataques está aumentando mucho y no podemos vivir en un país donde la gente tenga miedo de adentrarse en los bosques», señaló el dirigente. Ya el año pasado, la localidad de Liptovsky Mikulas, en el norte del país, activó el estado de emergencia tras producirse varios incidentes. En otros lugares del mundo también se registran este tipo de sucesos. Todos los años mueren una o dos personas en Estados Unidos víctimas de un oso grizzly -una subespecie de oso pardo más grande y, generalmente, más agresiva- o de un oso negro.

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«En Rumanía tienen un problema más allá del número de osos o el incremento de personas en las montañas. Y es que han generado escenarios de conflicto al darles de comer. Se ven osos en carreteras, cámpings, revolviendo en la basura… He visto escenas en las que se bajan del coche para darles de comer. Los osos son oportunistas tróficos. Si les habitúas a que nos pidan comida, tienes un problema. Es un caso que nos interesa mucho y estamos elaborando un dossier», explica Guillermo Palomero, director ejecutivo de la Fundación Oso, una ONG conservacionista creada en 1992 con el fin de velar por el bienestar de estos animales.

¿Sucede esto en nuestro país?

«Aquí no va a pasar. Con mucho esfuerzo hemos conseguido que la población de osos se recupere y también su aceptación social. Hemos trabajado con ayuntamientos, cazadores y federaciones de montaña, y está prohibidísimo darles de comer. Es clave no provocar escenarios de conflicto», enfatiza el experto.

Nuestro país queda muy lejos en cuanto a número de ejemplares. Se calcula que unos 470 osos pardos viven repartidos entre la Cordillera Cantábrica y los Pirineos. La mayor parte -unos 370, según datos de 2020- se concentrarían entre Asturias, Cantabria, León, Palencia y Galicia. Todos ellos cuentan con la protección de la legislación europea y nacional. Un cazador que mató a una osa en Palencia en 2020 recibió una pena de dos años de prisión y una multa de 506 euros.

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Las crónicas que narran el mencionado incidente del rey Favila son un siglo posteriores a los supuestos hechos. Al margen de este caso que combina algo de historia con mucho de leyenda, en nuestro país no hay registro alguno de muertes causadas por el ataque de uno de estos plantígrados en estado salvaje. «En los últimos 25 años hemos recogido ocho incidentes, siete en la Cordillera y uno en los Pirineos, en los cuales ninguna persona ha resultado muerta. De hecho, no conocemos ningún caso probado de personas muertas por osos en España», asegura un informe de la Fundación Oso datado en 2019. A estos habría que sumar el de la mujer atacada en Asturias en 2021.

¿Por qué ataca un oso?

El oso pardo es una de las ocho especies de plantígrados que existen. La única que nos tiene a los seres humanos como presa es la más grande de todas, el oso polar. Su amenaza es similar a la del tigre o el león. Entre 1870 y 2014, se documentaron 73 ataques, que dejaron 20 muertos y 63 heridos. El hecho de vivir en zonas muy frías y recónditas hace que los encuentros con humanos sean raros. Del resto, el oso pardo, el grizzly americano, el oso bezudo y el oso negro asiático pueden ser agresivos. El oso negro americano y el oso malayo son habitualmente pacíficos y rara vez atacan a las personas. El oso panda y el oso andino solo provocan incidentes cuando son acosados.

Tres son las razones por las que un oso nos puede agredir, según Stephen Herrero, profesor de la Universidad de Calgary: los encuentros súbitos, los ataques provocados y los ataques de depredación. El primero es el más frecuente y sucede cuando una persona va paseando por el bosque o el monte y se topa con uno de estos animales que, asustado, ataca y huye. La embestida es corta y no se suelen ensañar. En ningún caso intentan devorar a la víctima. En el segundo caso, los animales responden a cazadores -caso de Favila- o a individuos que se acercan más de la cuenta para, por ejemplo, fotografiarlos. Sería, como en el caso anterior, de una carga corta y breve para salir huyendo a continuación. El caso más raro es el de los ataques por depredación, es decir, cuando el oso nos considera su presa. Este comportamiento es casi exclusivo de los osos polares.

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Pese a todas las medidas adoptadas en nuestro país, «el riesgo cero no existe», reconoce Palomero. Más cuando la población de estos animales ha crecido en torno a un 10% anual desde que tocara fondo en la década de los noventa del siglo pasado. Como queda dicho, se han registrado nueve ataques en los últimos 25 años, todo ellos causado por encuentros súbitos que apenas duraron unos segundos. De todos ellos, uno fue causado por una hembra con crías, y los restantes, por osos solitarios. «Podemos concluir que en España tenemos unos osos bastante pacíficos, que hasta el momento no han causado ninguna víctima mortal comprobada», concluye el informe de la Fundación Oso.

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