«Nos fuimos a Madrid porque fueron a por mi hermano tras matar a mi padre»
Mercedes Durán es una de las víctimas a las que la comunidad presidida por Ayuso ha negado la ayuda por no estar empadronada en la fecha del atentado
Mercedes Durán es una de las víctimas que acompañaban el lunes a Consuelo Ordóñez en la Asamblea de Madrid, una de las que quiso dejar fuera la presidencia -que ostenta el PP- por un teórico problema de aforo. Gracias al apoyo del resto de los grupos, esos cinco familiares pudieron continuar en la sala y escuchar las reclamaciones que hizo para ellas la presidenta de Covite, quien reivindicó que tienen derecho a ser consideradas como víctimas en la Comunidad de Madrid.
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Mercedes Durán, que tiene ahora 63 años, llegó con 18 a la capital de España, pocos días después de que ETA asesinara a su padre, el guardia civil Anselmo Durán Vidal. Le acribillaron en Elgoibar el 9 de octubre de 1978 cuatro etarras que le abordaron cerca del cuartel de la localidad guipuzcoana.
Cuenta Mercedes Durán por qué su familia se marchó de Euskadi. «Mi hermano Luis, que tenía 13 años recién cumplidos, vio cómo mataban a mi padre y fue él quien subió al cuartel a avisar», rememora. Pronunció la misma frase en la garita de entrada que al llegar a su casa: «Acaban de matar a papá». Él había visto a los asesinos escapar en un vehículo. Los investigadores le enseñaron algunas fotografías. Al acabar, el pequeño contó en su casa que creía que «lo había hecho bien».
Seguramente los miembros de ETA también pensaron que el niño podría identificarles. «Unos diez días después, dos desconocidos fueron al colegio de Luis a preguntar si estaba allí mi hermano. Aquel mismo día, desde el colegio, nos recomendaron a la familia que el pequeño no volviera, al menos, en unos días». La banda no quería dejar testigos. Por esa razón se fueron a Madrid los Durán. La comunidad que preside Isabel Díaz Ayuso les ha negado la ayuda para víctimas de ETA porque no estaban empadronados en el momento del atentado. Un requisito que no se exige, por ejemplo, a los que se marcharon porque estaban amenazados.
Elgoibar no era un lugar cualquiera a finales de los años 70. «Cuando llegó mi hermano contando que habían matado a mi padre bajamos corriendo mi madre y mis hermanas. Enseguida se montó una especie de jolgorio, con gente aplaudiendo alrededor, celebrando y diciendo que ya era hora de que cayera uno. Todo eso con mi padre, ensangrentado, todavía en el suelo», se duele. Ella misma reconoce que es una parte de la historia que le costó mucho tiempo contar. «Yo no hablé de estas cosas hasta 30 años después», confiesa. Lo llevaron en un Land Rover al hospital, donde no pudieron hacer nada para salvarle la vida. Tenía 9 disparos. «Fueron a por él».
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Habían pasado apenas 15 días desde el atentado cuando los Durán recalaron en la localidad madrileña de Valdemoro. «Nosotros no nos habríamos mudado si no hubieran matado a mi padre. Fue a consecuencia del atentado y de lo que vino 15 días después», añade. Buscaron un colegio masculino y otro femenino para huérfanos de la Guardia Civil. Y allí rehicieron su vida. Recuerda que a su madre tardaron en empezar a abonarle la paga porque «había discrepancias sobre si era una muerte en acto de servicio, porque fue a las seis de la tarde». La última injusticia ha llegado esta misma semana. «Que saquen una ley en Madrid y nos quieran excluir es una desigualdad enorme», se duele Mercedes Durán.
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