Distancia. Ortuzar y Otegi, en un acto en la Casa de Juntas. IGNACIO PÉREZ

PNV, EH Bildu y las barbas del vecino

Martes, 12 de enero 2021, 23:58

El último año ha costado centrar la atención en el debate político vasco. Ya estaba pasando antes del asalto al Capitolio que ha vuelto a ... poner la crisis global de las democracias sobre la mesa. Entre el ruido generado por Madrid, la pandemia global y los fondos de reconstrucción europeos, se ha creado un marco continuo en el que la política vasca no ha dejado de empequeñecerse.

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Y eso que a veces se intentan lanzar burbujas artificiales cuando queremos tomar aire local libre de las principales preocupaciones globales. La más persistente desde las elecciones del 12 julio es la posibilidad de un tripartito de izquierdas en Euskadi. La falta de una alternativa visible hace que nos entretengamos con los acuerdos a los que llega el Partido Socialista de Euskadi con otros partidos de izquierda en algunos pueblos.

Sin elecciones en el horizonte vasco durante una larga temporada, creo que vale más la pena que fijemos la atención en cómo se está desarrollando la confrontación política entre el primer partido de Euskadi, el PNV, y el segundo, EH Bildu. Ninguno de los dos ha cambiado su estrategia desde las elecciones del 12-J respecto a su mala relación mutua.

Desde el PNV se hace oposición de la oposición incluso cuando EH Bildu se acerca a sus posiciones como ha sido el caso de su estrategia pactista extractiva para aprobar los Presupuestos españoles. Desde EH Bildu, por su parte, se acusa al PNV de proponer unas Cuentas antisociales cuando hace dos años estuvieron negociando durante semanas sobre unas bases mucho más austeras, menos verdes y menos ambiciosas. Suena a que lo más importante en su estrategia es desacreditar a su rival político.

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En una democracia no es preocupante que el principal partido de la oposición rechace los Presupuestos del Gobierno. Es habitual y puede contribuir a construir la legítima alternativa que los ciudadanos necesitan para que las elecciones funcionen como un mecanismo en el que se pueda elegir la opción más cercana a nuestros intereses.

Lo que sí que es preocupante, y ya tenemos muchos ejemplos, es que los dos principales partidos de un país se traten mal, desconfíen entre ellos, se nieguen a dialogar y transmitan a sus seguidores que el otro partido es un peligro para nuestra convivencia, para nuestro bienestar o para las bases de nuestra sociedad.

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Por suerte, la ciudadanía vasca no está polarizada como la americana o la española. Esperemos que en los próximos años los dos principales partidos vascos no contribuyan a deslegitimar al contrario. Y que la teatralización de sus discrepancias políticas no lleve a sus principales actores a perder los modales. Los líderes del PNV y de EH Bildu tienen una importante responsabilidad en el cuidado de la frágil convivencia democrática en Euskadi, que no solo depende de hacer un cordón sanitario a la única diputada de Vox.

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