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Ocho rutas sencillas con la familia en Asturias

El secreto para que los críos caminen y no pregunten «¿cuándo llegamos?» cada dos minutos es mantenerlos entretenidos, hacer que busquen y miren, plantear un objetivo

Jueves, 17 de julio 2025, 19:07

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Los hay más andarines o menos, más sedentarios o activos. Algunos guardan en sus pequeños cuerpecitos mayor dosis de osadía, otros se inclinan por la prudencia. Los niños son como son, una sorpresa continua. De pronto están encendidos y de pronto se aburren. Por eso hay que proponerles nuevos retos, a ser posible lejos de espacios ya conocidos, a todos nos va mejor estrenar lugares, descubrir entornos, no caer en los manidos. Para lograrlo, nos vamos hasta Asturias, una tierra que adoran también los mayores. A mover piernas sobre rutas sencillas que completar en familia.

Lo ideal es acompañarlas con un par de días de alojamiento al menos, no vayas a darte una pechada. La idea es que ellos y vosotros salgáis al campo, al monte, a la costa... Que ellos tomen el hábito de desenvolverse entre naturaleza mientras andan, un deporte de lo más sano que, además de quemar calorías, ordena la cabeza cuando se siente saturada. Una cura para el cuerpo y la mente.

Santa Eulalia de Oscos

Forcón de los Ríos

Adobe Stock

Aunque su nombre suene ceñudo si lo escribimos con 'h', la zona de Oscos la pueblan gente tan afable como sus paisajes, por eso se trata de un lugar ideal al que acudir. La ruta circular propuesta une naturaleza y etnografía. Cubre unos 12 kilómetros. Arranca junto a la casa de cultura de Santa Eulalia de Oscos para acabar en Ferreirela de Baxo. Ya allí, es posible visitar el Museo Casa Natal del Marqués de Sargadelos. Para conocer cómo eran las viviendas tradicionales y las costumbres campesinas. Ya hemos advertido que ofrece un poco de todo.

Niños y adultos recorrerán robledales, bosques de abedules y de pinos. También pasarán junto a caserías ganaderas como la de Millarado, donde observar animales y aldeas como As Poceiras, Vega del Carro, A Valía, San Julián, Caraduxe o Ferreirela de Riba. Acompañados de toques fluviales, por algo se llama forcón de los ríos, y se refiere al Villanueva y al Barcia, que confluyen en un singular abrazo húmedo.

El Faidal

Senda La Regueirina

Turismo de Asturias

Bajamos la apuesta a tan solo 3'5 kilómetros, también circulares, para que nadie sude en exceso. Entendemos que existen personas más desenvueltas en estas lides y otras menos acostumbradas, peques y no tan peques. En este caso, habrá que atender al pueblo de El Pedregal, entre La Espina y Tinéu, para partir junto a la ermita desde la aldea de El Faidal. Paredes de piedra acogerán a los visitantes tras abandonar la pista, bajando hacia un castañar.

Tocará después cruzar el arroyo de la Regueirina saltando sobre las rocas, momento que encantará a los peques. Que disfruten justo antes de enfrentar la primera subida, corta, eso sí. Prometed que vais hacia el molino de El Faidal, siempre ayuda alcanzar un buen destino que aguarda en pequeño claro, aunque solo queden restos... La imaginación de los peques hará el resto.

Lo siguiente será acceder al punto más alto del recorrido, desde donde contemplar las vistas sobre la Peña Manteca, vecina del concejo de Belmonte. obedeciendo la pista, poco más tarde llegaréis al punto de partida.

Valdés

Ruta del Cabo Busto

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En este caso buscamos panorámica marina, sobre siete miradores asomados al Cantábrico. Obviamente, habrá tiempo para disfrutar de acantilados de infarto (por su belleza), de playas de roca que enfrentan su presencia al agua invasiva, empeñada en ganarles terreno.

La cifra aquí se extiende a 8 kilómetros, circulares. El pueblo de Bustu acoge los primeros y últimos pasos, pero entre ellos hay muchas fincas agrícolas, pinar, robledal y bosque de ribera. También panorámica del Cabo Vidio, a un lado, y Luarca, al otro.

Faro y fondos marinos bajo un mar claro añaden esplendor al entorno. Imposible no disfrutar la ruta. Veréis gente que practica snorkel o buceo, algo que podréis hacer tras dedicaros a andar o durante el proceso, si es que apetece prolongar un alto en el camino.

Sobre las cabezas, arrendajos y gavilanes. Entre vuestros pies, insectos que también tienen derecho a la vida, aunque a veces no resulte demasiado agradable su estética. En fin, la típica salida familiar de verano.

Gonzón

Senda costera de Luanco-Bañugues

Adobe Stock

En la anterior propuesta, se vislumbraba la zona de lejos, ahora la vais a pisar. Es linda, se sabe bella. La ruta parte desde Luanco, a la altura del Club Naútico. Sigue a través de 12 kilómetros y medio, ida y vuelta. Habrá que ascender unas escaleras para conectar con la senda peatonal que va hasta Bañugues. Fácil, sin pérdida.

La primera parte entra en la Sierra de Peroño, frente al mar y perseguida por los acantilados. Anzuelo para los críos: las atalayas naturales de la Punta de la Vaca y el puerto de Moniello; su playa, el mirador y el área recreativa. Otro: acercarse hasta punta Palleya, repleta de pozas naturales para darse un baño (con esto, los ganas).

Desde ese punto, toca seguir a otra área recreativa, la de Bañugues, proseguir de mirador natural en mirador natural, como en el juego de la oca.

Ribadesella

Ruta de los Acantilados del Infierno

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Ya, con ese nombre no parece apta para niños, pero lo es. Tiene nombre de averno, pero la caminata es sencilla y bonita, con la costa de nuevo como protagonista y un cielo protector espectacular. Se extiende desde el área recreativa de Cuerres, cerca de la playa de Guadamía, en la frontera con Llanes, y llega hasta el pueblo famoso por el descenso de Sella. No esperes una senda hiper marcada, habrá que usar caminos y prados, pero es imposible desviarse, basta con obedecer la línea de costa.

Previo a aplicarse a fondo al asunto, aconsejamos parar para contemplar los bufones, no aquellos que entretenían a reyes y nobles, sino los orificios y cavidades verticales que conectan mar y acantilado. Aguardan, dispuestos a asombrar, durante los primeros 300 metros de recorrido. Un kilómetro después, vuestros rostros se toparán con los espectaculares acantilados de Castro Arenas o los del Tomasón. Cumplidos otros tres en ruta, podréis divisar el islote de Palo Verde, idéntico nombre que el que lucen allí los acantilados. Dos más tarde llegan los pretendidos, los del Infierno. Y medio después se acaba el paseo. En ese punto, la ruta va a dar a un camino que se bifurca, por el ramal izquierdo volverás atrás, por el derecho al pueblo de Ribadesella. Tú eliges. Resumiendo, 5'5 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta. La suma es sencilla.

Llanes

Senda del Valle Invisible

Turismo de Llanes

'Mágico', es la zanahoria que tendrás que poner delante de los críos en este caso, en cuanto se menciona la magia, atienden a lo que se les va a contar. Si eso no funciona y, a pesar de todo, se niegan a ponerse las deportivas, háblales de las tallas de madera que van a encontrar por el camino, sobre mitología asturiana y otros asuntos. De las de piedra que incitarán su imaginación. De los retazos del libro 'El Valle Invisible' dispuestos sobre paneles informativos. Serán 12 kilómetros, pero se les harán cortos porque caminan distraídos buscando la serie de figuras.

San Roque del Acebal marca el comienzo de la aventura, justo detrás de la estación de servicio. Pisáis Camino de Santiago hacia la venta Cuetos y luego a la Malatería de San Lázaro, importante hospital para Llanes antaño. Toca seguir hasta alcanzar el mirador del Cuera, allí daréis por válido el ascenso. Después habrá un poco de todo, fuentes como las del Casar o el Cagalín, barrios, bosques, y las esculturas hasta llegar a la siempre repleta de misterio cueva Collubina, donde espera otra obra.

Además del Camino de Santiago tocaréis el Caminu Real. Lo más inquietante del recorrido, lo que pone los pelos de punta, es la Caleya de las Ánimas, que con ese nombre sugiere muertos y fantasmas. En realidad, allí se ubica el Humilladero conocido como la Capilla de las Ánimas, donde, antaño, los peregrinos que recorrían las sendas en busca de apoyo divino dejaban sus limosnas a los pobres y los enfermos, aquellas almas en pena sin salud y a veces sin futuro.

Disfruta la tranquilidad del bosque de acebos siguiente, porque después arranca la subida más fuerte hasta una zona alta desde donde (y aquí viene otro regalo) contemplar toda la costa. Más presentes: todo lo que sube, baja. Descended hacia la Riega de los Molinos, donde alucinarán con los restos de siete antiguos molinos. Siguen las esculturas, no os perdáis la de la 'xana', al pie de una cascada. Las leyendas ayudan a que los peques de la casa salgan contentos de excursión con su mochilita a la espalda. Sobre todo si creen que se van a encontrar con un hada de esas que habitan cerca del agua, de largos cabellos rubios que peinan y peinan sin prisa hasta dejarlos como hilos de oro. Haceos junto a ella alguna foto y... vuelta para casa.

Ribadesella

Cueva de El Pindal y Monasterio de Tina

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Primera llamada para partir hacia esta cavidad Patrimonio de la Humanidad, encajada en un entorno boscoso con preciosas vistas al mar. Llegaréis tras cubrir pocos metros hasta la ermita de San Emeterio, Santu Mederu, Santumedé o Santumé en asturiano, como quieras llamarla, otra imagen que te costará olvidar.

Segunda llamada para, desde allí, continuar por un precioso tramo del Camino de la Costa hasta las ruinas del Monasterio de Santa María de Tina. Su origen se remonta a asentamientos cristianos de los siglos XII y XIII, aunque en realidad luce como exponente del arte y de la vida monacal desde finales del XII y principios del XIII.

Cero cansancio, serán solo 2,5 kilómetros entre la ida y la vuelta, muy breve esta vez la marcha, por si tienes peques muy peques. Como es tan cortito, recomendación extra: visitar Pimiango, precioso y singular, para darse una vuelta. Regalamos otro consejo, por si necesitas rellenar más el tiempo. Uno muy bueno, además: acercarse hasta el mirador de El Picu, pillará de paso a la cueva.

¿La razón de que insistamos en ello?, porque es único en la provincia ya que ofrece espléndidas vistas panorámicas hacia el mar y hacia la montaña, permitiendo otear 360 grados para divisar la sierra del Cuera, los Picos de Europa y buena parte de la costa oriental asturiana. Y porque en los días despejados el colosal macizo central de los Picos de Europa, el Naranjo de Bulnes, saluda con gracia desde la distancia.

Bimenes

Senda de los Molinos

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¿Tienes sed?, estás es la Comarca de la Sidra, aunque para caminar (y para los niños), mejor el agua. Regresamos a una ruta leve, tan solo 3 kilómetros la engordan. Pero en esa poca distancia os trasladaréis a otra época. El reloj dará marcha atrás y el tiempo ya no parecerá el mismo. Visitaréis un entorno en el que subsistir era complicado, hacerlo dependía de la generosidad de la tierra, de los regalos del río, de sus crecidas y abono. Un lugar en el que el alimento familiar dependía de algún que otro maíz que echarse la boca, de la eficiente labor de los molinos, esenciales por entonces.

Hay cinco en total para ver, uno cada medio kilómetro, más o menos. Cruzaréis el bosque, pasearéis al lado del río, con su rumor marcando el paso. Entre alisos, arces y castaños. Si avanzáis en silencio, escuchando los sonidos de la naturaleza, es posible que podáis contemplar algún corzo. Imagina lo que supondría eso para los niños... Dentro de un valle de frondosa vegetación y panorámica paisajística desde la parte más alta. Un gustazo

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