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Los mejores pueblos para disfrutar del invierno

Su visita proporciona imágenes inolvidables, estén vestidos o no de nieve. Son municipios que lucen radiantes en esta temporada, enclaves que adoran el frío

Jueves, 2 de enero 2025, 19:23

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Nos gusta el frío, tiene su punto. Cada estación del año aporta algo, esta va de nieve, de meter calorías al cuerpo y vestir abrigados para que no escapen. El frío es bueno para la salud, eso dicen los expertos. Para mantener la temperatura corporal interna estable cuando nos exponemos a él atacamos a la grasa, así que sirve para quemarla. En contacto con la piel activa la circulación sanguínea, ayuda a rejuvenecer. Y estimula la liberación de endorfinas que mejoran el estado de ánimo. Incluso aunque no creas esto, estarás de acuerdo en que proporciona estampas de cuento. Por eso acudimos en busca de pueblos de postal a los que hacer una visita en invierno.

Cantabria

Mogrovejo

Javier Cotera

Tiene tan marcado ese aire de pueblo alpino que incluso la adaptación cinematográfica de 'Heidi' decidieron rodarla allí. No fue el film quien descubrió este paraje, antes ya había sido declarado Bien de Interés Cultural, además de Conjunto Histórico-Artístico y uno de Los Pueblos Más Bonitos de España. Imagina una pequeña aldea donde podría vivir aquel abuelo de pelo y barba canos, situada en un alto dentro del municipio de Camaleño, adornada por la sucesión de tradicionales casas lebaniegas de piedra embellecidas por balconadas de madera. La cosa pinta bien. Mejora el conjunto una torre medieval dotada de almenas cuadradas; monumento más anciano del pueblo, da un toque especial a la panorámica que enamora bajo los Picos de Europa. Pegada, destaca una casa solariega con grandes ventanales y una capilla del siglo XVII, así como otros rincones y callejuelas por los que podrías escuchar el ladrido de Niebla o el valido de Copito de Nieve.

Ningún pueblo se hallaría completo sin la presencia de una iglesia, en este caso Nuestra Señora de la Asunción. Guarda altar barroco y a La Milagrosa, talla flamenca de la Virgen creada a finales del XV. Ninguna aldea de montaña sería lo mismo sin sendas por las que adentrarse en la naturaleza que todo lo domina. La ruta 'Bajo los Picos' propone un sendero circular de 9 kilómetros con 400 metros de desnivel, bajo la atenta mirada de la cordillera. Arranca en la parte alta del pueblo, por lo que no hace falta usar el coche; discurre entre preciosos bosques, por hayedos y robledales, y atraviesa aldeas de esas que parecen olvidadas pero siguen vivas, entre ganado y pastos verdes.

Álava

Aramaio

Adobe Stock

Cambiamos para pisar el norte de Araba, muy cerca de la linde con Bizkaia y Gipuzkoa. Viajamos al valle de Aramaio del que el rey Alfonso XIII aseguró parecía una pequeña Suiza. Acudió para encontrarse con un viejo profesor que pasaba allí el verano y la frase debió pronunciarla desde lo alto del Puerto de Kurtzeta, con unas vistas de la zona envidiables. No erró el comentario, lo parece, desde la modestia pero con los elementos necesarios para salir airosa de la comparación: altas montañas, bosques que extienden sus dominios como un manta verde, caseríos salpicados aquí y allá, animales que pueblan sus cercanías y pacen tranquilos nieva, llueva o haga sol.

Alrededor de 7.400 hectáreas engordan el municipio, uno de los más extensos del País Vasco. Lo curioso es que se encuentra repartido en varios núcleos con buena parte del área cubierta de bosques. Nueve barrios lo dan forma, por orden alfabético Arexola, Azkoaga, Barajuen, Etxaguen, Gantzaga, Ibarra, Olaeta, Untzilla y Uribarri. Por si no fuera ya complicado su mapa, la Sierra de Arangio lo divide en dos. Riegan sus terrenos tres ríos, Oleta, Albina y Aramaio, y un embalse, el Albina. Y se jacta de haberse convertido en el pico más alto el Oriol u Orixol, que se alza 1.128 metros dentro del Parque Natural de Urkiola.

Entre sus edificios destacan la Ferrería de Aurtola y el caserío Salturri, declarados patrimonio arquitectónico. El origen de la ferrería, localizada en el barrio de Olaeta, se remonta al señor de Aramaio, Juan Alonso Mujika, a finales del siglo XIV, aunque ha sufrido cambios a lo largo de los años. El del caserío, en Azkoaga, al XVI, aunque fue renovado. Aramaio forma parte de la Cuadrilla de Gorbeialdea, pero hay un elemento que lo distingue respecto al resto de municipios alaveses, estar formado por anteiglesias. Sus señores tuvieron mucha relación con Bizkaia, de hecho, la Ley del Fuero de Bizkaia también es aplicable allí.

Fuera de fronteras territoriales y administrativas, manda en sus confines el entorno natural, de ahí que cuente con rutas para completar en soledad o acompañado. La de Tellerixa es fácil, 4,3 kilómetros. Discurre junto al río y por antiguos caminos de carros, atravesando barrios al pie de la sierra para que puedas hacerte una idea del conjunto. Se centra en la toponimia relacionada con la economía, ya que era habitual instalar pequeñas fábricas de tejas. La de Untzilla-Murugan cubre 5,3 kilómetros también fáciles. Arranca desde el barrio de Untzilla y sumerge en diversas épocas pues topa con restos de una construcción de la Edad del Bronce en lo alto de la montaña y trincheras de la Guerra Civil.

Gipuzkoa

Zegama

Edurne Albizu

La localidad es famosa por la maratón de montaña Zegama-Aizkorri que cada primavera funciona como reclamo para lo mejorcito de la especialidad en el mundo, por tanto, si los amantes de este deporte acuden a correr por sus pistas significa que quienes adoran caminar también pueden hacerlo a través de esos caminos. Ya sabes, y si no lo comentamos, que desde el Aizkorri, pico más alto de Euskadi con 1.528 metros, las vistas sobre el Goierri, Gipuzkoa e incluso gran parte de la llanada alavesa resultan espectaculares, y que en su cima aguarda la ermita de Santa Cruz.

Precisamente su cruz, una de las joyas más antiguas del arte sagrado de la provincia, hay que ubicarla ahora en la iglesia de Zegama, así que no tendrás que machacar piernas para verla. Que conste que en el casco urbano, dentro del templo de San Martín de Tours, aguarda además el mausoleo del General carlista Tomás de Zumalakarregi, quien herido en batalla volvió a su hogar para morir.

Pero ubiquémonos mejor antes de continuar. Zegama limita al norte con Segura y Zerain, al este con Segura e Idiazabal; al oeste con Legazpia y al sur con Asparrena y Zalduendo. Bebe del río Oria y regala un paisaje de ensueño que toca las elevaciones montañosas. Como curiosidad, en 1615, el rey Felipe III le concedió el título de 'Villa de por sí', que costó a los vecinos abonar un donativo obligado para hacerlo vigente y contar así con representante en Juntas Provinciales.

Entre sus edificios suma interés el ayuntamiento, construido hacia 1815, ya que el anterior fue presa de las llamas tras tomar los franceses el pueblo; el molino de Arakama y un centro de Interpretación, el Parketxe, que informa sobre los trasmochos, el trabajo de madera, el famoso Túnel de San Adrián, perforación en la roca por el collado Lizarrete en la antigua Calzada Real, y el Parque Natural de Aizkorri-Aratz, lógico teniendo en cuenta que la localidad funciona como su puerta de entrada. El centro está en el caserío Anduetza, en el barrio de Echeraya, y fue hospital durante el Medievo, cuando estimaban que las enfermedades eran fruto de pecados en cuya curación básicamente intervenía Dios, por tanto más que sanar solo daban cobijo, habitación y algo de sustento, no mucho, a los enfermos hasta que curaban o morían.

Burgos

Sasamón

Nandi Estévez

Si conduces hasta el oeste y observas un pequeño cerro en el valle del río Odra, encontrarás este pueblo conocido por su queso. Por allí pasaron los romanos, los visigodos y los condes Nuño Núñez y Diego Rodríguez, que continuaron por las llanadas del Odra y sus afluentes la colonización iniciada por el conde Rodrigo. El pasado lo regulaban las campanas que ordenaron jornadas y hasta el régimen de los rebaños; abundaron cofradías y vida de campo. La fe de los pobladores legó la Colegiata Santa María la Real. Sería a mediados del siglo XIII cuando la antigua iglesia, nacida con donaciones de Alfonso VII, mudó a edificio de estilo gótico. Después se sumarían añadidos y, a mediados del XV, claustro antes de asumir nuevos cambios. Aseguran que la magnífica portada (XIII) del extremo meridional del crucero es una de las más bellas del gótico burgalés. Imita al pórtico del Sarmental de la Catedral de Burgos, guía para muchas construcciones entonces. También gusta la de San Miguel (XVI), del gótico florido. Dentro, además de sepulcros de la época, sobresalen la pila bautismal y el púlpito pétreo, ambos del XVI, y una imagen de San Miguel Arcángel realizada hacia 1520 por Diego de Siloé.

Llama la atención en el altozano el Castillo de Olmillos, joya de la arquitectura medieval burgalesa no religiosa (XV), lo ordenó Pedro de Cartagena. Perteneció a su señorío dos siglos y pasó a los vizcondes de Valoria del XVII al XVIII por falta de descendencia masculina, y a los duques de Gor ya en el XIX. Las llamas consumieron su espectacularidad en 1812 tras ser su dueño acusado de colaboracionismo con los invasores franceses, pero hoy está restaurado en sillarejo. La historia sorprende en este precioso rincón burgalés allá donde vayas. El visitante se encuentra con lo que queda de una portada tardorrománica junto a la carretera que conduce a Sotresgudo, en pleno campo, como si se negara a darse por vencida. La estructura, con cierto aire fantasmagórico, pertenecía a la iglesia del despoblado de San Miguel de Mazarreros y aún destacan el cuidado de hechuras y capiteles donde la iconografía apenas sobrevive.

Pero si un inmueble tuviera que ganar el premio al más inusual es el que acoge la Casa Museo de Salaguti, con ese rostro barbudo gigante que obliga a frenar a cualquiera que pase cerca. El artista Carlos Salazar Gutiérrez, 'Salaguti', nació en Sasamón. Desde joven sintió la necesidad de manifestarse a través de las artes plásticas, pero denegado su ingreso en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando, decidió formarse de manera autodidacta y concretar su obra en la localidad, incluyendo esta casa-estudio donde nadie se sustrae al impacto visual de su autorretrato. Arte hay más, la antigua casa cuartel y hospital de peregrinos se convirtió en Museo Pictórico, el primero de arte contemporáneo en Castilla y León.

El turista dado al movimiento cuenta con el sendero del alto del Catarreño (PRC-BU 194), por las localidades de Olmillos de Sasamón, Yudego y Villandiego. Abarca 14,5 kilómetros con dificultad media. Más sencillo, el 'Sendero de las peladoras' comienza en la localidad, sigue por el núcleo urbano hasta la ermita de San Isidro y caminos cercanos, pasando por el mirador de los casares, el encinar de los negrales y la casa museo de Salaguti.

Navarra

Gallipienzo

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Una roca asienta esta villa medieval poco conocida, frente al río Aragón. Muchos apreciaban su especial ubicación, puesto defensivo para el Reino de Navarra que instaló allí un castillo. Se hallaba unido a la actual iglesia de San Salvador, pero cayó en 1472 por orden de la princesa Leonor, aunque aún quedan pocos vestigios. Sus habitantes conservan la infanzonía colectiva, por tanto todos los nacidos allí pueden declararse hidalgos. Dudamos que sirva para asuntos prácticos, pero tiene su gracia cuando paseas por las calles empinadas del casco histórico recordándolo.

La Parroquia de San Pedro constituye uno de sus conjuntos religiosos más importantes. Erigida en el XIV, contó con gran reforma en el XVIII al ser declarada única parroquia por encontrarse en lugar más accesible. Protege retablos como el del Rosario o el de San Bartolomé, y piezas singulares como la Virgen de la Concepción. Esenciales son las vistas de la localidad, impacta la panorámica desde su mirador, la escena sobre esta parroquia, el intrincado engranaje de calles y el desfiladero del río Aragón.

Otro templo, la Iglesia de San Salvador (XIII-XIV), luce orgulloso la declaración de Bien de Interés Cultural, especialmente por la cripta románica de Santa Margarita (XII), una de las siete de su estilo en la península. En cuanto a la ermita de Nuestra Señora de la Peña, quedan muros, pero qué quieren que les digamos, nos gustan los restos, tienen un 'je ne sais quoi', sobre todo si acudes allí para mirar las estrellas. Porque otro de los puntos fuertes de Gallipienzo es observar el cielo en tierras de la Reserva Natural de la Kaparreta, donde no faltan ni rutas de senderismo ni observación de aves. El entorno invita a descubrir la orilla del río y vistas de los Pirineos. Declarada Zona de Especial Conservación, la Foz Verde del río Aragón cobija nueve hábitats de interés comunitario, saucedas arbustivas de lechos pedregosos, choperas y frenadas somontano-aragonesas, alisedas y fresnedas subterráneas... Nota final interesante, busca los pasillos, espacios que separan las casas, antaño característicos de las más nobles, únicas que los poseían. Buen ejemplo, el de la calle Juego Largo.

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