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Un snowboarder desciende hacia un lago en el Pirineo francés.

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Un snowboarder desciende hacia un lago en el Pirineo francés.

Nieve sin esquís

El invierno ha arrancado con fuerza y las estaciones del Pirineo francés ofrecen un sinfín de actividades para los amantes de la naturaleza y el ocio activo

elena sierra

Martes, 31 de diciembre 2019, 12:27

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A los responsables de las muchas estaciones de esquí del Pirineo francés les gusta decir que, frente a lo que ofrecen otros lugares europeos muy famosos por la práctica del deporte blanco como los Alpes, en esta barrera montañosa hay un destino turístico total. La gente va a esquiar en invierno, desde luego, pero la nieve no es, ni siquiera en esta época del año, el único atractivo de la zona. Aquí hay cultura. Hay pueblos de montaña con encanto y con historia. La cocina es buena incluso en lo más alto de la estación. Hay actividades de todo tipo diseñadas para públicos variados, más allá de ponerse los esquíes. Y hay, y esta no es la razón menor de las visitas que recibe cada año, multitud de centros termales que aseguran que después de la bajada, cuando ya lo único que pide el cuerpo es un poco de calma, el descanso va a ser absoluto y los músculos van a relajarse para volver a comenzar al día siguiente.

Son 39 estaciones de esquí que se extienden desde el Atlántico hasta el Mediterráneo y que se sitúan en seis regiones francesas: los Pirineos Atlánticos, Altos Pirineos, Alta Garona, Ariège, Aude y Pirineos Orientales; en ellas caben más de mil pistas, unas 46.000 hectáreas esquiables, reservas naturales en las que practicar otro tipo de actividades y cimas míticas a las que merece la pena subir solo por las vistas. Esto lo saben muy bien en el Pic du Midi, que recibe 27 visitantes para pasar la noche. Este plan no es barato (a partir de 379 euros, dependiendo de la temporada), pero es lo que tiene la exclusividad.

El snowkite gana adeptos entre los aficionados.
El snowkite gana adeptos entre los aficionados.

Y desde que suben en el telecabina por la tarde hasta que vuelven a bajar bien entrada la mañana siguiente, están participando de algo único: paseos por las terrazas ya sin gente, alojamiento en las habitaciones que utilizaban antes los científicos que trabajan en el observatorio del pico, el atardecer en las alturas, una cena tradicional y, el verdadero motivo por el que se organiza esta historia, contemplar el firmamento de la Reserva Internacional de Cielo Estrellado del Pic du Midi (picdumidi.com) a través de su enorme telescopio.

La nieve aquí se ve pero no se toca, como las estrellas. En Saint Lary Soulan (www.saintlary.com), sin embargo, el plan pasa por disfrutar de la tranquilidad de un pueblo pirenaico –con sus casitas de piedra y sus soportales para resguardarse cuando arrecia el frío– y de hacerlo, además, con una inmersión total en el blanco elemento. Hay muchas opciones. Para familias con niños puede probarse el cambio de los esquíes por las raquetas e iniciar una excursión con guía por los alrededores. Las rutas se realizan los miércoles por la mañana, a las 9.00, y los viernes a eso de las 14.00 horas. Son unas cuantas horas caminando. Cada persona paga 22 euros.

Vista del cielo nocturno desde el Pic du Midi.
Vista del cielo nocturno desde el Pic du Midi.

Si se prefiere volver a admirar las estrellas, pero sin quitarse las raquetas, también se puede hacer. La única luz será la de la luna y la de la lamparita que se lleva en la frente. Todo lo demás es el misterio del bosque nocturno, entre las seis de la tarde y las once de la noche, y abrir surcos en la nieve inmaculada. Y como el camino abre el apetito, contratar esta experiencia lleva a sentarse para compartir un plato de sopa garbure, una receta típica que lleva repollo y otras verduras con una buena cantidad de carne, para recuperar las fuerzas. El precio para los adultos es de 38 euros y para los críos, de 26, cena incluida.

Otra actividad con raquetas que organizan en los alrededores de Saint-Lary Soulan es salir durante el día para tratar de descubrir las huellas de los animales que pueblan el bosque, que por mucho que nieve la vida sigue su curso. Por 32 euros por persona, se aprende a distinguir los restos que deja cada especie (heces, pisadas, marcas en los árboles) mientras se escuchan historias sobre sus rutinas.

Los hoteles de montaña disponen cada vez de nuevas instalaciones dedicadas al relax.
Los hoteles de montaña disponen cada vez de nuevas instalaciones dedicadas al relax.

Se puede acabar hecho un viejo trampero, pero sin trampas, y si se quiere ser trampero de Alaska también es posible: manada de huskys por delante, tirando del trineo dirigido por un musher profesional, el medio se descubre de otra manera. Y encima se aprende a conducir este medio de transporte. El precio es bastante más alto, 120 euros por persona por medio día de aventura controlada, pero será de los momentos que no se olvidan fácilmente.

Cerca de Val Louron y de Peyragudes, está Balnéa (www.balnea.fr, en Loudenvielle). Este centro de balneoterapia ha inaugurado en sus baños japoneses una cabina criotónica. ¿Y eso qué es? Pues, resumiendo, un lugar para la recuperación física en el que la temperatura interior ronda los 8°, equipado con una pared y una fuente de hielo y un sistema de iluminación de cromoterapia con cielo estrellado. Si se prefiere bañarse en el exterior mirando la montaña nevada, también se puede estrenar el nuevo baño maya, al lado del lago Génos. Si se menciona aquí lo del agua termal es porque probablemente será lo más apetecible como preparación o como punto final de una hora tirándose por el suelo nevado de Peyragudes sobre una especie de tabla-flotador (airboard) durante una hora.

En Luchon (es.luchon-superbagneres.com), la localidad de la Alta Garona a la que pone el punto de exclusividad absoluta el hecho de que en ella está el único hammam natural de Europa –se remonta al siglo II d.C y adentrarse en él ronda los 15 euros, sin límite de tiempo–, son más de las fatbike, es decir, de las bicicletas especialmente diseñadas para rodar por terrenos cubiertos de nieve. Con esas llantas más gruesas, como infladas, se puede probar la sensación de lanzarse desde lo más alto del resort de Le Mourtis, en la estación de Superbagnères.

El fatbike (por el grosor de las ruedas) es una modalidad en auge.
El fatbike (por el grosor de las ruedas) es una modalidad en auge.

Esta aventura –como otras con raquetas o bajadas nocturnas con esquís– se realiza en compañía de un guía diplomado, así que la recomendación de disfrutar de las vistas de la cordillera una vez que se llega a la cima no es porque sea la última vez que vaya a contemplarse, sino porque las vistas son espectaculares. El precio ronda los 50 euros.

En Piau-Engaly (www.n-py.com) han decidido pasarse de la nieve al hielo y sacarle provecho a un paisaje congelado. Así es como ha llegado a montarse una actividad de escalada de cascadas heladas que también puede realizarse partiendo de la estación de Gavarnie-Gèdre (www.valleesdegavarnie.com). El paisaje es espectacular, el circo glacial de Gavarnie que fue declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco hace más de dos décadas y la seguridad la pone un guía de alta montaña con todos los títulos en regla. Existen paquetes de dos días y una noche por cerca de 300 euros por persona.

Algo menos esforzado, si es que ese es el plan que se desea, es el paseo en trineo tirado por perros en Piau al atardecer, que aquí sale por 90 euros para dos personas (y por unos 130 si viajan dos adultos y dos niños). Y desde este mismo lugar existe la opción de pasar la muga y poner los pies en España, en la localidad aragonesa de Sobrarbe, donde están ya practicando una modalidad de esquí poco conocida por aquí: el back-country. La idea es recorrer los parajes más agrestes pero de pendientes muy suaves con unos esquíes más cortos y anchos sobre una superficie antideslizante, para ir disfrutando de las vistas.

El viejo tren de Artouste es uno de los atractivos de la estación de esquí.
El viejo tren de Artouste es uno de los atractivos de la estación de esquí.

Más deporte, de riesgo controlado en la medida de lo posible, es el que se ofrece en Ariège (www.ariegepyrenees.com), donde presumen de desafiar la gravedad y de nutrir las nuevas sensaciones con la práctica de actividades como el snowkite. De hecho, se considera que su cuna es el Col de Pailhères, a 2.000 metros de altura. Las empresas que animan a los visitantes a contemplar el entorno a vista de pájaro, desde el parapente, son unas cuantas, así que lo mejor es comparar opciones y precios en la web de la estación.

Y en estos lugares en los que la actividad física, la contemplación del paisaje y la tradición se dan la mano, ya era hora de que alguien se acordara de fomentar la capacidad artística de quienes se acercan a la nieve. En el Pirineo Bearnés (La Pierre-St-Martin (www.valleedossau-tourisme.com), Artouste, donde aguarda el encantador tren de Artouste, al que se accede en telecabina, y Gourette) tienen varios planes relacionados con esto. Por ejemplo, una jornada que combina la ruta en raquetas por la mañana –para observar la naturaleza y hacer fotos– con pintar a la acuarela con la ayuda de un pintor por la tarde, después del picnic, y otra que propone esculpir en la nieve, en cualquier punto del camino de una ruta guiada con salida en Gourette o en Laruns; parece un arte muy efímero, pero no lo es tanto, ya que dependiendo de las temperaturas las esculturas resisten hasta un mes.

Aquí, otra salida deportiva puede recorrer el alto del valle de Ossau, por Ponts de Camps, para llegar hasta Laruns y encontrarse con el músico Jean-Kuc Mongaugé y sus melodías sobre historias locales. Las próximas citas están programadas para los días 19 y 26 de febrero y el 4 de marzo.

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