josé ibarrola

Fraternidad y contrariedad

Muchos políticos deberían estar al día sobre lo que el cristianismo aporta a la comprensión de este mundo en el que zozobramos de continuo

María Jesús Cava Mesa

Catedrática Universidad de Deusto

Martes, 13 de octubre 2020, 00:30

Reconozco no haber leído al completo muchas encíclicas. Algo poco edificante en una historiadora especializada en Historia Contemporánea. Pero para casi todo hay enmienda. Por ... lo que, en lo relativo a 'Fratelli Tutti' del Papa Francisco, he decidido leerla hasta la oración y la apostilla final. Tras ello, recomiendo a quien desee calibrar lo que la cultura católica avanza en su 'aggiornamento' que reserve un buen rato de lectura para conocer mejor a quien ostenta la titularidad de la silla de San Pedro. Es más, recomiendo a muchos políticos, sobre todo a los agnósticos, que se tomen la molestia de estar al día sobre lo que el cristianismo aporta a la comprensión de este mundo en el que zozobramos de continuo. Porque seguimos moviéndonos a bandazos entre las neblinas del virus y la incertidumbre política que acecha incansable y que obliga a practicar un ejercicio de resistencia más que de resiliencia. Motivo suficiente para decir que conviene mirar hacia arriba de vez en cuando. No me refiero sólo al cielo salvador, sino hacia consideraciones 'de altura' que desbrocen la mediocridad de tanto actor público.

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En verdad, la pandemia ha dejado al descubierto nuestras falsas seguridades, como indica la encíclica. Pero, lejos de pretender glosar el texto -Dios me libre-, es la referencia a la Historia la que me ha atraído especialmente. Comparto que «la Historia da muestras de estar volviendo atrás». Y la idea de que «se encienden conflictos anacrónicos que se consideraban superados, resurgen nacionalismos cerrados, exasperados, resentidos y agresivos». Este es uno, entre múltiples riesgos, obviamente. Cuando Francisco afronta el fin de la conciencia histórica, advierte de la penetración cultural de una especie de «deconstruccionismo» donde la libertad humana pretende construirlo todo desde cero. De modo que ya no escandalizan esas encuestas callejeras que la tele ejecuta preguntando cuestiones básicas a jóvenes para comprobar su nulo conocimiento de Historia. El problema se cifra en que los jóvenes ningunean, desprecian la Historia. Y con ello son reos de ignorancia acerca de dónde venimos, y dan facilidades para que cualquier iluminado les venda la interpretación más desmemoriada y antidemocrática.

Efectivamente, son formas renovadas de colonización cultural. Y me remito de nuevo al interesante documento: «Un modo eficaz de licuar la conciencia histórica, el pensamiento crítico, la lucha por la justicia y los caminos de integración es vaciar de sentido o manipular las grandes palabras. ¿Qué significan hoy algunas expresiones como democracia, libertad, justicia, unidad? Han sido manoseadas y desfiguradas para utilizarlas como instrumento de dominación, como títulos vacíos de contenido que pueden servir para justificar cualquier acción», dice el Papa. Miremos ahora a lo más próximo. La política del Gobierno despliega su gestualidad y consigue que quienes sentencian un confortable 'esto no va conmigo' se autoengañen, pero provoca asimismo una polarización insoportable. Sorpresivamente, los intérpretes salvíficos se imponen exhibiendo una incompetencia sonrojante. ¿Estamos exasperados? Pues naturalmente. Con la inminente amenaza, además, de una pandemia en la que hasta los científicos enmarañan sus conclusiones, soportando estrategias encaminadas sólo a controlar.

Por supuesto que la Historia es maestra de vida. Lo es incluso antes de que Cicerón expresara la idea. Pero todo ese magisterio queda reducido a migajas ante la mediocridad malintencionada. Cuando se tuvo noticia del argumentario cientifista de Sánchez, el 9 de julio de este año, al declarar que la Ciencia debía ser nuestro norte y debíamos apostar por ella (bonita y aérea frase, por cierto), me pregunté cómo encajaría esta propuesta con la tardía crítica de muchos científicos patrios. Y hoy me pregunto de nuevo cómo conectan con la realidad desastrosa de la crisis los seis millones de euros que pretendían reforzar el Centro Nacional de Microbiología y el Centro Nacional de Epidemiología. Y no digamos el incremento en 50 millones de euros de los fondos destinados a la convocatoria de proyectos anuales de la Acción Estratégica en Salud.

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Hace años que leí 'El Principio de Peter. Tratado sobre la incompetencia o porque las cosas siempre van mal'. Estoy convencida de que algún agente de la ingeniería marketinista de Sánchez lo habrá leído. Para los que no, la sublimación percuciente a la que se referían Peter y Hull en el humorístico librito es un seudoascenso. Algo que hoy alcanza su máximus en la cúspide flotante. Frente a esta situación, ¿qué deduzco de 'Fratelli Tutti'? En cita textual y como una entre tantas conclusiones: «En estos momentos donde todo parece diluirse y perder consistencia, nos hace bien apelar a la solidez que surge de sabernos responsables de la fragilidad de los demás buscando un destino común». ¿Qué añadir ante esta afirmación del Santo Padre? Pues como me debo a mis creencias, solo diré Amen Jesús.

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