El resultado del ataque del viernes al mercado de Navidad de Magdeburgo es un caos reconocible: cinco adultos y un niño muertos, dos centenares de ... heridos y el miedo abriéndose paso en otra ciudad europea que descubre que los bolardos no son suficientes. El causante del horror no es tan fácil de catalogar. No estamos ante otro joven islamista fanatizado en Internet a través de eso que Salman Rushdie llama el imán Youtubi, sino de un psiquiatra de cincuenta años «claramente islamófobo» y simpatizante de Alternativa por Alemania, partido que a cambio no les tiene simpatía a quienes, como él, son refugiados en Europa.
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El criminal se llama Taleb al Abdulmohen y su historial en redes es un desvarío extremista y paranoico. En él lo mismo se culpa a Merkel de la islamización de Alemania que se responsabiliza a «la nación alemana» de la muerte de Sócrates, el filósofo griego, no el centrocampista brasileño. Por más que la época exija poner los cadáveres del lado de los propios prejuicios, el asesino de Magdeburgo hace pensar en la posibilidad francamente acaparadora de que alguien sea al mismo tiempo el loco y el psiquiatra. «Debemos entender al autor y sus acciones para poder reaccionar», dijo el canciller Scholz tras el ataque en el mercado y cabe suponer que en términos puramente policiales. Mucha suerte para quien incluso así tenga que entender la lógica de un islamófobo que, para alertar de la amenaza islámica, no tiene otra salida que cometer personalmente los atentados islamistas.
Un perfil del semanario 'Der Spiegel' documenta que Al Abdulmohen presumía de saber «por experiencia» que la verdad es lo que dice «cualquiera que sea etiquetado como extremista de derecha por los medios de comunicación». Horas antes del ataque, y sin que por supuesto tenga nada que ver con él, Elon Musk se inmiscuía en las elecciones alemanas definiendo a Alternativa para Alemania como «la única salvación» para el país. Además de una estafa clásica, la lógica de la salvación precede a la llegada de los salvadores, categoría que la historia reserva con insistencia para aquellos megalómanos que están realmente dispuestos a que los grandes sacrificios los hagan sobre todo los demás.
Lotería
Gordo duplicado
La Lotería de Navidad es un fenómeno contradictorio. Se sostiene sobre la fantasía antiestadística pero últimamente fomenta la incredulidad y no hay año en el que no se detecte con escándalo el movimiento extraño del bombo o el gesto sospechoso del notario. En el sorteo de ayer una niña de San Ildefonso cantó un Gordo incorrecto y quiso Dios que sucediese cuando el Gordo real ya había salido. «Un chico me ha dicho que lo cante», le explicó la muchacha al presidente de mesa, con lo que la teoría del error dio paso en redes a la de la conspiración y el tongo. No tendrá repercusiones. Falta poco para el Niño y Julio Camba avisó de que la lotería es el mejor modo de garantizar el orden sin gastar en fuerzas represoras porque que nadie se lanza a la revolución con un décimo en el bolsillo que le va a cambiar la vida. Llaman la atención los ataques de perspicacia en torno al sorteo de Navidad. En 2002 Anthony Blake adivinó el número del Gordo y se denunció mucho que aquello fue un truco y no la única alternativa posible: magia. Porque, como se sabe, los magos tienen las leyes físicas sometidas a su entera voluntad, lo que explica que actúen sobre todo en salas de fiestas y cumpleaños infantiles.
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