Como estaba previsto, el Gobierno vasco aligeró ayer las medidas contra el covid atendiendo a la buena marcha de los datos epidemiológicos. «Estamos mejorando, no ... cabe duda», confirmó la consejera Sagardui. A continuación, explicó con claridad qué viene ahora: «gestionar la etapa de transición hacia la recuperación de una actividad social normalizada». La gestión de la etapa que transiciona hacia la recuperación implica medidas como la ampliación de aforos y horarios o la reapertura de discotecas con pistas de baile. Al mismo tiempo, se mantiene la necesidad de ventilar los espacios, evitar aglomeraciones y llevar mascarilla en interiores, también en las pistas de baile, lo que dificultará por un lado el morreo y por otro el gesto facial de estar siendo poseído por el ritmo. Son dos cuestiones que sin duda se habrán sopesado con calma en la mesa técnica del LABI.
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A esta mezcla de restricciones a la baja y recomendaciones inmutables, el Gobierno vasco la llama «compromisos para iniciar un nuevo tiempo». El afán genesíaco es desde luego notabilísimo: llevamos cuatro planes 'Vida Nueva' y es ahora cuando nos acercamos por fin al nuevo tiempo. Pues vamos allá. Eso sí, el ciudadano vasco deberá recordar que el 'tiempo nuevo' se abrió tras el fin del terrorismo mientras que el 'nuevo tiempo' se abre ahora que se puede volver a tomar copas en los garitos hasta tarde. La diferencia terminológica es sutil, pero debería ser tenida en cuenta. Por ejemplo, para no hacer hoy a las dos de la mañana una videollamada a Sudáfrica y preguntar por Brian Currin para agradecerle lo bien que está yendo la primera fiesta del electro-perreo en la reapertura de la sala Oh Macumba.
Un detalle curioso: vuelve el perreo, pero las lonjas juveniles no se abrirán hasta que la población de entre 16 y 29 años esté vacunada al 85%. Se explica sin duda por la contagiosidad del colectivo. Probablemente también porque el colectivo no dispone de abogados. Ahora que estamos aquí, transicionando al nuevo tiempo, yo imagino que a la población general nos toca seguir haciendo lo de siempre: escandalizarnos en cuanto veamos en marcha las medidas que hasta ayer mismo nos parecía escandaloso que no se aplicasen.
ARRASATE
¿Qué Parot?
Sare desconvocó ayer el acto por Henri Parot en Arrasate enterrándolo bajo un alud de prosopopeya: personas privadas de libertad, responsabilidad con el momento histórico, no alimentar espacios de confrontación… Lo mejor fue sin embargo la insistencia en que el acto de Arrasate (el pueblo de Parot), que consistía en una marcha de relevos de 31 kilómetros (los años que lleva Parot en la cárcel), no tenía nada que ver con Henri Parot. Tampoco era un homenaje, o un rito cohesivo, o una rutinaria ceremonia expiatoria que estuviese relacionada de algún modo con el terrorismo y con quienes lo practicaron. Era una reivindicación legislativa. La típica que incluye relevos, juegos infantiles y disc-jockeys. Siempre es raro ese respetar «todos los sufrimientos», pero con música. Los actos de Arrasate se sustituyen por concentraciones en «todas las plazas de Euskal Herria». Pues anda que no hay plazas. Ya será solo en algunas.
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PP
El eclipse
Isabel Díaz Ayuso dijo ayer que ella nunca «eclipsaría» a Pablo Casado en la convención del PP de octubre. Se supone que es el acto desde el que Casado tiene que salir como un fórmula uno hacia la Moncloa. Pero, claro, si Ayuso hace algo, y la gente enloquece, y las cámaras se vuelven hacia ella... El mensaje que traslada el primer partido de la oposición es curiosísimo: el momento nacional es dramático, mi vida interna es ridícula. Y obsérvese que Ayuso utiliza el condicional. Eclipsaría. Da por hecho que podría hacerlo. Fácilmente. Si quisiese.
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