La orden interna por la que el jefe de la Brigada de Extranjería de la Policía Nacional en Irún ofrecía a sus agentes como incentivo ... días de fiesta en función de los migrantes en tránsito hacia el norte de Europa que detuvieran constituye una aberración que la Jefatura Superior en el País Vasco ha anulado de forma inmediata y que ha supuesto la apertura de un expediente disciplinario al mando. Ambas medidas resultaban obligadas y corrigen un disparate que nunca debió producirse. Es inadmisible tratar como trofeos a seres humanos que pueden encontrarse en una situación administrativa irregular, pero que no por ello pierden los derechos que les asisten. Las fuerzas de seguridad no solo han de respetarlos, sino que tienen encomendada la labor de velar por su protección. Además, la instrucción confunde torticeramente la exigible eficacia policial con el número de arrestos practicados como si de esta última variable dependiera exclusivamente la solución a un problema de extrema complejidad que requiere un abordaje integral y en el que la UE ha fracasado de forma reiterada.
Publicidad
El intenso flujo de personas -en su mayoría, subsaharianos llegados en patera- que, tras atravesar la Península, intentan pasar la frontera de Irún en busca de un futuro mejor en otros países europeos y el endurecimiento de la política migratoria de Francia, que ha disparado las devoluciones 'en caliente', han aumentado la tensión en la zona en los últimos meses. La muerte por ahogamiento de varios jóvenes que, sin saber nadar, probaron a cruzar el Bidasoa para burlar los controles policiales ha teñido de tragedia un drama humano ante el que no cabe mirar hacia otro lado. Esa realidad en modo alguno justifica acciones de una más que cuestionable legalidad y que alientan la xenofobia. Ni sirve de excusa que el mando expedientado acabara de llegar a su destino, como ha alegado el Gobierno, que ha actuado con la rapidez necesaria y habrá de depurar las responsabilidades que correspondan.
Es obvio que la inmigración irregular exige la activación de mecanismos de control. Pero también que estos han de ser escrupulosamente respetuosos con los derechos básicos y no deshumanizar, como en este caso, a personas que huyen de la miseria más cruel o de regímenes tiránicos. Escándalos como el de Irún crean una alarma innecesaria, desvían el foco del fondo del problema y dañan de forma gratuita la imagen de las fuerzas de seguridad.
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión