La pugna entre el Ejército de Sudán y las Fuerzas de Apoyo Rápido, que lideran respectivamente Abdelfatah al-Burhan y Mohamed Hamdan Dagalo, obligaron a ... los gobiernos con ciudadanos en aquel país a repatriarlos. La salida de los extranjeros, facilitada por un alto el fuego urgido por la ONU por el final del Ramadán, deja a los sudaneses a expensas de la voluntad de los contendientes. El hecho de que el conflicto responda al desacuerdo sobre el control de la seguridad entre quienes, aliados, dieron el golpe de Estado de 2019 y constituyeron un consejo transitorio, revela la naturaleza de la confrontación y el peligro para los civiles de convertirse en víctimas en medio de batallas o acabar sirviendo a una u otra facción. Sudán tiene frontera con Egipto, Libia, Chad, República Centroafricana, el independizado Sudán del Sur, Etiopía y Eritrea, y salida al mar Rojo frente a Arabia Saudí. Países con los que mantiene disputas territoriales y en los que proliferan grupos armados e intereses que podrían alinearse con Burhan o con Dagalo. No parece fácil un compromiso de las potencias con presencia en la zona, pero las democracias no pueden olvidarse de aquella tierra en llamas.
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