Batet y Erkoreka durante su encuentro. Ignacio Pérez

cuestión de desconfianza

Que el mapa competencial autonómico siga abierto no se explica ni por los recelos que suscitan cíclicamente los nacionalistas

Martes, 27 de noviembre 2018, 01:55

Siete años después, los gobiernos central y vasco pactaron ayer el traspaso a Euskadi de tres minicompetencias. Dos líneas férreas de mercancías que suman apenas trece kilómetros. Y el último tramo de la AP-1, Burgos-Armiñón. Traspasos tan tan minis que legalmente se van a formalizar como decretos de ampliación de transferencias y no como nuevos traspasos.

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El País Vasco recibió el anterior paquete competencial con un socialista en La Moncloa, José Luis Rodríguez Zapatero, y otro, Patxi López, en Ajuria Enea. Hoy el PSOE manda otra vez en Madrid, con Pedro Sánchez, y en Euskadi es el PNV quien gobierna en confortable coalición con el PSE.

Euskadi sólo recibe traspasos hace ya muchos muchos años cuando quien manda en España precisa del apoyo del nacionalismo vasco. Así fue con Zapatero, y así vuelve a ser con Sánchez.

El PP de Rajoy también necesitó durante años a los peneuvistas. Aun así, en ese tiempo no aumentó el fondo competencial vasco. Los conservadores prefirieron hacer importantísimas concesiones económicas a la comunidad autónoma vasca a cambio de los votos jeltzales en el Congreso, pero no concedieron ni un traspaso.

Pero la Comisión Mixta de Transferencias dio más de sí. La ministra socialista Meritxell Batet prometió a la delegación vasca, encabezada por el consejero Josu Erkoreka, un calendario para la negociación de los traspasos pendientes para antes de final de año. Ese calendario incluirá todas aquellas competencias que la mayoría de las fuerzas vascas reclaman, incluida Prisiones (que hace años ejerce Cataluña y que aquí entraña la dificultad del problema de los etarras presos), pero no la gestión del régimen económico de la Seguridad Social.

Ningún partido de ámbito estatal acepta materializar este traspaso si implica romper la 'caja única'. ¿Y sin ruptura de esa caja? Eso se verá en un futuro. De momento, el PSOE no quiere ni entrar a considerarlo más que probablemente por temor a la eventual campaña que podrían montarle populares y naranjas aunque lo que se negocie sea un traspaso de segunda, sin ruptura de la caja, cuando, en unos meses, habrá otra vez elecciones generales.

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Que las partes vayan a sentarse a hablar en busca de acuerdos sólo merece ser saludado. Y es que resulta indefendible que casi cuatro décadas después de la aprobación del Estatuto aún no esté cerrado el reparto competencial entre Madrid y las autononomías por desconfianza entre ambos niveles institucionales. Desconfianza comprensible en ocasiones a la luz de ciertos comportamientos de los nacionalismos.

Los competencias por transferir son de escasa enjundia, salvo Prisiones y una Seguridad Social que ni PSOE ni PP cederán

Euskadi goza hoy del mayor nivel competencial de su historia, sin comparación posible con ninguna otra región. Pese a la renuencia del nacionalismo a ponerlo en valor, las competencias pendientes carecen de enjundia, excepto las dos mencionadas.

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Con todo, urge culminar el reparto del poder en España y para una larga temporada. Luego si alguien quiere más o menos ya conoce las instituciones competentes para determinarlo.

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