¿cordón sanitario a vox? no, gracias

No habrá frente común a la francesa de los partidos para aislar a la ultraderecha. PSOE y PP dan prioridad a sus urgencias

Martes, 4 de diciembre 2018, 01:25

Los partidos deben aislar a una formación centralista, xenófoba, eurófoba, antifeminista y que se reivindica de extrema derecha como Vox? ¿Deben unir sus fuerzas para impedir que los ultras cogobiernen o jueguen un papel determinante a la hora de determinar el signo político de un Gobierno?

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Francia ha dicho hasta ahora 'sí', con alguna excepción. En la república que preside un Macron en horas bajas por sus políticas de ajuste, que están dañando gravemente a las clases medias y bajas –como sucedió aquí con Rajoy–, los partidos aplican hace décadas un cordón sanitario al Frente Nacional para dificultar al extremo el acceso al poder a Le Pen y los suyos.

En el polo opuesto, Austria. Allí los conservadores y los ultras del Partido de la Libertad gobiernan desde hace unos meses en coalición.

¿Qué va a ocurrir en Andalucía tras el terremoto del domingo? Unos comicios que ganó el PSOE con su peor resultado tras perder 402.000 votos. En los que el PP fue segundo, también con los peores guarismos de su historia, y al que abandonaron 316.000 votantes respecto a 2015. La izquierda de la izquierda se dejó 282.000 papeletas.

Ese millón de votantes se dividió y, entre otras cosas, engordó la abstención (+326.000), a C's (+290.000) e hizo posible la irrupción de Vox, que sumó 400.000 votos de aquí y de allá.

Si la ultraderecha regresa cuarenta años después –y tiene poco que ver con el franquista Blas Piñar y su Fuerza Nueva de 1979– no es por arte de birlibirloque sino por una serie de factores. El más importante, el fallido 'procés' catalán y esos guiños de Sánchez e Iglesias a los 'indepes' que muchos no comparten. La corrupción que corroe a PP y PSOE. El rechazo a la inmigración. La mentira y la creciente falta de principios que se han adueñado de la vida pública. El desprestigio de una Justicia que ha tocado fondo con las hipotecas. O el simple cabreo desinformado.

Veinticuatro horas después del puñetazo electoral en la mesa de los andaluces, de tantos votos de castigo a tantos de ciudadanos de a pie que no de peligrosos ultras, ¿cuál fue ayer la reacción de los partidos? Mirar sólo por su interés: conservar o sumar poder. Y pasarse unas cuantas facturas. Externas e internas.

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En resumen, que de cordón sanitario a la ultraderecha nada de nada. PSOE, PP y Ciudadanos se apresuraron a levantar la mano para reivindicar su derecho a seguir (Susana Díaz) o sustituirla al frente del Gobierno de la comunidad. Una Susana Díaz a la que el 'pedrismo' aguarda ya para pasarle factura por batallar en su día contra el actual presidente del Gobierno y enviarle al baúl de la historia.

Pero, como el PSOE no tiene quien le vote. Como los socialistas tampoco están dispuestos a regalar la Junta a Ciudadanos, pese a ser el otro gran triunfador del 2-D con los ultras. Y como ni C's ni Vox están dispuestos a que el electorado les pase a cuchillo en próximos comicios por dejar pasar la ocasión de desplazar a la izquierda del poder en la comunidad más poblada de España, el PP acaricia ya San Telmo. Si Vox no se pasa en sus demandas de poder y/o de programa, que no lo hará.

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¿Qué piensa Casado de su estacazo? ¿No teme que Vox le coma parte de su electorado en toda España? Seguro que sí, pero hoy no toca. Sólo importa hacer presidente a Moreno Bonilla –que iba a ser laminado– y retratarse a su lado con la mejor de las sonrisas.

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