Alpinistas por la 'Bolera'.

La 'Bolera', el punto negro del Mont Blanc, sometida a estudio

Se estudia crear un paso subterráneo para acabar con la elevada tasa de accidentes mortales en el corredor de Goûter

óscar gogorza

Viernes, 17 de julio 2020

El punto más peligroso y de paso obligado para ascender al Mont Blanc pasando por el refugio de Goûter es conocido por los franceses como ... el Corredor de la Muerte. Los españoles, con más gracejo, se refieren al mismo lugar como la 'Bolera': los bolos son los alpinistas que se exponen a una lluvia indiscriminada de rocas de todos los tamaños. O, quizá, una lluvia no tan aleatoria, a tenor de un estudio de la fundación Petzl que ha puesto cifras al punto negro. Entre 1990 y 2017, en el paso del Grand Couloir du Goûter se han dado 347 accidentes con una escalofriante cifra de 102 muertos y 230 heridos. El fatídico lugar se encuentra a escasos minutos de marcha del refugio de Tête Rousse (3.167 m): alcanzado un punto, es preciso cruzar dicho corredor para encaramarse a un espolón de roca que conduce hasta el antiguo refugio de Goûter (3.817 m). Dicho espolón queda a resguardo de todo lo que cae por el Grand Couloir du Goûter.

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Así, el paso de la 'Bolera' apenas supone recorrer menos de un centenar de metros de forma horizontal. Un guía con su cliente suele invertir menos de un minuto en completar su travesía, y casi todos los guías se aseguran de que otro guía vigile la caída de piedras para avisar de un peligro inminente. Una vez a salvo, el guía protege a su vez a su compañero para que se concentre en avanzar sin tener que mirar hacia el corredor para adivinar la caída de rocas. Esto no quita para que se de una media de cuatro fallecidos por temporada. Un viejo cable de acero adorna el paso, pero ni siquiera queda a mano para anclarse a él porque el deterioro del terreno así lo ha resuelto.

El estudio, que se extendió sobre temporada y media, fue dirigido por Jacques Mourey (Universidad Grenoble Alpes y Universidad Savoie Mont-Blanc) y pretende optimizar la planificación de las ascensiones por parte de aficionados y guías de montaña para evitar las horas de paso más peligrosas. Al mismo tiempo, explica los desencadenantes geomorfológicos, meteorológicos y climáticos que arrojan luz sobre la naturaleza de un lugar convertido en un auténtico vertedero de roca. Una de las conclusiones alcanzadas por el equipo de Mourey señala que la mejor hora para abordar el controvertido paso sería entre las 9 y las 10 de la mañana, opción omplicada si no se duerme en Tête Rousse, puesto que si se accede desde les Houches, en teleférico y tren cremallera, no da tiempo a pasar tan temprano. La peor opción de paso se da entre las 18 y las 20 de la tarde. Uno de los datos más reveladores señala que en las horas críticas se registran caídas de piedras cada 24 minutos de media, especialmente en los periodos en los que la nieve se funde o después de que se den episodios de lluvias. Entre las 11 y las 13.30 se observa el mayor número de caídas de rocas.

El punto negro preocupa a los autores del estudio, que estudian diferentes fórmulas para minimizar la exposición a los peligros objetivos del lugar. Una opción sería purgar la pared y colocar anclajes. Otra pasaría por colocar redes o un muro de cemento, o en su defecto una pasarela. Ninguna de estas opciones parece segura, y la que parece ganar enteros es la construcción de una galería soterrada de dos metros de diámetro. La última opción tiene que ver con un cambio en el itinerario, opción nada evidente. La afluencia masiva de montañeros, que ronda los 20.000 aspirantes anuales, así como los efectos del cambio climático y la elevada tasa de accidentes en el entorno del Mont Blanc(que exaspera a las autoridades locales) pueden borrar uno de los puntos críticos del recorrido de la vida normal al techo alpino.

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