«La gente sólo se acuerda de Celedón, muchos se han olvidado ya de la Virgen»
La suya es una devoción a prueba de cataclismos víricos. Pide que la patrona recupere parte del protagonismo perdido en la fiesta
Repeinados, con la ropa del domingo, el zapato lustrado y la camisa planchada los unos. Y los otros, con unas ojeras de palmo y pestazo ... a 'eau' de tanino. El Rosario de la Aurora es, era, ese punto tangencial en el que se juntaban dos formas de entender la fiesta. La noche y el día. Lo religioso y lo profano. «Pero por encima, es algo muy nuestro, muy de aquí». Blanca Aguillo, de la Cofradía de la Virgen Blanca es de las que no fallan.
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- ¿Cómo amanece Blanca hoy, en un día de la Blanca en blanco?
- Pues, como siempre, estaré en el Rosario de la Aurora. No podremos procesionar por las calles de nuestra ciudad, pero lo haremos en la iglesia de San Miguel, esta vez sí con público y no a puerta cerrada como el año pasado...
- Pero no es lo mismo.
- Claro que no. Lo bonito de este día es lo entrañable que es para mucha gente.
- Sean religiosos o no.
- Porque creo que nos pasa como en muchas fiestas andaluzas, en las que la devoción a la Virgen queda un poco al margen de la religión, de la que la gente está un poco apartada.
- ¿Se acude al Rosario por devoción o, en realidad, por pura tradición?
- Un poco de las dos cosas. Aunque creo que, aunque sea en la trastienda, sí queda todavía la devoción afortunadamente.
- Tan devota, tan entregada, ¿le ha flaqueado la fe en estos tiempos de pandemia?
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- No. Hasta el día de hoy, está muy afianzada. Y mi devoción hacia la Virgen Blanca está por encima de todo lo que nos pueda surgir. Yo creo que nos ha pasado precisamente lo contrario, que en situaciones difíciles nos encomendamos a ella. Vamos a pedirle socorro.
«La gente tiene que percibir que somos una cofradía abierta a todos, no solo a los meapilas»
- ¿Cómo rejuvenecemos a la parroquia?
- Es lo que más me preocupa. La mayoría de la gente que tenemos en la Cofradía es mayor o muy mayor. A mí me gustaría transmitir a la juventud esa devoción por la Virgen Blanca pero es complicado porque los jóvenes están a otras cosas.
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- Igual le tienen que quitar un poco el olor a incienso al asunto.
- Por eso mucha gente nos rechaza, quizás es verdad que tengamos que estar en un terreno más neutral. Somos religiosos, sí, pero no tenemos que ser sólo eso, la gente tiene que ver que somos una cofradía abierta a todos, no sólo a los muy religiosos o a los meapilas, aunque suena despectivo.
- Tras dos años de parón, ¿ha llegado el momento de reconectar con la verdadera esencia de la fiesta?
- Es que esta situación nos está haciendo repensar todas las facetas de nuestra vida. Me da la sensación de que habría que preguntarse qué son las fiestas, en base a quién se celebran. Muchos ni saben, no se acuerdan ya de que son honor a nuestra patrona.
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«Me encantaba cuando bajaba Celedón y se encendía el puro. A partir de ahí, todo se desvirtuó»
la esencia perdida
- ¿Se han convertido en una fiesta pagana, puro culto al hedonismo y veneración a Celedón?
- Es que eso va acorde a los tiempos en los que vivimos, en los que estamos tan despegados de todo lo religioso. Ahora la gente y la gente joven muy en particular se acuerda sólo de Celedón y no de la Virgen. Es una pena que muchas veces ni se la nombre en los carteles.
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- Pero lo profano no es tan incompatible con lo sagrado.
- ¡Al revés! Celedón y la Virgen son figuras complementarias.
- No la veo a usted con un katxi, en plena noche, disfrutando de la fiesta.
- Pues yo las fiestas las he vivido. Y muy intensamente. Cuando Celedón bajaba a la plaza España, cuando a las seis de la tarde se producía ese encendido del puro... para mí eso era algo muy de verdad. Luego ya se empezó a arrojar champán y todo eso y dejé de acudir. Creo que ahí se desvirtuó algo que era muy nuestro.
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