La Blanca 2023
«La Blanca es la mejor fiesta del Norte»Las fiestas de Vitoria demuestran su poder de atracción y entusiasma al 99,9% de los que nos visitan estos días. «Tienen el tamaño perfecto»
Vistos los resultados de esas elecciones que –por suerte, porque menudo perezón– hemos dejado atrás, lo suyo es reconocer que las empresas demoscópicas no anduvieron ... demasiado finas. Puede que a estas alturas el lector haya perdido la confianza en las encuestas, que los informes del CISle hagan arquear una ceja (o las dos), pero debería confiar en el resultado de este estudio que concluye que el 99,9% de los que nos visitan flipan en colores con La Blanca. Fíese de esta encuesta, que tiene un estrechísimo margen de error y está realizada con el mismo método estadístico que concluía que nueve de cada diez dentistas recomendaban aquella marca de dentífrico.
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A la hora del vermú ayer costaba dar dos pasos seguidos por Postas, a la altura de la Virgen Blanca. Y lo de lograr un sitio en una terraza se antojaba ya pura quimera. «Esto está de bote en bote, hay un ambientazo fenomenal pero no hay manera de conseguir una mesa para tomar algo, hemos pasado ya por varios bares y nos ha sido imposible», comentaban Julia Estébanes y Ricardo Palazón, un matrimonio palentino, de Valdeolmillos, que decidió hacer parada y fonda en Vitoria camino de Biarritz. «Hemos venido a pasar el día porque unos amigos estuvieron el año pasado y se quedaron encantados», contaba la pareja que se encontraron con la jarana de sopetón. «No teníamos ni idea de que estabais en fiestas, pero la ciudad es preciosa aunque es difícil verla con tanto barullo, tendremos que volver», prometían.
Arnaud Florit y Sofía Adán (él, francés de Toulusse y ella, burgalesa) venían de hacer el camino contrario a la pareja palentina y decidieron hacer una paradita algo más larga en 'La Ciudad Blanca'. «Me encantan los libros (de la saga de Eva García Sáenz de Urturi) y decidimos pasar el fin de semana aunque no me acordaba de que ahora son las fiestas y la verdad es que me ha hecho mucha ilusión porque (La Blanca)aparece en uno de los primeros», comentaba, entusiasmada, Sofía profesora de español jubilada, con muy buenísima memoria. En efecto, parte de la acción de 'El Silencio de la Ciudad Blanca' se desarrolla en la procesión de Los Faroles y también en el extinto 'Día del guarro'.
Como Julia y Ricardo, igual que Arnaud y Sofía, muchos de los turistas veraniegos que vienen a visitarnos estos días se encuentran por sorpresa con la ciudad patas arriba, desmelenada y desenfrenada. Pero muchos otros vienen precisamente buscando el ambientazo que se respira por las calles de la capital alavesa estos días. Ahí están los oscenses Carlos, Santi, Ramón, Adrián y Lorenzo estaban ayer «de calentamiento». «La semana que viene empieza San Lorenzo (las fiestas patronales de la ciudad aragonesa) y los amigos me han montado la despedida de soltero aquí», explicaba, con un hilito de voz, afónico perdido, el pobre Adrián, el futuro novio. «Hacía mucho tiempo que no nos lo pasábamos tan, pero que tan bien y eso que hemos estado en unas cuantas fiestas...», aseguraban.
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El que también sabe (y mucho) de festejos es Richi Puig-Ripoll, de L'Espluga de Francoli, que llegó el viernes con sus colegas Carles, Sandra, Marc y Francesc para meterse hasta lo más hondo de la fiesta. Sin miedo a no hacer pie. A juzgar por los conocimientos de Richi, él solito se podría hacer una Guía Michelin de las fiestas españolas. «He estado en Los Sanfermines, con demasiada gente, y otros años en la Aste Nagusia de Bilbao y en Donostia, en Baiona, en Santander, en Tudela, en los Pilares de Zaragoza... y las vuestras son las mejores fiestas del Norte. Son perfectas, ni muy grandes ni muy pequeñas», sostiene, categórico. «Tuve una novia de aquí y flipé la primera vez que vine, Lo de Celedón es una barbaridad y en las txosnas hay un ambiente muy sano, increíble», destaca el experto farrero.
«Siempre repetimos»
En un plan muchísimo más blanco, familiar, también vinieron a disfrutar de La Blanca los Pouiglaras, de Girona, fascinados con el Gargantúa. Y los Cobos, una familia de Muel, en la provincia de Zaragoza, que intentan no perderse ningún año la fiesta vitoriana de la mano de sus amigos Silvia y Mikel. «Siempre repetimos: estas fiestas son muy especiales, como muy de casa, son perfectas par disfrutarlas con los niños porque el ambiente que hay en la calle durante todo el día es una auténtica maravilla», destaca Miguel, el padre de familia.
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Para los visitantes foráneos, La Blanca tiene un punto exótico, ellos asisten a algunos de nuestros 'rituales' festivos un poco como si estuvieran ante la danza kuru de los bosquimanos de Botswana. Como si los blusas fueran miembros de una tribu ignota. Lidia Arriagada García, chilena afincada en Nueva York, mapuche con algo de sangre vasca, se emocionó en el partido de pelota de Los Fueros y las amigas Léonie y Marie, de Pau, flipaban el sábado por la tarde ante el Paseíllo. «Es una locura. ¿Qué hacen exactamente?¿Qué significa?», le preguntaban al periodista que, la verdad, no sabía muy bien qué decir porque, por no saber, no sabe muy bien ni dónde van ni dónde vienen todos esos blusas y neskas. A las chicas, ufanas ellas, no les pareció importarles ni lo más mínimo. «Nos está encantando, veníamos solo para un día y nos vamos a quedar todo el fin de semana, nunca hemos visto una fiesta así», resolvían. Pues eso, que La Blanca gusta al 99,9% de los que nos visitan. ¿Y el 0,01 restante? Bueno... siempre tiene que haber algún vinagres que fastidie la estadística.
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